La numerosidad, entendida como la capacidad de entender, representar y usar los
números (Coolidge & Overmann, 2012), es un proceso cognitivo ampliamente
relacionado con la conducta humana. Sin embargo, no siempre han existido conductas
relacionadas con los números, lo que nos induce a pensar en dos importantes
cuestiones:
A ¿Cuándo
comenzaron las conductas relacionadas con el manejo y control de conductas de
medición y/o conteo?

El
concepto de medición sería la equiparación de objetos, animales o acciones
realizadas (piezas de caza, recorrer distancias, productos de intercambio
comercial, almacenaje, etc.) con unidades o patrones de medida (día, mes lunar, año solar, unidades de
volumen o de acción, caza, etc.). Estas mediciones y sus representaciones
mediante marcas en materiales apropiados no constituían aún números en
el sentido abstracto que conocemos en la actualidad.
Recientemente se ha especulado sobre la posibilidad
que las incisiones o marcas en un fémur de hiena de 72-60 ka en el lugar
Musteriense de Les Pradelles en
Francia y las incisiones del peroné de babuino de 44-42 ka en Border Cave en Sudáfrica (d´Errico et al.,
2017), también tengan relación con esta formas conductuales. Estas conductas
tienen una existencia es muy irregular, tanto en la distribución temporal como
geográfica, y siempre nos queda la duda de que su finalidad fuera una actividad
de medición o de otra causa desconocida (Reese, 2002; Barandiarán, 2006;
González Redondo et al., 2010;).
Tras el Paleolítico, los
primeros datos arqueológicos sobre la existencia de conductas de medir
y contar cantidades específicas se comprueban en las sociedades organizadas
del Neolítico de Mesopotamia, de Egipto (MacGinnis, et al., 2014; Overman, 2016;
Schmandt-Besserat, 1992), de Mesoamérica y de China (Chrisomalis, 2005), al adquirir un desarrollo
cognitivo (social, tecnológico y emocional) y causal adecuado (cognición causal,
grado 7).
B ¿Es una
conducta innata o adquirida por medio de la cultura?
Existe cierta controversia sobre la posibilidad de
que existan antecedentes biológicos en diversas especies relacionadas con el
manejo de cantidades. Esta situación, un tanto confusa, ha obligado a diversos
autores a estudiar tal proceso e intentar aclara las cosas. Conocemos que existe de forma innata una numerosidad perceptual o concreta que permite la apreciación sensorial de
varios componentes semejantes (varios, pocos, muchos) (Carey, 2009). Su
existencia es independiente del lenguaje (Brannon, 2005; Overmann, 2016, 2018a;
Varley et al., 2005), y presenta dos aspectos funcionales:
- Primero, el sistema de número aproximado (ANS) que facilita una estimación
de la magnitud de un grupo sin depender de lenguaje o símbolos, actuaría en
grupos mayores de cuatro, permitiendo valorar diferencias en magnitud entre los
grupos (muchos o pocos) .
- Segundo,
el sistema
de seguimiento y cuantificación de objetos (subitización) que
funciona con valores menores de cuatro (Butterworth,
1999; Cantlon et al., 2006; Coolidge & Overmann, 2012; Dehaene, 1997; Nieder & Dehaene
2009; Tomasello & Call, 1997). Su existencia se ha comprobado en ratas, leones y varias especies de primates (Dehaene 1997; Nieder & Dehaene 2009), lo que indicaría la evidencia de un sustrato neuronal que se ha mantenido evolutivamente.
Estas disposiciones innatas son coherentes con las
características neurológicas de la percepción y atención de la cantidad (Overmann, 2017). La atención
sería el proceso de concentración selectiva y perdurable en periodos prolongados de un aspecto discreto de la información, inhibiendo al resto de la percepción sensorial por ser conceptuada como irrelevante (Ardila et al., 1997). La atención estaría vinculada al volumen y distribución de la percepción,
pues cuantos menos objetos haya que atender, mayor será la posibilidad de
concentrar la atención y distribuirla entre cada uno de ellos (Menninger,
1992).
La universalidad de este carácter innato no
implica una evolución sistemática a sistemas de cuantificación numérica, pues
en la actualidad se conocen poblaciones humanas con una cognición numérica que
sobrepasa muy poco los límites de este innatismo. Todas las sociedades humanas
conocidas tienen un lenguaje, pero no todas tienen números. Conocemos diversos
casos en Suráfrica (Bosquimanos),
Australia (Kuri, Kana, Gumulgal, etc.), en
Nueva Guinea (Parb, Sisiami y Arop) y América del sur (Zamuco,
Bakahiri, Arara, Krao, etc.)
(Flegg, 1983), o los indios Pirahã del
Amazonas brasileño con un vocabulario numérico basado en nombrar cantidades de
uno, dos, uno-dos (tres) y dos-dos (cuatro) y muchos (Everett, 2005). Este
hecho puede atribuirse
razonablemente a las diferencias en las necesidades
sociales de los números (Epps et al., 2012; Overmann, 2018a), es decir a la falta de un adecuado desarrollo
cognitivo social, tecnológico y emocional que motivase su evolución.
Conclusiones
La
numerosidad hay que buscarla en la evolución cognitiva humana, dentro de su
particular nicho cognitivo-cultural (Rivera& Rivera, 2019). La
creación de los números solo puede realizarse cuando el desarrollo de las
capacidades cognitivas (racionales y emocionales) adquieran los niveles de una
conducta simbólica moderna (cognición causal grado 7). Su
desarrollo estaría motivado (cognición emocional) por prácticas sociales,
tecnológicas y culturales (cognición social y tecnológica) que fomentan el
conteo y/o el seguimiento de cantidades exactas (Epps et al., 2012), lo que
explica su desarrollo heterogéneo en el tiempo y la geografía.
Los números constituyen una
abstracción
simbolizada cuyo origen cognitivo es un proceso coevolutivo y emergente (Rivera & Rivera,2019; Zorzi & Testolin, 2017), el cual se produce mediante mecanismos de exaptación
cultural dentro de nuestro
particular nicho cognitivo-cultural (d’Errico et al., 2017; Rivera &Rivera, 2019) y desarrollo cognitivo de características modernas con una
cognición causal de grado 7.
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