La relación entre la herencia genética y la
conducta que se observa en cada entidad biológica puede que no esté del todo
bien comprendida, pues la influencia del medio ambiente, como elemento
modulador de la expresión genética, es usado más como una generalidad teórica
que como un fenómeno preciso a la hora de definir hechos y formas concretas de
actuación. Tal vez la causa sea la falta de matización en la explicación del
fenómeno hereditario y su manifestación (innatismo y/o adquisición), la
generalización excesiva y simplista de los fenómenos evolutivos y cierta
tendencia disciplinar que induce a mantener la ortodoxia teórica de la misma. En
su definición, parecen muy claros:
- El innatismo es la doctrina según la cual algunos conocimientos existen ya al nacer, es decir, que son previos a los adquiridos por medio del aprendizaje, la experiencia o a su relación medioambiental postnatal, por lo que en parte o totalmente no es adquirido o aprendido por éste. La causa de tal hecho se debe a factores genéticos, de nacimiento o hereditarios, que no dependen de la experiencia individual.
- El concepto de adquirido se referirse a cualquier factor ambiental (no genético, no hereditario). Se incluye las influencias en el desarrollo provenientes de experiencias prenatales y postnatales de todo tipo, por lo que dependen de las características medioambientales de donde se viva (familiares, sociales, económicas, tecnológicas, culturales, religiosas, etc.).
- El concepto de adquirido se referirse a cualquier factor ambiental (no genético, no hereditario). Se incluye las influencias en el desarrollo provenientes de experiencias prenatales y postnatales de todo tipo, por lo que dependen de las características medioambientales de donde se viva (familiares, sociales, económicas, tecnológicas, culturales, religiosas, etc.).
La inclusión en una u otra de estas acepciones de las características conductuales humanas (tanto en el pasado como en el presente) ha suscitado una amplia controversia que continua en la actualidad. Quizás, la principal causa de esta continuado debate se deba a la limitación de conocimientos que poseemos sobre las características psicobiológicas de nuestro cerebro. Sobre todo, si se creé que su correcto conocimiento pasa por la aceptación de estudios interdisciplinarios y/o transdisciplinarios de tales problemas.
Consideraciones generales
![]() |
Gregor Mendel |
En la enseñanza de la genética, dentro de sus
niveles más elementales y divulgativos, se aplican los ejemplos más sencillos
en los que la relación entre padres y descendencia es totalmente clara. Así, se
explican los ejemplos de herencia relacionados con las plantas que Mendel usó
en sus experimentos, en los factores sanguíneos de los seres humanos (sistema A, B, 0 y Rh) y algunas herencias ligadas a
los cromosomas sexuales. Casualmente, en la mayoría de estos ejemplos, el
factor medioambiental tiene muy poca actuación, lo que ofrecen al lector la
idea de que la acción principal de los genes (en la definitiva manifestación
corporal y conductual de los seres humanos) depende muy poco de la influencia
medioambiental, cayendo en lo que se llama determinismo genético,
tendencia teórica que se está difundiendo en importantes zonas de nuestro mundo
occidental.
La
inmensa mayoría de la herencia tiene un mecanismo mucho más complejo del que se
explica por medio de los ejemplos anteriores. La acción conjunta de diversos
genes sobre un mismo factor de herencia, el diferente grado de actuación de los
distintos genes, las múltiples interferencias existentes entre sus propias
actuaciones y el mismo medio interno en el que actúan, ofrecen una gran
complejidad no bien comprendida en la actualidad, lo que añadido a los factores
externos que ofrecen influencias nutricionales, sensitivas y culturales, hacen
del fenotipo (características de las manifestaciones externas de
un organismo) un complejo resultante biológico de muy difícil control y
conocimiento.
Realmente la influencia del medio ambiente, aunque se hayan reconocido
casos reveladores sobre su profunda importancia, no se le ha dado el valor real
que tiene en el correcto desarrollo de nuestras cualidades cognitivas. En su
actuación hay que destacar la capacidad de
modular la expresión genética a lo largo de todo el proceso ontogénico o de
desarrollo, pues entre ambos procesos (genotipo y medio ambiente) existe una
profunda interacción que da como resultado el fenotipo. Es interesante analizar
la naturaleza de tal interacción, no para resaltar cual puede tener mayor o
menor importancia, sino para conocer los mecanismos de acción que ejerce cada
factor en el desarrollo del ser vivo. Los genes tienen la información
codificada necesaria para la creación y desarrollo de organismo, pero el grado
de desarrollo de sus manifestaciones morfológicas depende de las
características del medio donde se alimenta e interactúa, alcanzado unos
niveles de desarrollo que pueden oscilar dentro de una gama relativamente
amplia de diferentes resultados. La manifestación genética hay
que entenderla como capacidad de desarrollo que depende muchas
veces, en su grado y amplitud, de las características del medio ambiente donde
se sitúen, dando lugar al fenotipo.
Un
ejemplo ilustra con mayor precisión algunos aspectos de tal relación. La altura
media de la población es un parámetro fácil de medir, teniendo su desarrollo un
fundamento genético que a nadie se le escapa. Un reciente estudio, realizado
por el servicio de Pediatría del Hospital Materno-Infantil de Vall d´Hebrón en
Barcelona, ha puesto de manifiesto que la diferencia de estatura (en valores
medios) entre 1969 y la actualidad es considerable. Los chicos han aumentado
10,7 cm, mientras que las chicas incrementaron su talla en 8,9 cm. Como es
lógico no podemos pensar que se trata de un cambio genético, sino la influencia
de un medio ambiente más adecuado.
El
crecimiento es la expresión fenotípica de una potencialidad genética inherente
a cada persona que se regula también por factores ambientales, básicamente la
nutrición y el estado de salud.
El medio
ambiente es un factor que siempre existe, pues todo organismo siempre se desarrolla
y vive en un medio determinado, aunque las características del mismo pueden
variar sustancialmente, lo que sin duda ofrecería diferentes resultados tanto
anatómicos como conductuales. En definitiva, hay que aceptar que los patrones
morfológicos propios de cada especie se transmiten por medio del código
genético, aunque el grado de desarrollo final de los mismos dependerá, en
muchos casos, de las características medioambientales.
Conducta y cerebro
Paralelamente,
la conducta y el lenguaje siguen, en general, por unos derroteros similares
aunque con matizaciones importantes. Los patrones conductuales no tienen el
mismo control y desarrollo en todos los seres vivos, pues las características
anatómicas y neurofisiológicas de sus respectivos sistemas nerviosos marcan sustancialmente
la diferencia. Conocemos cómo, en numerosas especies biológicas, la conducta
está regulada genéticamente gracias a los instintos que son
capaces de originar. Pero el desarrollo evolutivo ha producido complejos
sistemas nerviosos que han dado lugar a otras formas de actuación, donde la
experiencia realizada y acumulada es un factor a tener en cuenta en la toma de
decisiones, las cuales se pueden elegir dentro de cierta gama de posibilidades
que el aprendizaje facilita (Bonner, 1982). La corteza cerebral y el sistema
límbico, como responsables primordiales de la conducta humana, son elementos
anatómicos creados y desarrollados por la actividad genética correspondiente.
Pero su actividad primordial se centra en el almacenamiento, procesamiento y
utilización de la información (externa, interna y emocional), que le llega por
medio de las vías nerviosas de todo tipo. En la naturaleza de tal información
es donde reside la diferencia con el resto de los demás elementos biológicos,
pues ésta no se limita a los aspectos físicos, químicos o biológicos del medio,
sino que se basa en el complejo mundo inmaterial de las ideas, de la cultura y
de su mayor manifestación, el lenguaje. Ese nuevo mundo de sensaciones e
información ni ha existido siempre, ni nuestro linaje siempre ha tenido la
capacidad suficiente para crearlo. Ambos procesos, capacidad creativa y su
plasmación con la aparición de la cultura, fueron apareciendo con diferentes
patrones en nuestro proceso evolutivo.
Todo esto
nos indica que la evolución confiere capacidades cognitivas relacionadas
estrechamente con la conducta, pero que necesitan de la cultura (medio ambiente
específico que hay que crear previamente) para que se desarrollen. Así, los
cambios conductuales observados en nuestra evolución, corresponden a diferentes
desarrollos culturales que los humanos del momento pudieron crear, aprovechando
las capacidades evolutivas adquiridas (capacidades emergentes) y el acervo
cultural de sus ancestros. Su transmisión se realizaría por medio de la comunicación
generacional dentro de cada sociedad, es decir, que su desarrollo práctico o
manifestación cultural se realizaría mediante formas de tipo lamarckianas, en
oposición a la transmisión darwiniana que presentan las capacidades biológicas
humanas. Se crearía una especie de nicho ecológico (Bickerton, 2009; Tomasello,
2007), en los que los factores más importantes serían los correspondientes a
los procesos culturales, lingüísticos y cognitivos (Rivera y Menéndez, 2011). Este
camino es el que debe de ser utilizado en el análisis de la conducta humana en todas sus manifestaciones,
entre las que se encuentra el lenguaje como pieza fundamental de todo el
proceso (Rivera, 2009).
La evolución neurológica humana
Los rasgos
evolutivos o innatos de nuestro cerebro se encuentran en el bagaje psiconeurológico
que poseemos al nacer (Herencia neurológica humana). Mientras que las
características medioambientales serían las que van a configurar
definitivamente a los primeros, dando lugar a nuestra conducta (Influencia delmedio ambiente en el pensamiento y conducta).
![]() |
Aumento cerebral en el género Homo |
Cualquier
explicación que se ofrezca en relación con las bases psicobiológicas de nuestra
conducta deben de estar inexorablemente de acuerdo con una explicación
coherente de la evolución neurológica del género Homo. Lo que sí parece estar claro que cualquiera de las opciones
extremas estaría equivocada, el problema radica en conocer en qué y cuánto están
erradas. Soluciones fáciles no existen, pero parece evidente que en la
actualidad el único camino a seguir que tenga la mínima subjetividad posible
sería el establecimiento de estudios interdisciplinarios y/o transdisciplinarios
con la máxima utilización de las ciencias relacionadas con este tema.
La
evolución neurológica (Evolución del cerebro), clave de todo estudio de la
conducta humana, debe de ser entendida como un complejo proceso evolutivo
multifactorial (La gran complejidad de la evolución biológica), y su estudio
siempre debe realizarse por métodos interdisciplinares (Evolución neurológica:un enfoque interdisciplinario).
Conclusiones
Respecto a nuestro cerebro, lo innato y lo adquirido viajan
juntos desde que nacemos, y lo hacen de forma irregular. Así, en
algunos aspectos predomina lo innato (p. e. control homeostático del cuerpo, o
ciertas capacidades básicas cognitivas como la memoria, atención, emociones),
pero esto no quiere decir que la nacer ya tenemos su pleno desarrollo, pues
siempre con una interacción medioambiental adecuada se pueden mejorar o empeorar
(patología social).
En otros casos, lo que se hereda es una simple (por
cualificarla de algún modo) potenciabilidad cognitiva, que para
su desarrollo necesita de la acción de un medio ambiente adecuado
(nicho ecológico o cognitivo-conductual), pues si él tal potenciabilidad o no
se desarrolla o lo hace anómalamente (p. e. abstracción, simbolismo, lenguaje,
autoconciencia, etc.). La interacción entre ambos procesos es continua, no
pudiendo faltar ninguno de los dos para poder desarrollar adecuadamente nuestras
capacidades cognitivas. Un estudio algo más profundo lo podemos leer en mi anterior
entrada: coevolución psicobiológica humana.
- Bonner, J.T. (1982):
"La evolución de la cultura en los animales". Alianza Universidad,
nº345. Madrid.
- Bickerton, D. (2009): Adam´s Tongue: How
Humans Made Language, How Language Made Humans. Hill and Wang. New York.
- Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta
simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
- Rivera,
A. y Menéndez, M. (2011), “Las conductas simbólicas en el Paleolítico. Un intento de comprensión
y análisis desde el estructuralismo funcional”. Espacio,
Tiempo y Forma, Nueva temporada,
4. Rivera
- Tomasello, M.
(2007): Los orígenes culturales de la cognición humana. Buenos
Aires. Amorrortu.
Y dentro del medio ambiente habría que incluir la influencia de la biota que es co formador de nuestro organismo y que genera inter relaciones físico químicas que afectan la expresión de los genes y nuestra conducta. siendo lo que se conoce solamente la punta del iceberg.
ResponderEliminarEfectivamente, el medio ambiente incluye la acción de la epigenética y otras más factores de los que no conocemos todos. Un breve estudio evolutivo del cerebro lo pasa a este blog: Evolución del cerebro (http://psicobiologiadelgenerohomo.blogspot.com.es/2013/10/evolucion-del-cerebro.html)
ResponderEliminar