jueves, 27 de diciembre de 2012

Lenguaje humano


Todos los que estudian la conducta humana están de acuerdo en la importancia que tienen el lenguaje en la configuración y desarrollo de la conducta humana, pero en la forma en que se produce tal relación no hay acuerdo unánime. Además, si vamos a hablar del lenguaje es imprescindible establecer una definición que nos sirva de guía y nos centre lo que queremos analizar.

El lenguaje humano puede definirse como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, idea o sentimiento, por medio de un sistema de representación simbólico (en principio sonoro y/o gestual), con la intención de interferir en la conciencia o atención del oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información y/o la posibilidad de realizar tareas en común).

I. Conceptos generales del proceso lingüístico.

De la definición anterior podemos deducir los conceptos básicos que van a caracterizar nuestra específica forma de comunicación, así como su separación de otras formas de lenguaje que existen en la naturaleza. Por tanto podemos distinguir los siguientes aspectos.

- Mecanismos Psicobiológicos (neurológicos y psicológicos). La propia voluntariedad e intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico. Naturalmente, para su producción es necesaria la existencia de un interés o motivación para realizar tal acto de comunicación, lo que implica la existencia de alguna forma de autoconciencia (proceso psicológico limitado exclusivamente a nuestra especie, aunque diversos autores opinan que su total ausencia no está tan clara en los primates cercanos a nosotros en la escala evolutiva).

- Mundo social. Tener algo que comunicar, ya sea un sentimiento específico, una idea del momento o un pensamiento más elaborado. Este proceso sólo puede darse en un ambiente en el que convivan al menos dos personas, es decir, es imprescindible la existencia de un ambiente social básico que permita su motivación, manifestación y desarrollo.

- Conducta. Interferir en la conciencia o atención del oyente, del que se supone que puede entendernos por ser semejante a nosotros, con el fin de crear una relación social que facilitase la simple comunicación de ideas, la intencionalidad de influir en el pensamiento de los otros, o la realización de una acción conjunta con los miembros de la sociedad.

- Biología evolutiva. La evolución con sus modificaciones anatómicas ha producido los cambios necesarios (somáticos, neurológicos y psicológicos) para que el proceso anterior pueda desarrollarse.

II. Funciones del lenguaje.

Se pueden deducir tres funciones fundamentales que van a caracterizar su importancia en la conducta humana.

* Función comunicativa (formas de expresión). Corresponde al sistema de representación formado por signos (articulados y socialmente consensuados), que estarían organizados por medio de unos elementos formales de combinación (gramática). Permite compartir la experiencia personal, la acumulada por la especie y la expresión emocional. Por tanto, su uso facilitaría un mejor y permanente conocimiento de la realidad. Su estudio entra en el terreno de la Lingüística. Sin embargo, las estructuras anatómicas y fisiológicas que participan en la producción y comprensión de estos signos, serán estudiadas por las disciplinas biológicas que analizan la anatomía y fisiología humana.

* Función social (comunicación externa). Forma una conducta voluntaria que regula la acción conjunta de los componentes de una comunidad. Facilita la interacción social, al desarrollar las conductas personales y sociales. Relaciona la conversación con la conducta simultánea o posterior a la misma, donde pueden valorarse los antecedentes, posibles respuestas y consecuencias de tal acción. Destaca la voluntariedad e intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico, donde entraría en juego el concepto de teoría de la mente. Entra en los cometidos doctrinales de la Sociología y Psicología.

* Función cognitiva (comunicación interna). Sería una interacción cognitiva entre el lenguaje y el pensamiento, facilitando el pensamiento racional por medio de diversos procesos internos, como son el lenguaje interno, el pensamiento verbalizado, el lenguaje intelectualizado, el procesamiento computacional de la información, el desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización, la conciencia reflexiva, el aprendizaje, etc. Su estudio estaría a cargo de la Neurología y Psicología (Psicobiología).

De las tres funciones, la tercera es sin duda la menos conocida y, sin embargo, puede ser la que más ha colaborado en el desarrollo de nuestra cultura simbólica. Para una mejor explicación sobre la trascendencia de esta relación podemos establecer, de una forma puramente teórica y explicativa, dos formas genéricas de pensamiento.

- Primera. Correspondería a la existencia de un pensamiento sin lenguaje, donde sólo existieran representaciones sensoriales, tales como imágenes o recuerdos de los diversos sentidos. Es como si nos viéramos realizando la acción que queremos imaginar. Fácilmente nos damos cuenta de la dificultad que se nos presenta en el momento de idear la representación de hechos abstractos (datos técnicos, fechas, cifras, sentimientos acciones articuladas en tiempo y espacio, etc.). La acción mental transcurre lentamente y a veces no llega al fin deseado, siendo además su transmisión a otros muy difícil de realizar, al carecer de un sistema simbólico de comunicación. Sin duda puede existir un pensamiento sin lenguaje, pero limitado en su funcionalidad a los conocimientos adquiridos por la propia experiencia y por otros medios no lingüísticos. La realidad es que la ausencia de un lenguaje limitaría enormemente la transmisión de cualquier idea, siendo imposible en muchos casos. No obstante, existen testimonios de personas, con renombrada inteligencia, sobre la producción de su pensamiento, indicando que muchas veces funciona mejor si se realiza por medio de imágenes de este tipo, tal fue el caso de Albert Einstein. No es posible dudar de su testimonio, pero seguro que sólo podría comunicar las conclusiones a las que llegara por medio de un lenguaje conocido por sus oyentes. Además, este proceso puede realizarse gracias a que, con anterioridad (toda su infancia y juventud), su pensamiento se hizo abstracto en función de su aprendizaje humano y académico fundamentalmente lingüístico (sonoro, visual y escrito).

- Segunda. En la segunda utilizaremos tanto al lenguaje como al pensamiento. El tipo de lenguaje que puede utilizar el pensamiento, es el mismo que usamos normalmente con las mismas directrices léxico / gramaticales, aunque con pequeñas variaciones que lo caracterizan como un lenguaje interno. Es como si habláramos con nosotros mismos, consiguiendo adquirir nuevas funciones psicológicas que antes eran externas. Efectivamente, el lenguaje interno es responsable de las funciones mentales superiores, pues transforma la percepción del sujeto, transforma su memoria, y permite la planificación y regulación de la acción, haciendo posible la actividad voluntaria. Nuestro pensamiento está ahora plenamente verbalizado, siendo más fácil pensar, relacionar y expresar todo tipo de situaciones y hechos, con mucha mayor rapidez y claridad. Aparece como una nueva función cognitiva, que facilita el control y regulación de los propios procesos cognitivos, con lo que nuestras acciones, consecutivas a nuestro pensamiento, estarán mejor guiadas y estructuradas (Belinchón et al. 1992; Luria, 1979, Mercier, 2001; Vygotsky, 1920). Igualmente, la transmisión de pensamientos abstractos es muy fácil, al usar el simbolismo que el lenguaje nos permite. Como es lógico, la forma usada normalmente por nuestra especie es la segunda, aunque con cierto esfuerzo y en determinados contextos, también puede utilizar la primera.

La utilización del lenguaje por parte del pensamiento conlleva la limitación de las características del mismo, si éste es muy limitado en concepciones abstractas, el pensamiento tendría igualmente cierta limitación en el uso de tales conceptos abstractos no aprendidos. El lenguaje es el medio por el cual aprendemos todos los conceptos abstractos (conceptos sobre la individualidad, el tiempo, el espacio, la negación, religión, arte, etc.) que nuestra sociedad haya podido ir creando a lo largo de su desarrollo. No podemos esperar que cada niño, en su crecimiento y desarrollo particular, deba ir creando todas las abstracciones que la sociedad ha originado a lo largo de su largo periplo cultural. El lenguaje es el medio por el cual el niño, de una manera rápida, guiada y ordenada, adquiere ese conjunto de abstracciones fundamentales en nuestro medio social. Igualmente, dotamos a nuestro pensamiento de una herramienta fundamental para poder desarrollar las capacidades cognitivas que nos caracterizan (lenguaje interno). El niño, al ir asimilando las abstracciones que aprende por medio del lenguaje que escucha de la sociedad en la que vive, dentro de su periodo crítico de maduración neurológica, organiza su sistema nervioso en función de las cualidades que tales abstracciones le ofrecen (Belinchón et al. 1992; Vygotsky, 1920).

III. Conducta, pensamiento y lenguaje.

Se admite una relación entre laconducta humana (del pasado y presente), el lenguaje de sus creadores y elpensamiento que pudieron tener. Sin embargo, la relación que estos tres procesos tienen entre sí, y de todos ellos con la evolución cognitiva y conductual, no está bien definida, pues estos se originan y evolucionan dentro de una estrecha interrelación. De tal manera están relacionados, que el conocimiento de uno de ellos (conducta apreciada en los yacimientos arqueológicos del pasado) tiene que corresponderse con una determinada forma de pensamiento y de su correspondiente simbolización social (sonora, gesticular, gráfica o mixta).

El lenguaje siempre se ha considerado como una propiedad humana de características innatas y exclusivas de los seres humanos. Este concepto nace de la simple observación, pues ningún otro animal es capaz de producir los sonidos del lenguaje con las características de intencionalidad y comunicación social de lo que pensamos. La idea de innatismo se refuerza con el hecho de que aparentemente todos los niños comenzaran a hablar desde muy temprana edad, sin que se aprecie un claro proceso de enseñanza intencionada por parte de algún adulto. Parece que genéticamente estamos programados para hablar, usando una determinada lengua. Sin embargo, la falta de unas condiciones sociales con un mínimo de cualidades específicas para su desarrollo, la aparición del lenguaje, su riqueza de expresión y la normalidad cognitiva de los niños, estarían muy limitadas. El ambiente en el que viven los niños pequeños tiene una vital importancia para el desarrollo de un lenguaje, de sus facultades mentales, de la estabilidad emocional y, por tanto, de su supervivencia.

Estas ideas nos indican la necesidad de considerar a las capacidades cognitivas como posibilidades a desarrollar, siendo la conducta observada el resultado del desarrollo de dichas capacidades. No obstante, el estudio del lenguaje en el pasado (Paleolítico) no se suele analizar por las correspondientes conductas sociales y personales que es capaz de generar, sino por la capacidad de articulación sonora que los homínidos de nuestro linaje son capaces de producir. Pero esta capacidad sonora, por sí sola, no indica nada sobre su desarrollo como medio de simbolización del pensamiento, que es la causa primaria de toda conducta.

El lenguaje es tan importante para los seres humanos que sin él no hubieran podido producirse las numerosas culturas que han jalonado nuestra historia. Pero su importancia no radica sólo en la expresión sonora de lo que pensamos, sino que su función social (siempre se habla entre varios) y del desarrollo cognitivo (emocional y racional) que es capaz de producir, pues son tan fundamentales como la comunicación. No obstante, estas características cognitivas del lenguaje no siempre se han conocido ni tenido en cuenta en la explicación de los hechos humanos. Como puede apreciarse, existe una intensa e interesante relación entre el pensamiento (capacidades cognitivas), el lenguaje y la conducta humana. Tal relación queda reflejada en las características de nuestro pensamiento, pues como ya se cuando pensamos es como si habláramos con nosotros mismos (lenguaje interno). El pensamiento de beneficia de la fluidez y ordenamiento del lenguaje, aunque tales características no dejan de ser, a su vez, consecuencias de las capacidades cognitivas (abstracción, simbolización, etc.) del pensamiento.


La utilización del lenguaje por parte del pensamiento conlleva la limitación de las características del mismo, si éste es muy limitado en concepciones abstractas, el pensamiento tendría igualmente cierta limitación en el uso de tales conceptos abstractos no aprendidos. El lenguaje es el medio por el cual aprendemos todos los conceptos abstractos (conceptos sobre la individualidad, el tiempo, el espacio, la negación, religión, arte, etc.) que nuestra sociedad haya podido ir creando a lo largo de su desarrollo. El lenguaje es el medio por el cual el niño, de una manera rápida, guiada y ordenada, adquiere ese conjunto de abstracciones fundamentales en nuestro medio social. Igualmente, dotamos a nuestro pensamiento de una herramienta fundamental para poder desarrollar las capacidades cognitivas que nos caracterizan (lenguaje interno). El niño, al ir asimilando las abstracciones que aprende por medio del lenguaje que escucha de la sociedad en la que vive, dentro de su periodo crítico de maduración neurológica, organiza su sistema nervioso en función de las cualidades que tales abstracciones le ofrecen (Belinchón et al. 1992; Vygotsky, 1920). Hay que añadir que los aspectos racionales tienen un proceso emocional íntimamente ligado de ellos. Cualquier proceso cognitivo tiene asociada una correlación emocional (Ardila y Ostrosky-Solís, 2008).

Las propiedades de un lenguaje con características humanas ofrecen muchas posibilidades que van a mejorar la conducta humana. Además de la simple comunicación o intercambio de ideas posibilitan el clasificar la realidad en planos inaccesibles a la especie sin el uso de códigos apropiados; permite describir lo real y lo posible, hasta límites que no serían factibles con otros métodos de representación; y la comunicación consigo mismo, definiendo así un plano reflexivo y de autoconciencia. También ofrece la posibilidad de realizar procesos deductivos de gran alcance, que no son posibles a otras especies. Con ello se logra el desarrollo de una propiedad cognitiva propia del ser humano, como es la gran reflexividad que le caracteriza. Todas estas capacidades cognitivas pueden desarrollarse de una forma mucho más rápida y efectiva gracias a las cualidades que el lenguaje ofrece, siendo un claro ejemplo de lo que podemos denominar como desarrollo cognitivo (Belinchón et al.1992).

IV. Evolución y lenguaje.

Tradicionalmente, la relación entre lenguaje y evolución casi siempre se ha establecido en función de los cambios anatómicos. El concepto de que el lenguaje es un proceso biológico mediado por la estrecha interconexión de las características evolutivas, psicobiológicas, sociales, demográficas y ambientales en general de sus poseedores, parece que aunque se intuía tal apreciación su repercusión en los estudios prehistóricos ha sido prácticamente nula. Siempre se ha relacionado la capacidad de vocalización sonora (aparato fonador regulado por el cerebro) como la prueba real de la producción lingüística. Así, cualquier desarrollo evolutivo de cualquier componente anatómico relacionado con ese aparato fonador (boca, faringe, laringe, etc.), o de los centros neurológicos aparentemente relacionados con su control (p. e. el área de Broca), ha sido visto como un claro exponente del desarrollo lingüístico de sus poseedores. El limitado concepto de que los cambios biológicos mediados por la evolución tenían que ofrecer alguna ventaja y superar los efectos de la Selección Natural, tan usado en los medios paleontológicos y arqueológicos, llevaba inexorablemente a tal conclusión.

En este sentido, se comparó la anatomía fonadora humana con la del resto de los primates conocidos. La diferencia fue evidente, aunque se concluyó que se podía aceptar un cierto lenguaje en los monos, aunque con una gran limitación en su articulación sonora, con lo que la capacidad de articular sonidos para formar las palabras quedarían como una propiedad humana que le distinguiría del resto de los animales. Naturalmente, hay que destacar la diferencia cognitiva que nos separa.

Tan centrados estábamos en la aparente marcha ascendente de la evolución que no se ha tenido en cuenta un hecho muy importante (lo pasamos por alto, o lo ignoramos por molesto). En la naturaleza encontramos una larga serie de aves (loros, papagayos, periquitos, etc.) que pueden articular perfectamente los mismos sonidos que tan ufanamente nos atribuimos en exclusividad. Estas aves pueden emitir sonidos que son fácilmente confundidos con los producidos por los humanos. Seguro que muchos habrán encontrado rápidamente la enorme diferencia que nos separa de este conjunto de aves tan particulares. Tampoco pueden pensar, limitándose sus actuaciones sonoras a la simple repetición de unos sonidos que han aprendido con anterioridad.


Ante estos hechos nos podemos preguntar: ¿Con qué finalidad la evolución creó esta alta capacidad de articulación sonora a estos animales, si no les suponía ninguna ventaja selectiva? La primera conclusión que sacamos es que el proceso biológico que denominamos como evolución es mucho más complejo que la simple idea del cambio evolutivo por mutaciones genéticas y su posterior paso a la Selección Natural. Estos datos pueden ampliarse en la entrada de este blog de evolución ycapacidades cognitivasLa segunda es que no es lo mismo capacidad de realizar una determinada conducta que su propia realización. Las capacidades evolutivas deben entenderse como posibilidades que tienen que realizarse dependiendo de las características del medio ambiente en el que nacen, crecen y procrean. El ser humano puede hablar (tiene esa capacidad), pero sólo puede realizar o desarrollar si crece en un medio social que posea ya este desarrollo lingüístico. Tal conclusión se conoce como el período crítico de adquisición del lenguaje.

Por tanto, no deja de ser curioso que en la naturaleza existen animales (p. e. Los primates) que tienen una importante limitación para articular sonidos, y sin embargo tienen un lenguaje con cierta complejidad (intencionado para transmitir lo que piensan, socialmente comprendido y con consecuencias en su conducta), mientras otros (estas aves), que sí pueden articular fácilmente sonidos, carecen de un lenguaje de estas características.

¿Dónde se encuentra la clave de la diferencia del lenguaje humano con el resto de los seres vivos? Parece ser que la capacidad de articular sonidos no constituye la diferencia que mayor importancia pueda tener. Existe un numeroso grupo de seres humanos que no puede articular palabras por ser mudos, es decir, sordos que no han aprendido a articular los sonidos del lenguaje, pero que tienen un lenguaje de signos que hace el mismo papel que pueda tener el lenguaje sonoro. Si la clave no radica en el medio empleado para transmitir lo que pensamos, la gran diferencia debe centrarse precisamente en la cualidad de lo que queremos transmitir y la capacidad de entenderlo, es decir, en las características de nuestro pensamiento.

Así, en función de las particularidades que haya alcanzado nuestro pensamiento, así de complejo será el lenguaje que tengamos. En este sentido, el lenguaje admite amplios márgenes, pues varía desde ser una simple exposición simbolizada por medio de sonidos y/o gestos de nuestros pensamientos, hasta alcanzar niveles propios de las sociedades modernas. Lo que ocurre cuando es capaz de tener, en su desarrollo cotidiano, las abstracciones que más nos caracterizan: el simbolismo de nuestra identidad personal y social, correctamente ubicados en las coordenadas del tiempo y del espacio, y de todas las posibilidades de conducta simbólica que de ellos se derivan.

Con estas ideas, el aspecto lingüístico del lenguaje (articulación sonora y/o gestual) es simplemente el aprovechamiento de unas cualidades evolutivas para lograr un fin de mayor trascendencia, la comunicación de nuestros pensamientos al resto de la sociedad (emisión y comprensión). El rastreo evolutivo del lenguaje en nuestro linaje se ha desarrollado por medio de la Paleoantropología, donde inexorablemente los factores anatómicos han sido prácticamente su única vía de acción, como parece natural teniendo en cuenta las características metodológicas de tal disciplina. El testimonio paleontológico es el único sobre la realidad de los cambios anatómicos en el curso de la evolución, pero actualmente no es capaz de indicar con claridad los caminos seguidos en tal complejo proceso y de tan larga duración. Respecto de la evolución lingüística siempre se han tenido en cuenta los desarrollos evolutivos del aparato fonador. En este sentido, destacan el descenso de la laringe (Laitman, 1983), la angulación de la base del cráneo (Lieberman, Pearson y Mowbray, 2000), el grosor de los nervios Hipoglosos (Kay et al. 1998) o el desarrollo del canal medular (Wynn, 1998). Sin embargo, todos estos datos sólo indican la posibilidad de emitir una gran variedad de sonidos (propios de los seres humanos), pero no de su uso como un lenguaje simbólico (Rivera, 1998, 2002, 2005). También ofrecen datos sobre la evolución anatómica del cerebro, destacando las áreas de Broca y Wernicke con una relación lingüística clara. En general, la confirmación de todos estos datos paleontológicos sobre un uso lingüístico sólo es indirecta, y siempre dentro de la interpretación que ofrece el darwinismo tradicional, es decir, si hubo una evolución neurológica y del aparato fonador alguna ventaja selectiva tendrían para ser seleccionados positivamente.

Si el lenguaje está íntimamente relacionado con la conducta (constituyendo una de sus manifestaciones más importantes), su rastreo evolutivo debería haber interesado a las ciencias que estudian los procesos conductuales humanos, actuales (Neurología, Psicología, Sociología y Biología evolutiva) y del pasado (Prehistoria y Arqueología), lo que evidentemente sólo se ha realizado de una forma muy limitada y poco considerada por los medios académicos tradicionales. La acción interdisciplinaria del estudio de la conducta humana se hace fundamental para entender la compleja psicobiología que rige la conducta de los seres humanos del pasado y del presente.

Conclusión. 

El lenguaje es un proceso muy complejo, pero fundamental en el origen y desarrollo de la conducta humana. En la revista Ludus Vitalis he publicado un trabajo que ordena y amplia todo lo expuesto es este post. Su acceso es libre (PDF) por lo que a los interesados les dejo le dirección:  Origen dellenguaje un enfoque multidisciplinar

* Ardila, A.; Ostrosky-Solís, F. (2008): Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, Vol.8, No.1, pp. 1-21.
* Belinchón, M.; Igoa, J. M. y Riviere, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Trotta. Madrid.
* Kay, R. F.; Cartmill, M. y Balow, M. (1998): “The hypoglossal canal and the origin of human vocal behavior”. Proceedings of the National Academy of Sciences USA, 95.5417-19.
* Laitman J. (1983): “The evolution of the hominid upper repiratory system and implications for the origins of speech. Glossogenetics: The Origin and Evolution of Language”. Proceedings of the International Transdisciplinary Symposium on Glossogenetics. Eric de Grolier (ed.), 63-90. Paris. Harwood Academic Publishers.
* Lieberman, D. E.; Pearson, O. M. y Mowbray, K. M. (2000): “Basicraneal influence on overall cranial shape”. Journal of Human Evolution 38: 291-315.
* Luria, A. R. (1979): Conciencia y lenguaje. Pablo del Río. Madrid.
* Mercier , N. (2001): Palabras y mentes. Paidós. Barcelona.
* Rivera, A. (1998): “Arqueología del lenguaje en el proceso evolutivo del Género Homo”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología 11. Madrid. UNED.
* Rivera, A. (2004): “Arqueología cognitiva. Una orientación psicobiológica”. ArqueoWeb 6 (1). Universidad Complutense de Madrid.
* Rivera, A. (2005): Arqueología cognitiva. El origen del simbolismo humano. Madrid. Arcos/Libros
* Vygotsky, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica. 1979. Barcelona.
* Wynn, T. (1998): “Did Homo Erectus Speak?”. Cambridge Archaeological Journal, 8:1.

sábado, 15 de diciembre de 2012

La socialización humana


Cuando los mecanismos genéticos no son suficientes por sí mismos para transmitir correctamente todos los conocimientos necesarios para su supervivencia, es necesario generar otras formas que faciliten la transmisión de la información que se haya elaborado y almacenado por la sociedad. Este mecanismo, por el que una generación transmite a las siguientes tal información, consiste en diversas formas de enseñanza y aprendizaje, que pueden funcionar gracias a las estructuras de comunicación y/o lenguaje que las sociedades han podido crear y desarrollar. Siempre se ha dicho que el ser humano es un animal social, pues es dentro de las sociedades que él mismo ha creado, donde puede aprender todo lo necesario para poder sobrevivir y expandirse por nuevos ecosistemas. La vida social es el medio idóneo para facilitar el aprendizaje de los elementos culturales necesarios para garantizar la supervivencia de cada uno de sus componentes.

I. - Cultura y sociedad

Entre los animales sociales el aprendizaje de las formas de subsistencia se realiza con la convivencia entre todos sus componentes, pues los adultos conocen los tipos de alimentación disponibles, la forma de adquisición de los mismos y los lugares donde encontrarlos. En los mamíferos es fácil de apreciar cómo la convivencia dentro del grupo es fundamental para adquirir este tipo de conocimientos, los cuales son absolutamente necesarios para la supervivencia de cada individuo. Si un recién nacido o un miembro de poca edad es criado separado de los miembros de su especie (zoológico, reserva natural, o cualquier otra forma de vida en la que el animal no tenga que buscar el alimento por sí mismo), es casi imposible que pueda sobrevivir si es devuelto a su medio ambiente ya adulto, pues ignora las formas de subsistencia que conoce y usa el grupo social al que pertenece, y que no pudo aprender en su infancia. Todos los animales poseen un comportamiento innato o instinto que les empuja a realizar las acciones necesarias para su supervivencia. Sin embargo, conociendo estos aspectos etológicos es fácil deducir que la información genética no es suficiente, por sí sola, para garantizar la supervivencia de los individuos de una especie. Es necesario un aprendizaje social de las formas conductuales del grupo, para que pueda encauzar el comportamiento iniciado por el instinto hacia formas de conductas prácticas y autosuficientes.

La conducta de los mamíferos, y más aún en los primates, no es un fenómeno totalmente motivado por un origen instintivo de base genética, sino que existen diversas formas de conducta elaboradas por cada grupo, que no tienen porqué ser las mismas entre las diversas poblaciones de una misma especie. Cada vez se conocen más y mejor ciertas costumbres de algunas especies de animales, las cuales se parecen más a procesos culturales, con cierto parecido a los desarrollados por los seres humanos, que a manifestaciones puramente instintivas. Tales costumbres fueron creadas en un momento determinado y transmitidas, de generación en generación, por diversos mecanismos de aprendizaje, de tal forma que si éstos fallan la información cultural se pierde. Entre los grandes primates de diferentes lugares geográficos, es fácil encontrar casos en los que distintos grupos o especies próximas entre sí tienen importantes diferencias en determinados aspectos de su comportamiento. Este proceso, es consecuencia de que su adquisición se realizó en diferentes lugares y épocas, siendo mantenidos por diversos grupos sociales a través de las siguientes generaciones. Así, se formaron diferentes culturas para cada grupo, a pesar de ser de la misma especie.

Por medio de variados estudios realizados desde mediados del siglo pasado por el primatólogo Jordi Sabater Pi (1978), conocemos el uso de piedras para romper el hueso de algunos frutos silvestres, que utilizan los Pan troglogytes verus en zonas de Costa de Marfil, Liberia y Malí. Paralelamente, la subespecie Pan troglodytes troglodytes pertenece a la que podría llamarse cultura de los bastones, cuya área de expansión comprende Río Muni, sur del Camerún y norte de Gabón. Los bastones, realizados cuidadosamente con ramitas, son utilizados para pescar termitas. De la misma manera, la famosa etóloga Jane Goodall (1986) observó que los Pan troglodytum schweinfurthi usaban los bastones para el mismo fin que los anteriores, añadiendo, como característica propia, la utilización de hojas para la confección de esponjas para beber. Estos datos pueden aclarar cómo muchas de las formas de adquisición o tratamiento de los alimentos son fenómenos aprendidos, por medio de la atención y simple imitación dentro del grupo social en el que viven. Por tanto, la separación de las jóvenes crías de su ambiente social, impedirá la adquisición de esos conocimientos, imprescindibles para su supervivencia. 
                                                                
Jane Goodall conviviendo con los chimpancés

El comportamiento social de tipo humano encaja perfectamente en estas directrices, pero con importantes diferencias de grado y, como es lógico, de forma. En el género Homo, según fue evolucionando con sus diversas especies, mayor dependencia va a tener de la evolución cultural y de su transmisión. Así, el aprendizaje se iría complicando, al ser un instrumento imprescindible para la correcta transmisión de la información elaborada, que cada vez tiene un potencial de adaptabilidad y de supervivencia de mayor importancia. Estas formas de comportamiento hacen que los mecanismos habituales de actuación de la selección natural se alteren. Hay que tener en cuenta que podrían procrear, no sólo los más aptos biológicamente, sino también los que, gracias a las ventajas de la socialización y desarrollo tecnológico, tenían mucho más fácil llegar a tener descendencia con cierta independencia de sus propias limitaciones biológicas, de los factores ambientales negativos y de los problemas de la lucha cotidiana, ampliándose el margen biológico de adaptabilidad al entorno. La vida social representa una importante mejora adaptativa, pues si un individuo aislado no puede o tiene pocas posibilidades de sobrevivir, la unión de varios de ellos multiplica sus probabilidades de lograrlo, fenómeno que caracteriza plenamente a todas las especies de nuestro linaje.

Todo lo manifestado hasta ahora nos ofrece una visión general sobre la importancia que tiene la cultura en los animales sociales, pues ésta debe perdurar generacionalmente para mantener la supervivencia de la especie. Por tanto, la cultura puede definirse como todo hecho, acción o conducta que no esté determinada genéticamente, por lo que es preciso que sea creada por una sociedad con suficiente capacidad para ello. Además, deberá existir la suficiente interacción social para que facilite su origen y desarrollo, junto con la necesidad de mantenerla generacionalmente por medios conductuales, transmitiéndola en virtud de diversos procesos de aprendizaje y/o enseñanza, pues si no existiera una comunicación de la misma a los descendientes, tal forma cultural se perdería. Como puede verse, los dos conceptos, cultura y sociedad, van íntimamente entrelazados, pues para la existencia de uno de ellos es imprescindible la existencia y el apoyo del otro. 

II. - Desarrollo cultural

En general, cierto carácter cultural siempre está presente en todos los mamíferos, aumentando en complejidad entre los primates. En los estudios sobre las formas culturales de los primates se observaron diversos fenómenos que tenían una gran similitud con ciertas propiedades humanas, sorprendiendo que pudieran desarrollarlas en mayor o menor grado. Se ha comprobado que en su medio natural tienen una gran complejidad social, formando sociedades muy jerarquizadas, parecidas a nuestras sociedades en cierta forma (Sabater Pi 1978; Goodall 1986). Diversos experimentos facilitaron la compresión que los primates poseían mayores habilidades cognitivas de lo que se pensaba en un principio, pues en laboratorio o en un ambiente rico en estímulos abstractos eran capaces de aumentar su desarrollo cognitivo, presentando cierta capacidad reflexiva ante la existencia de un plan previo a la acción (Rensch, 1983). Claramente tienen mayor capacidad cognitiva que la necesaria para sobrevivir en su medio natural.

El aprendizaje de los chimpancés se basa en el desarrollo de modelos de imitación, pues hay una completa ausencia de enseñanza por parte de la madre y demás elementos sociales hacia las crías (Tomasello, 1990). Es un fenómeno social en el que los jóvenes chimpancés adquieren las características formas de su comportamiento. En este sentido, podemos decir que su cultura es diferente a la de los humanos, pues está basada en el simple hecho de que cada generación pugna para alcanzar el mismo nivel de habilidad de sus progenitores, sin intentar llegar más lejos a pesar de tener ciertas capacidades cognitivas que podrían desarrollar conductas más productivas. Hemos visto cómo son capaces de desarrollar una vida social intensa, tener un lenguaje comunicativo y voluntario, aunque con un nivel de abstracción muy bajo. Sin embargo, en ambientes humanos, es decir, rico en estímulos y elementos simbólicos, su desarrollo cognitivo es mayor, lo que indica que poseen una capacidad superior a la que precisan para sobrevivir en su medio natural, que con unos estímulos adecuados pueden desarrollar, hasta el límite impuesto por su propia fisiología neurológica, capacidades que no utilizan habitualmente.

Existen muchas similitudes psicobiológicas entre todos los primates. Sin duda, el pertenecer a la misma rama evolutiva y tener ancestros comunes, es más que suficiente para justificar este hecho. Esta tradición social, existente entre los grupos de primates, es la que debió ser la base sobre la que edificaron nuestros ancestros, en el inicio de nuestro linaje, las pautas del comportamiento humano.

Los primeros procesos culturales propios del ser humano tuvieron que desarrollarse en una etapa temprana de su evolución. El compartir los alimentos entre los padres, cuidadores y crías, junto con una forma social que permitiera su desarrollo por medio de una protección adecuada, son los pilares del inicio de formas de comportamiento humano que, según datos arqueológicos, ya se ven en una etapa temprana de la evolución humana, concretamente con la aparición y desarrollo del Homo habilis hace más de 2 millones de años (Domínguez-Rodrigo, 1994). Estas formas conductuales, nacidas dentro de grupos homínidos estrechamente relacionados, son las que van a caracterizar a todo nuestro linaje. Por tanto, existe una gran tradición filogenética respecto a establecer jerarquías sociales, iniciar y mantener relaciones entre los elementos de un grupo y entre varias agrupaciones diferentes, así como desarrollar formas especiales de convivencia, que van a dar lugar a características formas de vida eminentemente sociales. Cada grupo social ha desarrollado los procesos culturales necesarios para sobrevivir en su medio ambiente, naturalmente este desarrollo cultural no tiene por que ser el mismo entre todos los diferentes grupos que componen la especie, aunque sí muy similar, pues todos los miembros de esa especie tendrían una estructura y capacidad cognitiva parecida. Pero siempre hay que tener en cuenta que la presión medioambiental (física, social y cultural) es la que propicia la puesta en marcha de la motivación o el interés suficiente para intentar solucionar los problemas que plantea, por medio del desarrollo práctico de las capacidades cognitivas originadas por la evolución.

III. - Aprendizaje

Para el mantenimiento de los factores culturales y sociales es fundamental que existan formas de transmisión cultural a las nuevas generaciones, pues si ésta no es la adecuada se pierde toda o parte de la información que la sociedad ha ido acumulando. Algunos autores opinan que la conducta puramente instintiva no existe y que toda cultura necesita de alguna forma de aprendizaje (Schneirla, 1953). Desde luego, en la vida de todo ser vivo siempre hay elementos que deben de ser aprendidos para una mejor supervivencia, ya sea por el método de ensayo y error, la simple imitación de sus mayores o la propia enseñanza intencionada (Bonner, 1982). Parece lógico pensar que la utilización de tales procedimientos es necesaria para una mejor garantía de la persistencia del grupo social o del propio individuo, al poder modificar su conducta en función de la experiencia propia y en la asimilación de la efectuada por sus mayores.

Entre los primates más cercanos a nosotros las formas de ensayo y error e imitación son las maneras más usadas para la adquisición de las enseñanzas del grupo social en el que viven, consiguiendo sólo igualar las formas conductuales del grupo (Tomasello, 1990). Para el origen de una enseñanza intencionada parece ser necesario la utilización de un lenguaje con cierta complejidad en la adquisición y uso de las abstracciones, así como de un desarrollo cognitivo importante, que aparentemente sólo está presente en las poblaciones humanas modernas. Con esta forma de enseñanza es posible que los jóvenes alcancen pronto los niveles culturales medios del grupo, facilitando su vida y la transmisión cultural. En el desarrollo cultural propio de la especie humana, hasta que no aparece un lenguaje abstracto y no se desarrollan sus facultades cognitivas, las formas de enseñanza continuaban por los mismos derroteros que los utilizados por sus ancestros filogenéticos, es decir, utilizando el método de la imitación controlada por el ensayo y error. Por tanto, para una enseñanza intencionada es necesario el uso del lenguaje abstracto y el desarrollo cognitivo que conlleva (desde luego la existencia de una teoría de la mente y, muy posiblemente, cierto desarrollo de una conciencia reflexiva), lo que se comienza a entrever muy tímidamente al final del Paleolítico medio europeo, con mayor claridad en el Middle Stone Age (MSA) africano, y con total nitidez en todas las áreas geográficas en las que existan culturas propias del Paleolítico superior.

El medio más importante de enseñar una cultura es a través del lenguaje, pues en sus propias características semánticas lleva implícito mucha de la información sobre el medio ambiente que se quiere transmitir. El niño, al aprender su lengua materna, parece que lo hace sin aparente esfuerzo y, en cierto modo es así, pues lo que en gran parte realiza corresponde con una estructuración neurológica basada en la asimilación de conceptos abstractos, sobre los que cimentará el resto de la información que irá recibiendo a lo largo de su vida, es decir, desarrollará las capacidades cognitivas emergentes o exaptativas. Por este camino se dirigen diversos psicólogos (Bruner, 1984, 1988; Belinchón et al. 1992; Miller, 1985; Vygotsky, 1920), y como parece estar indicada en la manifestación (Marina, 1998): 

El camino del desarrollo infantil no es la socialización que se va introduciendo poco a poco desde fuera, sino la progresiva individualización que se produce sobre la base de su esencia social. La palabra, signo para la comunicación entre los seres humanos, se convierte en signo para la comunicación con uno mismo. 
   
Esto, sólo puede realizarlo en función de la gran inmadurez neurológica que presenta, el largo período de aprendizaje que tiene y la existencia de un medio social que le va a inculcar, aunque sea sólo por imitación, la actitud, motivación y necesidad de aprender el medio de comunicación que se le ofrece. De esta forma, y sin que exista una intencionalidad en la enseñanza del lenguaje, el niño puede asumir los conceptos abstractos elaborados por sus coetáneos y ancestros adultos, aunque siempre si se realiza. dentro del período crítico de su desarrollo.

IV. - Lenguaje y sociedad

El lenguaje es claramente un fenómeno social, pues los aspectos sociales están íntimamente ligados al origen, desarrollo, perduración y transmisión de todo tipo de comunicación simbólica. En nuestra sociedad, el niño aprende el lenguaje del medio en el cual vive gracias a la reiterada interacción que va teniendo a lo largo de su vida (padres, amigos, compañeros, maestros, medios de comunicación, etc.). La separación o aislamiento de estos medios externos de interacción social, produce un deterioro cognitivo muy importante, que puede variar en función del grado, tiempo y período de crecimiento en el cual se haya producido tal hecho. El lenguaje crea un sistema de señales adecuado a las características biológicas humanas, que posibilita la creación, transmisión y recepción de elementos conceptuales o abstractos. Sin embargo, este sistema de señales no ha existido siempre, por lo que ha tenido que ser creado a lo largo de nuestra historia evolutiva. Siempre que se relacionen personas sin ningún lenguaje común pero con la necesidad de entenderse, se produce de forma natural un lenguaje criollo o mixto, tras un período de tiempo e interrelación, con los elementos más sencillos y que mejor puedan adaptarse de las diversas lenguas (Bickerton, 1994). Esta mezcla lingüística es lo suficientemente eficaz como para entenderse, y poder satisfacer las demandas de la tarea común.

Toda creación cultural y lingüística, que se realiza en el seno de una comunidad, se produce como respuesta a la satisfacción de una determinada necesidad. La creación de los elementos sonoros, con su rica carga simbólica, precisa de unos elementos sociales y una capacidad cognitiva determinada, así como del tiempo necesario para originarlas. Esto confiere un aspecto más complejo al proceso creativo, lo que puede justificar la necesidad de llegar a altos niveles de capacidad cognitiva o neurológica, que de otra manera no serían precisos para realizar simples tareas de aprendizaje. La capacidad necesaria para crear las abstracciones más transcendentes de nuestro lenguaje (autoconciencia, tiempo y espacio) y de simbolizarlas es muy alta, por lo que para alcanzarla fue preciso un importante desarrollo neurológico que ofreciera estas capacidades cognitivas. En vista de los datos que nos aporta el registro arqueológico, parece ser que sólo a partir del desarrollo evolutivo del Homo sapiens en general, es cuando empezamos a ver rastros de los conceptos de la autoconciencia, del tiempo y del espacio como entidades abstractas bien desarrolladas. Lo que en nuestra sociedad la posesión de tal capacidad es un hecho obvio, no lo fue a lo largo del largo proceso evolutivo del género Homo.

De forma paralela a la creación de un lenguaje, es preciso que existan diversos aspectos sociales para asegurar su desarrollo y mantenimiento. Primero, la existencia de uno de los factores emocionales que más nos interesa en estos momentos, como es la motivación o interés por realizar alguna función, lo que puede verse fácilmente en la necesidad de favorecer la comunicación, con el consecuente desarrollo del lenguaje (p. e. los lenguajes criollos), tanto intra como intergrupal. Segundo, todos los procesos anteriores sólo pueden desarrollarse en el seno de una sociedad estable. Estable en el sentido de poder asegurar la continuidad cultural a lo largo de sus generaciones, pues en poblaciones pequeñas, más o menos aisladas como las propias del Paleolítico inferior y medio, la continuidad del proceso no estaría asegurada. Tercero, la relación con otras poblaciones para crear la necesidad de avanzar en el desarrollo de la comunicación a través del lenguaje, así como del intercambio de nuevas abstracciones lingüísticas. Los tres aspectos deben darse a la vez, siendo éstos el verdadero motor de los cambios conductuales que se producen en las sociedades humanas, perdurando gracias a la estabilidad y desarrollo demográficos.


V. - Conclusión

Vemos como la evolución biológica no es paralela al desarrollo cognitivo, pues este último depende de los factores sociales, culturales y lingüísticos para que se produzcan los avances culturales, lo que precisa un tiempo y unas condiciones socioculturales determinadas. Solo se produce en comunidades estables que puedan crear y trasmitir a sus descendientes tales avances. Para ello, es necesario un crecimiento demográfico mínimo que asegure su expansión, y la motivación suficiente que facilite el interés por su desarrollo. Su producción no puede ser igual en todos los momentos y lugares ofreciendo el aspecto de mosaico cultural tan característico de las sociedades humanas en todos las épocas y áreas geográficas.

* BELINCHÓN, M.; IGOA, J. M. y RIVIÉRE, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Trotta. Madrid.
* BICKERTON, D. (1994): Lenguaje y especie. Alianza. Madrid.
* BONNER, J. (1982): La evolución de la cultura en los animales. Alianza. Madrid.
* BRUNER, J. (1984): Acción, pensamiento y lenguaje. Alianza. Madrid.
* BRUNER, J. (1988): Desarrollo cognitivo y educación. Morata. Madrid.
* DOMÍNGUEZ-ROCRIGO, M. (1994): El origen del comportamiento humano. Librería Tipo. Madrid.
* GOODALL, J. (1986): En la senda del hombre. Vida y costumbres de los chimpancés. Salvat. Barcelona.
* MARINA, J. A. (1998): La selva del lenguaje. Introducción a un diccionario de los sentimientos. Anagrama. Barcelona.
* MILLER, G. A. (1985): Lenguaje y Habla. Alianza. Madrid.
* RENSCH, B. (1983): Homo sapiens. De animal a semidiós. Alianza. Madrid.
* SABATER PI, J. (1978): El chimpancé y los orígenes de la cultura. Anthropos. Barcelona.
* SCHNEIRLA, T. C. (1953): Modifiability in insect behavior. En Insect Physiology, ed. K.D. Roeder, 723-747. New York: John Wiley and Sons.
* TOMASELLO, M. (1990): Cultural trasmission in the tool use and communicatory signaling of chimpanzees?. En Language and intelligence in monkeys and apes. Parker, S. T. and Gibson, K. T. (Eds.). Cambridge, University Press.
 *VYGOTSKY, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica. 1979. Barcelona.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Fundamentos psicológicos


La utilización de las teorías desarrolladas por la Psicología en el estudio de la conducta humana en todas sus épocas de existencia, constituye una necesidad que no siempre se ha tenido en cuenta. En el marco de la Prehistoria, donde se analiza el origen y desarrollo de nuestra conducta, pocas veces se ha utilizado. Igualmente, el desarrollo de la Neurología y de la misma Biología evolutiva se ha producido con formas demasiadas independientes, sin utilizar la metodología interdisciplinaria que con seguridad hubiera ofrecido resultados más reales, consensuados y con mayor base científica.

Marco teórico de la Psicología cognitiva

Durante la década de los años cincuenta y sesenta se volvieron a tener presentes la existencia de los procesos mentales como expresión de las cualidades psicológicas de nuestra especie. Tal confirmación fue el origen del desarrollo de la Psicología cognitiva, la cual trata de analizar las formas conductuales de los seres humanos por medio del estudio experimental de los procesos mentales. La Psicología cognitiva puede ofrecer un marco teórico a la Psicología de gran trascendencia, constituyendo en la actualidad el enfoque metodológico predominante, por ser la que más poder explicativo presenta y mejor se adapta a los sucesivos avances que la neurología y otras ciencias humanas van aportando continuamente, respecto del estudio de nuestro propio comportamiento (Belinchón et al. 1992).

Uno de los enfoques que más predicamento tiene en la actualidad corresponde a la perspectiva del procesamiento de la información, en el cual la mente se entiende como un sistema activo que procesa la información medioambiental. De esta manera, los estímulos sensoriales que recibimos del exterior toman especial interés en la génesis y control del comportamiento humano (González Labra, 1998). Los rasgos más característicos de este enfoque teórico son los siguientes (Belinchón et al. 1992):

- Se establece una aceptación cuidadosa de la metáfora del ordenador o hipótesis computacional como explicación de los fenómenos cognitivos, al encontrar una analogía entre el modo de funcionar de estas máquinas y los procesos mentales de los seres humanos, en cuanto que los dos son sistemas de procesamiento de la información. Existiría la posibilidad de usar, en el desarrollo de la Psicología, datos procedentes de la simulación con ordenadores, para explicar la forma de describir los estados y los procesos mentales en términos del procesamiento de la información.
- La mente humana es un sistema activo y dinámico que está continuamente interaccionando con el medio ambiente.
- Igualmente, es un sistema capaz de manipular símbolos. La actividad inteligente implica la elaboración y manipulación de ciertas representaciones de la realidad.

Importancia del medio ambiente en el desarrollo cognitivo

En este marco teórico es fácil comprender la importancia que adquieren las características del medio ambiente, dentro del desarrollo de las cualidades cognitivas del ser humano. Así, los patrones de la actividad de un organismo inteligente varían en función de la experiencia, es decir, de la incorporación de datos externos a los que puede acceder, en función de su interés y medios de aprendizaje, influyendo éstos en la explicación de los mecanismos responsables de la conducta (Belinchón et al. 1992).

En este sentido, los niños aislados totalmente por causa de patología familiar, en los que se les ha anulado su relación con sus familiares, o los que simplemente han sido abandonados como ocurre en los llamados niños lobo, han tenido un enorme retraso intelectual, que se corrigió en parte dependiendo de la edad en la que fueron rescatados (Bruner, 1984; Pinillos, 1991). También sabemos que si a los niños sordos no se les enseña un tipo de lenguaje, ya sea sonoro o manual, presentan un retraso mental importante, a pesar de tener todas las capacidades  cognoscitivas normales (Luria y Yudovich, 1956; Marchesi, 1987; Miller, 1981; Ochaita, 1990). Por el contrario, los niños que padecen el síndrome de Down consiguen un importante aumento cognitivo si reciben una educación precoz y reforzada respecto de los estímulos externos, siendo su desarrollo cognitivo, hasta cierto punto, paralelo a la madurez de su lenguaje. Estos ejemplos ilustran, de una forma muy genérica y simple, como puede afectar un medio ambiente inadecuado al desarrollo normal de los niños.

En el plano neurofisiológico, existen numerosos experimentos que indican claramente como se produce una mayor estructuración neurológica, manifestada por el aumento de sinapsis y de redes neuronales, si el desarrollo se efectúa dentro de un medio rico en estímulos. Se comprueba de este modo como las ratas criadas en un medio ambiente con abundantes estímulos sensoriales, tienen una producción de sinapsis mucho más densa que las criadas en ambientes pobres, adquiriendo además una mejor capacidad para enfrentarse a situaciones de tensión o nuevas. Podríamos decir que la experiencia sensorial está íntimamente relacionada con la proliferación de sinapsis y la consecuente creación de redes neuronales, que parece ser la base neurológica sobre la que se asienta el comportamiento (Changeux, 1983; Delgado, 1994; Martín Ramírez, 1996; Puelles, 1996).

La falta precoz y continuada de estimulación sensorial externa adecuada, produce alteraciones importantes en los centros corticales receptores de las mismas. Así podemos comprobarlo al apreciar como en los ciegos de nacimiento, por causa de alteraciones en el globo ocular o por mecanismos traumáticos (como es el caso de experimentación en animales), se produce un subdesarrollo del córtex primario occipital, receptor de los estímulos visuales (Delgado, 1994; Wiesel y Hubel, 1963).

Estos datos nos permiten comprender, de una forma somera, la importancia del medio ambiente en el desarrollo de las cualidades fisiológicas y cognitivas del ser humano que, a través de los receptores sensoriales, va a modular el desarrollo del sistema nervioso central.

Factores básicos del desarrollo de las capacidades cognitivas

La existencia de procesos cognitivos superiores entre los seres humanos (autoconciencia, atención, emotividad, razonamiento, etc.), depende de una serie de factores básicos que, en estrecha relación y desarrollo en conjunto, van a hacer posible la aparición de estas cualidades características de nuestra especie. Son los siguientes:

- Existencia de una evolución biológica que proporcione unas capacidades físicas cerebrales con un carácter innato, y otras capacidades funcionales más o menos inespecíficas, las cuales, para su desarrollo necesitan del medio ambiente, siendo las que van a sustentar los procesos cognitivos superiores. Las áreas corticales de asociación van a configurar o establecer una serie de complejas redes neurales como base fisiológica de nuestra conducta.
- La experiencia o interacción de cada individuo con el mundo en el cual vive, proporciona los diferentes estímulos sensoriales que van a ser procesados por las áreas de asociación de la corteza cerebral. La adecuada calidad e intensidad de estos estímulos adquiridos durante la infancia y dentro del período crítico, estarían estrechamente relacionados con el desarrollo de las capacidades cognitivas que la evolución nos ha proporcionado.
- Las facultades cognitivas específicamente humanas corresponden en general al concepto evolutivo de exaptaciones y psicológico de emergencias cognitivas (Anderson, 1983; Belinchón et al. 1992; Gazzaniga, 1998; Gould, 1980; Tattersall, 1998; Vrba, 1985), es decir, a cualidades generadas por los mecanismos evolutivos para unos fines específicos o simplemente con un carácter neutro, pero que con una estimulación medioambiental determinada son capaces de generar las cualidades cognitivas propias de nuestra especie.
- La aparición de estas capacidades cognitivas parece estar muy relacionada con la necesidad de un sistema simbólico, que sea capaz de facilitar un mecanismo rápido y eficaz en la tarea de asumir la extensa información externa y de poder procesarla internamente con iguales propiedades. Así, son muchos los autores que ven la necesidad de un requisito previo muy importante, como es el aprendizaje de un lenguaje que permita la simbolización del mundo exterior y, al interiorizarlo en nuestro propio pensamiento, permitir con ello el desarrollo de las cualidades cognitivas fundamentales, como son la autoconciencia, el control del tiempo y del espacio y la propia simbolización de las múltiples facetas de la vida.

Autoconciencia

Se puede afirmar que el factor cognitivo que mayor repercusión tiene en la aparición de las formas de conducta modernas, corresponde a lo que llamamos conciencia humana, autoconciencia o metacognición. Podríamos definirla, a pesar de la importante controversia que existe al respecto, como el conocimiento subjetivo que tenemos sobre nuestros propios procesos mentales, de la información que recibimos y de los actos que realizamos.

Por tanto, la conciencia corresponde a una cualidad mental adquirida gracias a las capacidades innatas del cerebro y a su estimulación adecuada por medio de un entorno socio-cultural adecuado (exaptación y/o emergencia).

Si el medio ambiente no es el adecuado, el desarrollo de la autoconciencia no tendría un correcto desarrollo. En este caso, la conducta tendría formas primarias y elementales, cuyos fines básicamente se centran en los fenómenos de supervivencia. El desarrollo de esta propiedad, se produce con el reconocimiento e interiorización del concepto abstracto del yo en relación con el concepto de los demás. Su creación requiere unos aspectos básicos:

- Necesita un mínimo de desarrollo neurológico para poder realizar dicho proceso creativo, superior al necesario para realizar tareas simples de aprendizaje.
- Precisa una interacción social (intra e intergrupal) importante y continuada, que genere continuamente problemas de relación entre los individuos del mismo grupo y de otros. Esta relación deberá hacer hincapié en la diferenciación conceptual de unos frente a otros, hasta llegar a desarrollar una clara conceptualización de los conceptos simbólicos del yo y los otros, es decir, de la individualidad social y personal.
- Su desarrollo sería generacional, necesitando el recurso de varias generaciones para desarrollar plenamente dichos conceptos. El proceso implicaría la paulatina creación de cambios conductuales que resalten la diferencia entre unos y otros, por parte de algunos elementos sociales susceptibles en mayor grado para desarrollar tales conceptos, siendo rápidamente adquiridos por los elementos más jóvenes del grupo que los asumirán como suyo propio.
- Al ser un proceso básicamente mental, para su transmisión y aprendizaje precisaría de elementos simbólicos que recojan tales abstracciones, constituyendo parte esencial de un sistema simbólico de comunicación. Por tanto, debe de estar íntimamente ligado al desarrollo del lenguaje, como elemento formal de simbolizar y transmitir tales ideas. El desarrollo del lenguaje, además, tiene una forma totalmente compatible con la adquisición y transmisión de los conceptos simbólicos del yo y de los otros, por lo que es fácil suponer que ambos procesos se superpongan. 
- La generación de la autoconciencia o la interiorización del concepto del yo, es básica en la estructura psicológica del ser humano y para su complejo desarrollo social.
- La aparición de la conciencia es un proceso de aprendizaje gradual, mediado por las características propias del lenguaje, que se entiende como vehículo básico para describir, expresar y aprender las propias experiencias, por lo que en su ausencia resulta difícil aceptar la existencia de fenómenos conscientes (Bickerton, 1990; Bruner, 1984, 1988; Delgado, 1994; Luria 1974, 1979; Palacios, 1984; Pinillos, 1991; Vygotsky, 1920; Wertsch, 1985).

El lenguaje como medio del desarrollo cognitivo-conductual

La importancia que el lenguaje tiene dentro del desarrollo cultural humano es considerada de gran trascendencia para la comprensión de su conducta. Sin embargo, existe cierta dificultad a la hora de conocer la importancia real de éste, ya que aunque es fácil comprender su aspecto comunicativo, es más complejo interpretar los efectos que puede producir su interacción con el pensamiento, propiciando el desarrollo de los elementos cognitivos que van a dar lugar a la conducta de nuestra especie. Así, parece evidente la necesidad de desarrollar un modelo funcional del lenguaje en el que, al analizar los datos anatómicos, fisiológicos, psicológicos y sociales, podamos comprender su funcionamiento, con el fin de llegar a un mejor conocimiento de su desarrollo y uso del mismo a lo largo de toda la evolución física y cultural humana.

Algunos de los problemas que se plantean en el momento de comprender el origen y desarrollo del lenguaje, pueden deberse a los diferentes enfoques con los que se define tal proceso, por lo que es necesario comenzar con una definición del mismo.

En general, el lenguaje humano puede definirse como la transmisión voluntaria de un pensamiento, idea o sentimiento por medio de un sistema de representación, con mayor o menor carga simbólica, que puede conformar un código léxico-gramatical, con la intención de que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige tal mensaje (Rivera, 1998, 2009).Esta definición implica diversos conceptos básicos:

- Voluntariedad e intencionalidad en la acción, con conciencia de realizar el acto.
- Necesidad de tener previamente algo que comunicar, como pensamientos, deseos, abstracciones, etc.
- Existencia de un ambiente social básico, que permita su necesidad, origen y desarrollo.
- La creación de un sistema de representación de los hechos que comunicar, es decir, que todo pensamiento, idea o sentimiento se corresponda con un sistema de representación, formando un sistema de señales (principalmente acústico y gesticular o visual), que a su vez se autorregula por una serie de elementos abstractos que ordenan su conexión y ordenación expositiva (código léxico-gramatical).
- El receptor debe recibir y comprender tales señales por lo que debe de presentar un sistema sensorial adecuado a las mismas.
Estos conceptos nos hacen comprender que el lenguaje es un proceso psicobiológico de gran complejidad, con un carácter multifactorial, que complica en gran forma la comprensión del mismo. Cuando nos referimos al ser humano, aunque pueda haber utilizado como sistema de señales diversos medios, parece que el más usado y generalizado corresponde a la transmisión sonora, la cual presenta grandes ventajas sobre los sistemas gesticulares o visuales. Puede establecerse una correspondencia entre la evolución del sistema nervioso central, auditivo y fonador del ser humano con la posibilidad de creación del lenguaje.

En definitiva, es el sistema nervioso central el que controla ambos procesos, por un lado, como creador de los pensamientos, ideas y sentimientos que quiere transmitir, a los que representa simbólicamente con una serie de sonidos y, por otro, con la articulación y producción de esos mismos sonidos por medio del sistema fonador. Con ellos se establece una forma rápida y eficaz de transmisión del pensamiento a través del lenguaje humano (Rivera, 1998, 2009).

Funciones del lenguaje

Durante la evolución de los sistemas anatómicos relacionados con el lenguaje, se han ido desarrollando e interaccionando entre si las diversas funciones que el sistema de comunicación humano es capaz de producir. Son las siguientes:


- La comunicación o transmisión de un pensamiento determinado a través del sistema simbólico elegido. En el caso de ser la voz, no es necesario utilizar la mirada ni las manos, quedando libres para realizar otra actividad. Corresponde al proceso más conocido y difundido del lenguaje, como es el propio habla. Con él, se produce la transmisión y aprendizaje de conceptos nuevos que pasan a formar parte del pensamiento del oyente, enriqueciendo y facilitando la creación y transmisión de nuevas ideas. Tenemos tres funciones relacionadas con el proceso interactivo del lenguaje con los demás (Belinchón et al. 1992):
* Compartir la experiencia personal.
* Transmitir la experiencia acumulada por la especie.
* Regular la acción conjunta de forma delicada y cooperativa.

- Desarrollo cognitivo por medio de la interacción del lenguaje con el pensamiento. Éste sería una consecuencia de la función comunicativa y la parte del proceso lingüístico menos conocida, pero no por ello menos importante, pues en definitiva es la que va a cambiar la propia configuración de nuestro pensamiento y de nuestras propias acciones. En conjunto, ambas funciones van a facilitar una serie de cualidades mentales propias de nuestra especie, permitiendo realizar diversas procesos cognitivos (Belinchón et al. 1992):

* Categorizar la realidad en planos inaccesibles a la especie sin el uso de códigos apropiados, pues permite realizar la comunicación consigo mismo, definiendo así un plano reflexivo y metacognitivo de conciencia. Igualmente permite describir lo real y facilita describir lo posible, hasta límites que no serían factibles con otros métodos de representación.
* Realizar inferencias deductivas, inaccesibles a otras especies. Gran reflexividad.

- Desarrollo del pensamientoPueden existir dos formas genéricas de pensamiento:
* La primera correspondería al uso exclusivo de representaciones sensoriales, tales como imágenes o recuerdos de los diversos sentidos. Es como si nos viéramos realizando la acción que queremos imaginar. Fácilmente nos damos cuenta de la dificultad que se nos presenta en el momento de idear la representación de hechos abstractos (datos técnicos, fechas, cifras, etc.), con lo cual la acción mental transcurre lentamente y a veces no llega al fin deseado, siendo además su transmisión a otros seres muy difícil de realizar, al carecer de un sistema simbólico de comunicación. Sin duda puede existir un pensamiento sin lenguaje, pero muy limitado en su funcionalidad y con una gran dificultad en su análisis, comprensión y comunicación.

* De la segunda manera, utilizamos el lenguaje que usamos normalmente con las mismas directrices léxico-gramaticales, aunque con pequeñas variaciones que lo caracterizan como un lenguaje interno (Luria, 1979); es decir, como si habláramos con nosotros mismos. Nuestro pensamiento está ahora plenamente verbalizado, siendo más fácil pensar, relacionar y expresar todo tipo de situaciones y hechos, con mucha mayor rapidez y claridad. De este modo nuestras acciones, consecutivas a nuestro pensamiento, estarán mejor guiadas y estructuradas. Igualmente la transmisión de pensamientos abstractos es muy fácil, al usar el simbolismo que el lenguaje nos permite.

- El pensamiento simbólico se basa en la experiencia adquirida por medio del lenguajeNuestro pensamiento sólo podrá funcionar basándose en los conceptos, hechos, ideas, palabras y cualquier elemento sensorial, que haya sido vivido, memorizado y posteriormente recordado, para poder ser procesado y desarrollar una acción consecuente. Puesto que el lenguaje es la mejor forma de adquirir los elementos abstractos o simbólicos de una sociedad, se producirá una intensa interacción entre el lenguaje y el pensamiento, que en el caso de los niños servirá como guía del desarrollo de su pensamiento y acción. El lenguaje representa sólo la experiencia vivida (Bruner, 1984, 1988), ya sea directamente o por procesos de combinación basados en anteriores vivencias.

Un lenguaje moderno, propio de los seres humanos actuales, sería aquel que presente una base simbólica muy importante en sus vocablos o léxico, de tal forma que englobe toda su dinámica alrededor de las abstracciones realizadas por el cerebro, como son los conceptos del yo-otros, del tiempo y del espacio, todo ello articulado por un código gramatical igualmente abstracto, desarrollando la formación de los procesos de autoconciencia, propios del ser humano actual. Tras el largo aprendizaje de la niñez, llegaría a conducir la acción con independencia del aquí y ahora (desplazamiento cognitivo), centrándose toda la acción humana alrededor del concepto aprendido de nuestra independencia física y psíquica (el yo), en contrapunto con nuestra relación con los demás.

En el desarrollo normal del niño, el lenguaje y pensamiento parecen ser independientes en su origen, produciéndose posteriormente continuas interacciones. Éstos, en un momento determinado se funden, a través de un proceso de interiorización, dando lugar al pensamiento verbalizado (pensamiento regulado por las reglas gramaticales y el léxico aprendido) y por otra parte al lenguaje intelectualizado (exteriorización sonora del pensamiento), siendo estos procesos lo que le confiere al niño las características clásicas del comportamiento humano. Como la conducta está regulada por el pensamiento, es fácil concluir que el lenguaje es un instrumento regulador de la conducta y del desarrollo cognitivo de los seres humanos (Bickerton, 1990; Bruner, 1984,1988; Luria y Yudovich 1956, Luria, 1979; Vygotsky, 1920; Wertsch, 1985).

- Cambios conductuales debidos al pensamiento simbólico. En la teoría cognitiva, la conducta puede entenderse como la respuesta de los procesos mentales o cognitivos a los estímulos externos, fuente de toda experiencia y base de datos para el desarrollo de todo procesamiento informativo. La naturaleza de los procesos cognitivos, con respecto a la conducta, es difícil de explicar. En los animales la cognición puede definirse como una representación neurológica o modelo de alguna experiencia pasada como base para la acción. Mientras que en el ser humano, tales procesos adquieren dos características  sobresalientes (Domjan y Burkhard, 1986):

- Conducta motivada plenamente por los estímulos externos, que recibe en ese mismo momento. Correspondería al prototipo clásico del comportamiento animal.
- Conducta elaborada por la experiencia anterior, que no está sujeta ni al tiempo ni al lugar en donde transcurre la acción. Corresponde a un pensamiento que trabaja con símbolos y usa una propiedad cognitiva denominada desplazamiento, dándose entre los humanos con un desarrollo cognitivo moderno.

La relación entre el desarrollo de las capacidades cognitivas y las cualidades medioambientales, es fundamental en la aparición de formas conductuales con un formato humano actual. Cognición y conducta son dos procesos íntimamente relacionados, pudiendo decirse que la conducta es la manifestación externa de los procesos cognitivos. El aprendizaje e interiorización de un lenguaje moderno, darían lugar a un pensamiento mucho más funcional, rápido y eficaz que facilita enormemente la adaptación a los cambios medioambientales, lo que a la larga se comprende como un desarrollo cognitivo. El cambio sustancial de la acción del ser humano, se aprecia en sus hechos, viendo como se establecen pautas conductuales de planificación del futuro; concepto del espacio donde la posibilidad de la existencia de otros lugares más allá de donde vive, aumentaría su área de autonomía y lo que parece ser más importante, una clara idea de su propia identidad en oposición a la de los demás.

El desarrollo de estas cualidades cognitivas requiere unas connotaciones sociales muy determinadas, existiendo en lugares con suficiente y permanente actividad demográfica y consecuente interés comunicativo (Bickerton, 1990; Bruner, 1984, 1988; Mead, 1934; Pinillos, 1991; Vygotsky, 1920; Wertsch, 1985).

El lenguaje es fruto del pensamiento, pero a su vez, también es modulador del mismo y en definitiva ambos son controladores de la acción y conducta humana.


Resumen

El desarrollo de las capacidades cognitivas humanas corresponde a un complejo proceso, dentro del cual debe existir una íntima relación entre las características neurológicas evolucionadas y heredadas, con los procesos psicológicos que van a dar lugar a las formas conductuales humanas. Existen diversos factores:

- Evolución neurológica por medio del modelo multifactorial, que daría lugar a un gran cerebro con muchas capacidades cognitivas por desarrollar, junto con una serie de cualidades trascendentales como son su inmadurez  y plasticidad neurológica.
- Unas capacidades psicológicas emergentes o exaptaciones muy importantes, que se desarrollarán en función de los factores medioambientales y de las características neurológicas.
- Las características culturales medioambientales influirán notablemente en la creación y desarrollo de estos procesos. Si en el medio ambiente existe un lenguaje puede ser capaz de desarrollar la autoconciencia en los niños que se críen en ese ambiente.
- La conducta está íntimamente relacionada con el desarrollo cognitivo, y éste se desarrolla gracias a la existencia de un lenguaje simbólico. Por tanto, cognición, lenguaje y conducta son tres procesos que siempre van unidos en su creación y desarrollo y, en definitiva, serán los parámetros sobre los que gira la propia evolución cultural humana.

* Anderson, J. R. (1983): The Architecture of Cognition. Cambridge, M. A. Harvard University Press.
* Belinchón, M.; Igoa, J. M. y Rivière, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Ed. Trotta S.A. Madrid.
* Bickerton, D. (1990): Lenguaje y especie. Alianza Universal, nº 780. Alianza Madrid.
* Bruner, J. (1984): Acción, pensamiento y lenguaje. Alianza Psicológica, nº2. Alianza. Madrid.
* Bruner, J. (1988): “Desarrollo cognitivo y educación”. Ed. Morata. Madrid.
* Changeux, J-P. (1983): El hombre neuronal. Espasa Calpe.1985. Madrid.
* Delgado, J. R. M. (1994): Mi cerebro y yo. Ed. Temas de hoy. Madrid
* Domjan, M. y Burkhard, B. (1986): Principios de aprendizaje y de conducta. Editorial Debate. Madrid.
* Gazzaniga, M. S. (1998): “Dos cerebros en uno”. Investigación y Ciencia. Barcelona.
* González Labra, M. J. (1998): Introducción a la psicología del pensamiento. Ed. Trotta. Valladolid.
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* Luria, A. R. (1974): El cerebro en acción. Ed. Fontanella. Barcelona.
* Luria A. R. (1979): Conciencia y lenguaje. Ed. Pablo del Rio. Madrid
* Luria A. R. y Yudovich, F. Y. (1956): Lenguaje y desarrollo intelectual del niño. Ed. siglo XXI. Madrid.
* Marchesi, A. (1987): Desarrollo cognitivo y lingüístico de los niños sordos. Alianza. Madrid.
* Martín Ramírez, J. (1996): Fundamentos biológicos de la educación: La vida. Ed. Playor, Madrid.
* Miller, G.A. (1981): Lenguaje y Habla. Alianza. Madrid.
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