domingo, 30 de junio de 2013

Pensamiento, lenguaje y conducta

Durante la década de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado se volvieron a tener presentes la existencia de los procesos mentales como expresión de las cualidades psicológicas de nuestra especie. Tal confirmación fue el origen del desarrollo de la Psicología cognitiva, la cual trata de analizar las formas conductuales de los seres humanos por medio del estudio experimental de los procesos mentales, aunque actualmente se habla más de procesos cognitivos. Éstos, aunque difíciles de precisar con los medios del momento, deben de tener gran trascendencia en el desarrollo y manifestación de nuestras acciones. Esta corriente teórica es la que mejor explica la conducta humana y más se aproxima a los datos que otras ciencias biológicas nos ofrecen, es decir, mejor se acoplan a la interdisciplina que debe aplicarse al estudio de la conducta human en todas sus épocas.

Dentro de la Psicología cognitiva uno de los enfoques que más predicamento ha tenido corresponde a la perspectiva del procesamiento de la información, en el cual la mente se entiende como un sistema activo que procesa la información medioambiental. De esta manera, los estímulos sensoriales que recibimos del exterior toman especial interés en la génesis y control del comportamiento humano (González Labra, 1998). Los rasgos más característicos de este enfoque teórico son los siguientes (Belinchón et al. 1992):

- Se establece una aceptación cuidadosa de la metáfora del ordenador o hipótesis computacional como explicación de los procesos mentales, al encontrar una analogía entre el modo de funcionar de estas máquinas y los procesos mentales de los seres humanos. Básicamente la semejanza se limita en que los dos son sistemas de procesamiento de la información.
- Esta limitada semejanza ofrecía la posibilidad de usar, en el desarrollo de la Psicología, datos procedentes de la simulación con ordenadores, para explicar la forma de describir los estados y los procesos mentales en términos del procesamiento de la información.
- La mente humana es un sistema activo y dinámico que está continuamente interaccionando con el medio ambiente.
 - Igualmente, es un sistema capaz de manipular símbolos. La actividad inteligente implica la elaboración y manipulación de ciertas representaciones de la realidad.

Éste enfoque metodológico de la Psicología cognitiva es el que más poder explicativo presenta y mejor se adapta a los sucesivos avances que la Neurología y otras ciencias humanas van aportando continuamente, respecto del estudio de nuestro propio comportamiento (Belinchón et al. 1992). Dentro de este enfoque metodológico el pensamiento se describe como una actividad mental guiada por un propósito o meta, con lo que queda estrechamente relacionado la acción corporal (conducta). Se asume que el pensamiento es el resultado del procesamiento de la información recibida y almacenada (González Labra, 1998: 45), la cual es utilizada para realizar la acción más oportuna en cada momento. En este contexto metodológico nos podemos preguntar:

¿Qué relación tienen ambos proceso con el lenguaje y cómo se articulan?

Es necesario recordar la definición de lenguaje ya mencionada en esta blog (lenguaje humano):

El lenguaje humano puede definirse como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, idea o sentimiento, por medio de un sistema de representación simbólico (en principio sonoro y/o gestual), con la intención de interferir en la conciencia o atención del oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información y/o la posibilidad de realizar tareas en común).
Está claro que el lenguaje se sitúa en un estadio intermedio entre el pensamiento, junto a los procesos simbólicos y emocionales, y la acción (conducta o información).

Pensamiento, lenguaje y conducta son tres procesos que se desarrollan en intima relación y van a caracterizar nuestra propia esencia humana. Aunque su estudio pueda realizarse aisladamente con fines meramente didácticos, siempre hay que recordar su estrecha relación en su producción y desarrollo. Sin el lenguaje es imposible explicar nuestro desarrollo cultural, por lo que sí tenemos una cultura que transmitir a nuestros descendientes, es porque ha habido un lenguaje que lo ha permitido. En su estudio se hace imprescindible usar métodos interdisciplinarios, es decir, utilizar todas las disciplinas académicas que nos puedan aportar alguna información, pero hay que tener presente que, aunque sean diferentes en sus respectivos enfoques, debe existir un común punto de encuentro, pues todos ellas tienen como fin principal al ser humano y sus manifestaciones culturales y lingüísticas. Si en esta confluencia de intereses se apreciasen importantes contradicciones, habría que pensar que alguna determinada teoría, de las disciplinas usadas en este estudio, pudiera no ser correcta, pues en la explicación de la realidad humana no pueden coexistir conceptos claramente antagónicos.

El lenguaje siempre se ha considerado como una propiedad humana de características innatas y exclusivas de los seres humanos. Este concepto nace de la simple observación, pues ningún otro animal es capaz de producir los sonidos del lenguaje con las características de intencionalidad y comunicación social de lo que pensamos. La idea de innatismo se refuerza con el hecho de que aparentemente todos los niños comenzaran a hablar desde muy temprana edad, sin que se aprecie un claro proceso de enseñanza intencionada por parte de algún adulto. Parece que genéticamente estamos programados para hablar, usando una determinada lengua. Sin embargo, la falta de unas condiciones sociales con un mínimo de cualidades específicas para su desarrollo, la aparición del lenguaje, su riqueza de expresión y la normalidad cognitiva de los niños, estarían muy limitadas. El ambiente en el que viven los niños pequeños tiene una vital importancia para el desarrollo de un lenguaje, de sus facultades mentales, de la estabilidad emocional y, por tanto, de su supervivencia.

El lenguaje es tan importante para los seres humanos que sin él no hubieran podido producirse las numerosas culturas que han jalonado nuestra historia. Pero su importancia no radica sólo en la expresión sonora de lo que pensamos, sino que su función social (siempre se habla entre varios) y del desarrollo cognitivo (emocional y racional) que es capaz de producir, pues son tan fundamentales como la comunicación. No obstante, estas características cognitivas del lenguaje no siempre se han conocido ni tenido en cuenta en la explicación de los hechos humanos. Como puede apreciarse, existe una intensa e interesante relación entre el pensamiento (capacidades cognitivas), el lenguaje y la conducta humana. Tal relación queda reflejada en las características de nuestro pensamiento, pues si prestamos un poco de atención, cuando pensamos es como si habláramos con nosotros mismos (lenguaje interno). El pensamiento se beneficia de la fluidez y ordenamiento del lenguaje, aunque tales características no dejan de ser, a su vez, consecuencias de las capacidades cognitivas (abstracción, simbolización, etc.) del pensamiento.

La utilización del lenguaje por parte del pensamiento conlleva la limitación de las características del mismo, si éste es muy limitado en concepciones abstractas, el pensamiento tendría igualmente cierta limitación en el uso de tales conceptos abstractos no aprendidos. El lenguaje es el medio por el cual aprendemos todos los conceptos abstractos (conceptos sobre la individualidad, el tiempo, el espacio, la negación, religión, arte, etc.) que nuestra sociedad haya podido ir creando a lo largo de su desarrollo. El lenguaje es el medio por el cual el niño, de una manera rápida, guiada y ordenada, adquiere ese conjunto de abstracciones fundamentales en nuestro medio social. Igualmente, dotamos a nuestro pensamiento de una herramienta fundamental para poder desarrollar las capacidades cognitivas que nos caracterizan (lenguaje interno). El niño, al ir asimilando las abstracciones que aprende por medio del lenguaje que escucha de la sociedad en la que vive, dentro de su periodo crítico de maduración neurológica, organiza su sistema nervioso en función de las cualidades que tales abstracciones le ofrecen (Belinchón et al. 1992; Vygotsky, 1920). Hay que añadir que los aspectos racionales tienen un proceso emocional íntimamente ligado de ellos. Cualquier proceso cognitivo tiene asociada una correlación emocional (Ardila y Ostrosky-Solís, 2008).

Las propiedades de un lenguaje con características humanas ofrecen muchas posibilidades que van a mejorar la conducta humana. Además de la simple comunicación o intercambio de ideas posibilitan el clasificar la realidad en planos inaccesibles a la especie sin el uso de códigos apropiados; permite describir lo real y lo posible, hasta límites que no serían factibles con otros métodos de representación; y la comunicación consigo mismo, definiendo así un plano reflexivo y de autoconciencia (Luria, 1979). También ofrece la posibilidad de realizar procesos deductivos de gran alcance, que no son posibles a otras especies. Con ello se logra el desarrollo de una propiedad cognitiva propia del ser humano, como es la gran reflexividad que le caracteriza. Todas estas capacidades cognitivas pueden desarrollarse de una forma mucho más rápida y efectiva gracias a las cualidades que el lenguaje ofrece, siendo un claro ejemplo de lo que podemos denominar como desarrollo cognitivo (Belinchón et al. 1992).

El lenguaje, en función de la propia complejidad simbólica que adquiriere poco a poco, va a producir otras características psicológicas de gran importancia para el ser humano, pues sirve como organizador del pensamiento y director de la acción. Pueden resumirse en tres aspectos:

- Interacción entre lenguaje y pensamiento (interiorización del lenguaje).
- Desarrollo cognitivo (autoconciencia, planificación temporo / espacial, etc.).
- Cambio conductual (mayor control de la acción).


El lenguaje, según el psicólogo George A. Miller (1985: 147), es una experiencia que comienza desde el nacimiento, pudiendo decir que el pensamiento y el lenguaje se han modelado mutuamente al ir desarrollándose con una constante interferencia. El lenguaje es fruto del pensamiento, pero también es modulador del mismo, y ambos son controladores de la acción y conducta humana (Bruner, 1984).
  
* Ardila, A.; Ostrosky-Solís, F. (2008): Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, Vol.8, No.1, pp. 1-21.
* Belinchón, M.; Igoa, J. M. y Riviere, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Trotta. Madrid.
* Bruner, J. (1984): “Acción, pensamiento y lenguaje”. Alianza Psicológica, nº2. Alianza Editorial S.A. Madrid.
* González Labra, M. J. (1998): Introducción a la psicología del pensamiento. Trotta. Valladolid.
* Luria, A. R. (1979): Conciencia y lenguaje. Pablo del Río. Madrid.
* Miller, G.A. (1981): “Language and Speech”. Ed. W.H. Freeman and Company. New York and Oxford. Traducción en castellano: “Lenguaje y Habla”. Alianza Psicológica, nº4. 1985. Madrid.
* Vygotsky, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica. 1979. Barcelona.