miércoles, 2 de agosto de 2017

Cerebro, sentidos y lenguaje

El cerebro puede definirse funcionalmente como el órgano que procesa la información sensorial, controla y coordina el movimiento, y junto con el bulbo raquídeo puede controlar el comportamiento y las funciones corporales fisiológicas (frecuencia cardiaca, la presión sanguínea, el balance de fluidos, la temperatura corporal, etc.). De todo ello destacaré un proceso de vital importancia para nuestra conducta: su capacidad de procesamiento de la información que constantemente estaría recibiendo.


Efectivamente, el cerebro continuamente está recibiendo información del mundo exterior, dependiendo de tales estímulos para un correcto mantenimiento de sus funciones. Algunos sencillos experimentos nos pueden aclarar tales ideas, pues a mediados del siglo pasado se realizaron diversos ensayos de privación de estímulos sensoriales prolongados. Su finalidad era investigar el efecto que el déficit severo de información sensorial externa producía en la conducta de adultos. Para ello, alumnos de psicólogo Donald O. Hebb se sometieron a duras privaciones de estímulos sensoriales durante el tiempo que pudieran aguantarlas. Para conseguir dicho efecto, usaron unos vendajes que impedían el tacto, una careta-pantalla de plástico que alteraba la visión de las figuras y un almohadón en forma de U relleno de goma espuma para atenuar los sonidos. Unos electrodos recogían las ondas de su electroencefalograma. Ninguno de los voluntarios duró más de una semana, pues pronto empezaba a disminuirles la capacidad de pensar y hasta se produjo algún caso de alucinaciones (Milner, 1994).

Sin embargo, la falta de percepción de estímulos externos (sobre todo sonoros, táctiles y visuales) desde el mismo nacimiento va a producir un importantísimo deterioro cognitivo. Tal afirmación ha sido ampliamente confirmada en la literatura médica y psicológica, llegando a la conclusión de que el desarrollo emocional y racional depende totalmente de las características de las sensaciones que el cerebro recibe. Pero la información por sí sola no es suficiente, pues debe de estructurarse de forma que sea útil para el desarrollo cognitivo de los seres humanos. En este contexto, en la actualidad se admite que la información adquirida a través del un lenguaje es la mejor (y puede que la única) forma de producir una adecuada estructuración funcional del cerebro, de forma que además de seres humanos nos convirtamos en personas. El proceso necesario de organización de la información pasa por dos procesos: la simbolización de todas las cosas y acciones y su estructuración gramatical. Así, al asimilarse neurológicamente se produce el lenguaje interno (función cognitivadel lenguaje). 

El uso del lenguaje precisa de un sistema de representación de los hechos que se quiere comunicar, es decir, de la simbolización de estos pensamientos, ideas o sentimientos a transmitir. La simbolización puede estar basada en cualquiera de los sentidos humanos que pueden ser reconocidos por otros componentes de la  sociedad, formando un sistema de señales determinado. Destacan, por su mayor funcionalidad, los sentidos acústico y visual, pues el olfato y gusto no son adecuados para realizar tan complejo proceso. El tacto, en principio, es poco práctico, aunque podría igualmente usarse. De hecho, gracias a sus cualidades se puede suplir la falta conjunta de los dos más utilizados (visión y audición), consiguiendo vencer el aislamiento que esas personas ciegas y sordas tenían, y favorecer la comunicación escrita de los ciegos.

Anne Sullivan y Hellen Keller hablando
Un claro y conocido ejemplo lo constituye el caso de Hellen Keller, la cual quedó sorda y ciega a causa de una enfermedad cuando tenía 19 meses de edad. No obstante, comenzó a descubrir el mundo usando sus otros sentidos. Tocaba y olía todas las cosas que estaban alrededor de ella, sintiendo las manos de otras personas para ver o comprender lo que estaban haciendo e imitaba (copiaba) sus movimientos. Cuando tenía siete años de edad había logrado desarrollar algunos signos táctiles con los que comunicaba a su familia sus necesidades más básicas. Pero pronto quedó estancada en este primitivo proceso comunicativo, con lo que la frustración aumentó con la edad. Se convirtió en una persona salvaje, revoltosa y muy agresiva. Esta situación hizo que se viera claramente la necesidad de buscar ayuda fuera del ambiente familiar, para lo cual se contrató a una tutora privada. Anne Sullivan, que había perdido la visión cuando tenía cinco años, fue la persona elegida para educar a Hellen Keller. Lo primero que realizó Anne fue intentar comunicarse con ella, venciendo su agresividad con fuerza y paciencia. El siguiente paso fue enseñarle el alfabeto manual. Anne la ponía en contacto con los objetos y le deletreaba en la mano las palabras. Así, comenzó a animarse y cada cosa que encontraba la cogía y preguntaba a Anne cómo se llamaba. Poco a poco fue preparando a su alumna con nuevas palabras, ideas y conceptos que necesitaría para enseñarle a hablar y comprender la realidad en la que vivía. Como resultado de todo este trabajo, Hellen llegó a ser más civilizada y amable, y pronto aprendió a leer y a escribir con el método para ciegos de Braille. También aprendió a leer de los labios de las personas tocándolas con sus dedos y sintiendo el movimiento y las vibraciones. Con la constante ayuda de su tutora que actuaba de profesora e intérprete, pues señalaba en las manos de Hellen lo que los profesores decían en clase y transcribía en los libros utilizando el sistema Braille, Hellen consiguió graduarse con título de honor de la Radcliffe College en 1904.

Hay que asumir plenamente que la información externa es crucial para el desarrollo cognitivo (emocional y racional) de los seres humanos. Como así lo expresan numerosos psicobiólogos:

En los seres humanos, la dirección genética proporciona la capacidad de aprender, pero el material ideológico y cultural ha de penetrar en el cerebro a través de los sentidos, sin que sea originado por el individuo, sino que ha de proceder del medio exterior. (Delgado, 1994).

Siendo el lenguaje el mejor medio conocido para modelar estructuralmente el cerebro:

El lenguaje no es una obra más de ser humano: nuestra mente ha llegado a ser estructuralmente lingüística. La palabra penetra hasta el fondo de nuestra inteligencia. Por eso la lingüística tiene que comenzar con el estudio de la acción humana. El Lenguaje nace en el Mundo de la vida, y tiene una función práctica: comunicar, organizar la colaboración, pedir, transferir conocimientos, planificar y dirigir la conducta. Sirve para la comunicación exterior y para la construcción de uno mismo (Marina, 1998).

- Delgado, J.M. (1994): Mi cerebro y yo. Temas de Hoy. Madrid.
- Marina, J. M. (1998): La selva del lenguaje. Introducción a un diccionario de los sentimientos. Anagrama. Barcelona.
- Milner, P. T. (1994): “Donald O. Hebb, teórico de la mente”. En Psicología fisiológica. Libros de Investigación y Ciencia, 12-17.

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