domingo, 23 de noviembre de 2025

Evolución cognitiva del género Homo

La teoría de Darwin aplicada a la evolución del género Homo se fundamenta en dos procesos de gran interrelación funcional: las variaciones funcionales del genoma (mutaciones e inferencias epigenéticas) y la gran influencia medioambiental para dirigir el desarrollo biológico. Con estas premisas la evolución cognición humana sería la consecuencia del desarrollo neuroevolutivo y psicológico producido por la influencia medioambiental sobre el cerebro. Su principal logro es doble: primero controlar la homeostasis de cada ser vivo y segundo mejorar sensiblemente su capacidad de procesar la información externa, con lo que se aumenta la funcionalidad neurológica y la complejidad de su conducta. Para su compresión es imprescindible intentar profundizar en las causas de tal proceso, como serían los antecedentes biológicos del desarrollo cerebral, la continua influencia que el cerebro recibe del medioambiente en el que vive y la respuesta conductual (individual y sobre todo social) que, a su vez, es capaz de crear y desarrollar nuevas condiciones medioambientales (cultura acumulativa) desde el inicio del género Homo. Así, se producirán nuevas influencias (ambientales y sociocognitivas) que, con su desarrollo y expansión social, van a constituir las principales causas del cambio y desarrollo biológico y conductual. 

Darwin creía que el desarrollo cultural era especialmente importante para el progreso conductual, constituyendo la fuente principal del desarrollo cognitivo humano transmitido por la imitación y la educación, creando lo que actualmente se denominan nichos humanos donde tiene lugar una importante influencia sobre el desarrollo cultural, conductual y cognitivo de los seres humanos. A los tradicionales factores medioambientales (geográfico, geológico, climático y biológico) hay que añadir la influencia que la cultura acumulativa creada por las sociedades humanas de nuestro género. Con la cultura se conseguiría un nivel de adaptación a cualquier medioambiente con unas características muy superiores de las que se podrían lograr mediante determinados cambios anatómicos y fisiológicos. La cultura permitirá adaptaciones a muchos de los ecosistemas que puedan darse en nuestro planeta. Realmente se desarrolla una coevolución neurológica y ecológica que al actuar conjuntamente desarrollan procesos conductuales de gran trascendencia (emergencia cognitiva).

Tradicionalmente esta forma de evolución ha permanecido prácticamente separada del resto de nuestros ancestros, al ser considerada como un proceso principalmente humano con un carácter casi independiente del visto en otras entidades biológicas. Sin embargo, la realidad de nuestro desarrollo cognitivo tiene importantes relaciones evolutivas con las características cognitivas que pueden apreciarse en nuestros antecesores filogenéticos. A pesar del conocimiento de esta realidad evolutiva existe cierta inercia metodológica para asumir que ciertos mecanismos cognitivos del género Homo no son muy independientes respecto de los conocidos en otras entidades biológicas de las que descendemos evolutivamente.

Planteamiento metodológico para su análisis

El gran desarrollo que en la actualidad se está produciendo en el estudio de la cognición de nuestros predecesores evolutivos en todas sus componentes (psicológico, neurológico, social y conductual) ha servido para darnos cuenta de que en ellos radican las claves sobre de las características generales del funcionamiento de la cognición humana. Menospreciarlas u óbvialas solo conduce a un antropocentrismo que continuamente nos estaría engañando sobre la realidad del proceso en estudio.

En el análisis de los cambios acaecidos entre nuestros antecesores evolutivos estaría la clave del desarrollo mental y conductual humano. Sería empezar su estudio desde los cimientos y no desde el tejado, lo que en teoría parece más lógico, pero más complejo y novedoso para los perfiles académicos tradicionales. Los mecanismos evolutivos son siempre los mismos aplicados a situaciones semejantes, por lo que existen importantísimas similitudes histológicas, fisiológicas, funcionales y medioambientales en lo relativo al desarrollo de cada particular conducta.

Conocemos que en el género Homo se produce un aumento de la capacidad cognitiva (no olvidar que capacidad debe de usarse en el término de potencialidad, no de una realidad manifiesta), y después del nacimiento se generan las nuevas pautas de conducta. Estos cambios funcionales solo pueden ocurrir gracias a las características generales del cerebro, ofreciendo una gran potencialidad de adaptación a los medios ambientes permanentemente cambiantes. En este sentido destaca la gran plasticidad neuronal y su relación con el entorno para completar su estructura funcional. Podemos observar unas características generales que marcaron el desarrollo evolutivo de todos los seres biológicos que conocemos y, por supuesto, de la evolución de nuestro género.

Estos conceptos nos indican que los patrones básicos de diversas capacidades cognitivas humanas ya existían, aunque fuera con un desarrollo puramente embrionario, en diversos antecesores biológicos de nuestro linaje. Igualmente se puede pensar que ciertos desarrollos cognitivos no se deben a su creación especial de los mismos por el efecto directo de mutaciones determinadas, sino por la potenciación neurológica que las sustenta (neuroevolución morfológica y fisiológica), así como a la unión funcional de varias de ellas (coevolución) lo que facilitaría el desarrollo de funciones fisiológicas y cognitivas de gran importancia (emergencia cognitiva).

He desarrollado un esquema general de todo este complejo evolutivo que espero facilite su comprensión. Está fundamentado en los datos que se han podido obtener de la Arqueología, Paleoantropología social, Zoología general y más detenidamente de la Primatología. Todo ello relacionado con los conocimientos psicobiológicos que actualmente se han están logrando (Psicología, Neurología y Biología). 

Evolución conductual general

El cerebro, como entidad biológica, está siempre sujeto a los procesos evolutivos generales que implican las características medioambientales y su propia funcionalidad neurológica. Ambos procesos están siempre interrelacionados entre sí, de forma que los cambios de uno influyen en el funcionamiento del otro. Este proceso supone la existencia de una coevolución del cerebro (genes, mutaciones y funcionalidad neurológica) con los cambios realizados en el medioambiente (cambios ecológicos) y en las conductas socioculturales humanas que se puedan desarrollar (lenguaje, desarrollo cultural, social y tecnológico).   

El pensamiento y la conducta humana es el resultado de una coevolución genética–neuronal–cultural, cuyo origen no depende solo de los genes, ni tampoco solo por la cultura, sino por la acción conjunta de ambos procesos. En esta relación podemos establecer diversos grados y resoluciones conductuales.  

Fase 1. Coevolución del cerebro (biológico) con el entorno ecológico y el inicio de aprendizaje social. Desarrollo de un protolenguaje básico de simple comunicación emocional.

Las características psicobiológicas adquiridas en determinados ambientes mediante los procesos evolutivos tienen como fin primordial el mantener y desarrollar a los grupos biológicos que los producen. La acción primordial de la evolución fue la realización de conductas que lograsen superar el control de la funcionalidad orgánica (Homeostasis), así como las necesidades vitales manifestadas mediante impulsos emocionales básicamente innatos (hambre, sexo, miedo, sociabilidad, etc.), logrando realizar conductas funcionales para superar estas necesidades. Esta fase está fundamentalmente caracterizada por el control de la conducta por mecanismos de carácter innato (evolución anatómica y fisiológica) en entidades biológicas con una base social y lingüística ausente o muy débil. Correspondería a todos nuestros ancestros evolutivos y a los primeros grupos pertenecientes a nuestro género. 

Fase 2. Coevolución cerebro (biológico) con las conductas experimentales socioculturales (genes–cultura). Inicio del lenguaje

Se producirían unos cambios neuroanatómicos sobre los parámetros biológicos de la fase anterior, los cuales podían mejorar la funcionalidad neurológica en varios aspectos. Desde el aumento del córtex en volumen y funcionalidad (aumento de capacidad sináptica, mejora de la transmisión informativa, plasticidad cerebral, desarrollo de regiones cerebrales específicas, etc.).

Este proceso evolutivo produciría una mayor predominancia del cerebro racional sobre el emocional, comenzando a intensificarse con el inicio del género Homo con especies como Homo habilis y Homo erectus. Este cambio se puede entender a través de dos grandes tendencias en la evolución del cerebro humano: la encefalización y la complejización de las estructuras neuronales asociadas al procesamiento cognitivo. Es posible que estos hechos se produjeran como respuesta evolutiva a los cambios medioambientales, pues de la selva protectora se fue transformando paulatinamente en zonas de sabanas con un riesgo vivencial mayor y que solo podían ofrecer la posibilidad de emigrar o desarrollar conductas que ofrecieran mayor supervivencia personal y social en esos medios nuevos. Sería la fase más larga de nuestra evolución pues abarcaría todo el Paleolítico inferior y gran parte del medio. 


Fase 3.  Coevolución entre factores cognitivos internos (lenguaje, metacognición, teoría de la mente, imaginación) y el desarrollo cognitivo-cultural elaborado sobre una base neurológica potenciada pero no organizada funcionalmente.


Esto se conseguiría mediante el aumento de la sociabilidad grupal favorecido por el aumento de la potenciación funcional del cerebro (áreas prefrontales de decisión conductual y las de recepción sensorial (memoria, recuerdo). En esta fase no se aprecian nuevos cambios anatómicos, coincidiendo con el inicio de los Humanos Anatómicamente modernos (HAM). Se trata de una auténtica coevolución medioambiental y cognitivo-cultural. El desarrollo evolutivo de la sociabilidad es uno de los principales ejes de la evolución humana en todas sus facetas, pues con su inicio y desarrollo se va a producir nuevas capacidades cognitivas o el desarrollo de las ya iniciadas, presentando unas características de emergencias cognitivas (teoría de la mente; comunicación entre miembros de un mismo grupo; inicio de los lenguajes: autoconciencia; comunicación interespecífica; creación y almacenaje de la cultura acumulativa; desarrollo tecnológico, cultural y científico).  

Estas fases tienen un desarrollo muy irregular en el tiempo de producción y desarrollo, así como en su distribución geográfica. Por tanto, no pueden conceptuarse como una línea continua de continuo progreso. Primero se desarrollan los cambios anatómicos y fisiológicos y posteriormente en función del aumento de su potencialidad funcional y de la cultura que se valla desarrollando darían lugar al desarrollo de las capacidades cognitivas humanas que conocemos en la actualidad.