miércoles, 17 de mayo de 2017

Ciencia, complejidad y sentido común

El desarrollo de la Ciencia es un proceso arduo, complejo y exhaustivo para aquellos que intentan avanzar en cada una de las parcelas la integran. Si durante el Renacimiento parecía posible que algunos estudiosos pudieran abarcar gran parte de sus disciplinas, en la actualidad es un hecho prácticamente imposible, o por lo menos con una muy limitada realización. La propia evolución de la Ciencia en estos últimos siglos nos muestra que la parcelación de la misma ha sido necesaria para el adecuado desarrollo doctrinal de cada una de las diversas parcelas académicas que se han ido creando a lo largo del tiempo.

Sin embargo, si en un principio se partió de un conocimiento general más o menos integrado, con posterioridad se pasó al otro extremo. Se perdió en gran parte la integración científica en aras de mayores desarrollos doctrinales, pero con importantes ausencias de comunicación entre ellos. Es decir, la Ciencia avanzó en gran medida, pero con grande dosis de individualidad metodológica que hicieron perder la noción del “bosque” que debería de ser la reunión de los diversos “árboles” que constituyen todas las disciplinas académicas.

Pero la necesidad e interés de avanzar en todos los campos obligaba a realizar diversas intromisiones en otras ciencias que también trataban sobre tales problemas, aunque fuera con otro punto de vista o solo de una forma aparentemente tangencial. Los estudios multidisciplinares siempre ha tenido cierto desarrollo, pero muchas veces se ha realizado como “para salir del paso” o fundamentar problemas concretos y limitados. Es decir, se utilizaba cierta teoría u orientación metodológica de otras ciencias para reafirmar nuestro trabajo, muchas veces sin conocer a fondo el nivel de incertidumbre que tal teoría podía contener o su fundamento teórico. Si ha habido una parcela científica que más ha sufrido estas circunstancias, sin duda ha sido las llamadas ciencias sociales, entre otras cosas por la gran dificultad que su desarrollo conllevan.

Por otro lado, los científicos solo pueden utilizar los conocimientos propios de su época y que mayoritariamente utiliza la disciplina en la que se han formado. En este contexto, aparece lo que se llama “deformación profesional”, proceso socio-académico que afecta a la mayoría de los componentes de cualquier disciplina. Así, se ven los problemas a tratar desde un punto muy semejante, tanto en la exposición de los problemas como en la forma de poder estudiarlos. Muchos avances teóricos han surgido de gente que ha querido romper estas tendencias y ha elaborado nuevos caminos, lo que ni es fácil ni está al alcance de todos. 

He resaltado dos hechos que muchas veces van juntos: la necesidad de una interdisciplina teórica que supere la simple multidisciplina; y cierta tendencia a romper los moldes académicos establecidos La interdisciplina o la observación y aceptación de los que dicen otras ciencias o científicos es un proceso que muchos teóricos han resaltado desde hace muchos años. Un ejemplo lo tenemos en las palabras del Dr. Gregorio Marañón escritas en el prologo de un libro ya en 1952:  

Dr. Gregorio Marañón
Los hallazgos definitivos no han surgido de una verdad nueva, sino de una ordenación racional de una serie de verdades conocidas y dispersas: racional o causal, porque en este juego de estructuración de datos no sistematizados ocurre como en la solución de los rompecabezas, que unas veces surge del ingenio y otras del puro azar. Lo que no puede faltar nunca es la atención. La atención es en la Ciencia lo que la luz en el cuarto oscuro, que de repente se ilumina y parece que crea lo que, sin embargo, estaba allí y no alcanzábamos a ver.

La cita del Dr. Marañón expresa una realidad que muchas veces no es tenida en cuenta con su verdadera trascendencia. Si seguimos su consejo, tras haber leído numerosa información relativa a diversas ciencias que estudian al ser humano desde puntos de vista diferentes, es el momento de prestar la atención debida a cada una de ellas, con el propósito de analizar su interconexión e intentar agruparlos en un proyecto común. Es decir de elaborar síntesis interdisciplinarias en todos los aspectos que conciernen a su estudio. Por mucho que sean diferentes en sus respectivos enfoques, debe existir un común punto de encuentro, pues no hay que olvidar todas ellas tienen como fin principal al ser humano y a sus manifestaciones socioculturales. Un mismo fin, aunque visto desde parcelas teóricas diferentes. Si en esta confluencia de intereses se apreciasen importantes contradicciones, habría que pensar que alguna determinada teoría, de las disciplinas usadas en estos asuntos, pudiera no ser correcta, pues en la explicación de la realidad humana no pueden coexistir conceptos claramente antagónicos. Tal vez el problema radica en la falta de puntos de enlace, que puedan articular tal disparidad de información.

Articulación de datos y coordinación de todas las ciencias que traten del problema, es fácil de decir y muy complejo de resolver. Quizás este sea el verdadero éxito de Darwin cuando realizó su teoría de la evolución. El inicio de tal andadura científica tuvo sus raíces en diversos autores del siglo XVIII, aunque el arranque definitivo se logró con la publicación de El origen de las especies en 1859 por Charles Darwin (1809-1882), donde pudo explicar su teoría sobre el origen de las diferentes especies que conocemos. En el ambiente cultural de su época ya existían ideas semejantes que intentaban explicar el origen y diversificación de las especies de seres vivos, por medios diferentes a los que la religión hegemónicamente había mantenido durante siglos. Tal es el caso del conde de Bufón, Georges Louis Leclerc (1707-1788); del propio abuelo de Darwin, el médico Erasmus Darwin (1731-1802), y del caballero de Lamarck, Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monet (1744-1829). Estos autores, junto con otros menos conocidos, crearon una atmósfera científica que favorecía el conocimiento y el desarrollo de estas nuevas vías explicativas sobre la realidad viviente.

Charles Darwin 
La teoría de la evolución rompió el estancamiento científico que presidía su entorno, siendo el comienzo de una nueva y mejor forma de comprender la propia existencia biológica, que de otra manera sería imposible conocer. Las elocuentes ideas de Darwin estaban en su origen limitadas por el precario desarrollo científico de su tiempo, pues todas sus conclusiones debían adecuarse a los datos que en ese momento tenía a su alcance. La escasez de conocimientos sobre genética y desarrollo embrionario, tenían que limitar forzosamente sus deducciones sobre la forma de producción del cambio morfológico, presentando a la selección natural como la principal guía de los cambios anatómicos que se fueran produciendo. Con estas circunstancias desarrolló su axioma más característico o que más fama ha tenido: “La supervivencia del mejor adaptado o menos malo”. No obstante, admite que existen otros factores en la modificación de las especies (Darwin, 1988: 55), los cuales pueden dar lugar a cambios poco adaptativos. Estos conceptos antagónicos los complementa mediante la idea de que los seres vivos se consideren como sistemas integrales, por lo que una modificación adaptativa puede producir otra no adaptativa por sí sola, pero compensada por la adaptabilidad global del ser vivo. Igualmente, un órgano seleccionado para una función determinada, puede realizar otras funciones para las que no fue seleccionado. Tal proceso, fundamental en la evolución humana, es conocido con el nombre de exaptación.

Sin duda, su trabajo tuvo un amplio carácter interdisciplinario (Biología, Geografía, Demografía, Geología, etc.) como no podía ser de otra manera, aunque limitado por las condiciones teóricas de la ciencia en su época. Supo coordinar todos los datos que se conocían, aunar su propia experiencia del largo viaje en el HMS Beagle, y realizar una teoría coherente con toda la información (interdisciplinaria) que superaba todas las conocidas hasta entonces.

Otros autores, son aún más críticos ante la situación de analizar un problema sin conocer a fondo todos los conocimientos que la ciencia en general posea. En este sentido, Francis Harry Crick (1916-2004), premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1962 por su contribución al descubrimiento de la estructura del ADN, expone que la razón no es suficiente para entender nuestra realidad neurológica, teniendo una gran capacidad de autoengañarnos acerca del funcionamiento cerebral en relación con el mundo en el que vivimos y consigo mismo, pues lo que conocemos del cerebro es sólo una pequeña parte de su compleja dimensión. Por tanto, la Filosofía ha sido en gran parte estéril durante más de 2000 años, y probablemente seguirá siéndolo hasta que los filósofos aprendan a entender el lenguaje del proceso de la información (Crick, 1987: 220-228).

Aunque el planteamiento de Crick parece exagerado, no le falta razón, pues estudiar la conducta humana sin conocer el origen y fundamento funcional de nuestro cerebro (Neurología, Psicología, Lingüística, Genética y Biología evolutiva) parece en efecto que es dar golpes de ciego.

Actualmente, el seguir trabajando en cualquier ciencia sin métodos interdisciplinarios es un procedimiento que, por lo menos, va en contra del sentido común que tanto ha caracterizado a los prohombres de ciencia. Insistir en proseguir trabajos mediante métodos académicos que encuentran una fuerte contradicción con los recientes avances de otras disciplinas. Igualmente, parece necesario romper algunas tradiciones académicas en aras de una mayor amplitud científica, que nos pueda ofrecer a nuestras hipótesis fundamentos teóricos mejor elaborados y más fiables. Podemos exponer algunos ejemplos relacionados con la evolución y las formas de enfocarla. Me refiero al concepto de evolución, y a la Psicología evolutiva.

- Del primero, podemos mantenernos totalmente fieles a las idas evolutivas creadas con en Neodarwinismo de principios del siglo pasado. Muchas otras ciencias relacionadas con los procesos evolutivos (Genética, Biología del desarrollo, Epigenética, Paleontología, etc.) han desarrollado muchos criterios evolutivos que ofrecen un punto de vista diferente al elaborado en sus orígenes. Laevolución es un complejo proceso biológico de carácter multifactorial y heterogéneo en su producción, el cual solo puede entenderse, dentro de la limitación del conocimiento científico actual, con la utilización de los recientes avances teóricos de todas las ciencias que pueden relacionarse con ella.

- Del segundo, parece aún más obvia su parcelada utilización multidisciplinaria. La utilización de formas evolutivas clásicas como fundamento del desarrollo cognitivo humano, pudo tener visos de coherencia en el siglo pasado, pero actualmente su falta de ajuste teórico con otras ciencias le quitan mucha credibilidad. Cierto que algunos autores, como Robert Kurzban (2010), han tratado de adecuar el clásico modelo de los “módulos cerebrales” de la Psicología evolucionista a conceptos más de acorde con la Neurología actual. Así, un módulo funcional no sería una zona aislada del cerebro, sino un mecanismo neurológico de procesamiento de información que nos permite resolver un problema concreto. Se habla más de función que de estructura neurológica. Hay que evitar pensar en el módulo como algo localizado en un lugar del cerebro, es decir, un nódulo de células en una región del cerebro. Un módulo puede ser algo muy extendido por el cerebro, un circuito extenso que realice una función.

El problema sería conocer el carácter evolutivo, que confiere al cerebro ciertas características, de la creación de este nuevo concepto de módulo. Sabemos por la Neurología que muchas funciones cognitivas tienen en su funcionamiento áreas comunes de activación, y que la definitiva estructuración funcional del cerebro (mielinización, periodo crítico, plasticidad neurológica, asimetrías cerebrales, etc.) tiene un claro fundamento genético altamente influenciable por las características del medio ambiente en el que nace (inmaduro durante años), destacando en importancia al lenguaje. Es difícil de creer que cada uno de los aspectos cognitivos humanos haya evolucionado por separado, de forma independiente y creando unos circuitos cerebrales que, al proporcionar una ventaja selectiva (Darwin apuntaba que la selección es del individuo, no de un carácter en particular) se propagaba y quedaba impreso genéticamente.



Mi sentido común, puede que el de otros sea diferente, me aconseja estudiar la evolución (clave de todo estudio humano de cualquier signo) con los criterios de un proceso multifactorial (aún no del todo conocido), y a la conducta humana dentro de una amplia interdisciplinariedad. Si para eso tengo que romper moldes académicos, pues los romperé, de hecho ya lo he intentado, evidentemente con poca fortuna.

* CRICK, F. H. (1987): Reflexiones en torno al cerebro. En El cerebro. Libros de Investigación y Ciencia, Ciencia Científica, Barcelona.
* DARWIN, CH. (1988): El origen de las especies. Espasa-Calpe. Austral. Madrid.
* KURZBAN, R. (2010): Why everyone (else) is a hypocrite. Evolution and the Modular Mind. Princeton University Press.
* MARAÑÓN, G. (1952): Prólogo del libro de E. Muñoz y A. Mundo: El bazo y sus funciones. Universidad de Granada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario