El desarrollo de la Ciencia es un proceso arduo,
complejo y exhaustivo para aquellos que intentan avanzar en cada una de las
parcelas la integran. Si durante el Renacimiento parecía posible que algunos
estudiosos pudieran abarcar gran parte de sus disciplinas, en la actualidad es
un hecho prácticamente imposible, o por lo menos con una muy limitada
realización. La propia evolución de la Ciencia en estos últimos siglos nos
muestra que la parcelación de la misma ha sido necesaria para el adecuado desarrollo
doctrinal de cada una de las diversas parcelas académicas que se han ido
creando a lo largo del tiempo.
Sin embargo, si en un principio se partió de un
conocimiento general más o menos integrado, con posterioridad se pasó al otro extremo.
Se perdió en gran parte la integración científica en aras de
mayores desarrollos doctrinales, pero con importantes ausencias de comunicación
entre ellos. Es decir, la Ciencia avanzó en gran medida, pero con grande dosis
de individualidad metodológica que hicieron perder la noción del “bosque” que
debería de ser la reunión de los diversos “árboles” que constituyen todas las
disciplinas académicas.
Pero la necesidad e interés de avanzar en todos los campos
obligaba a realizar diversas intromisiones en otras ciencias que también
trataban sobre tales problemas, aunque fuera con otro punto de vista o solo de
una forma aparentemente tangencial. Los estudios multidisciplinares siempre
ha tenido cierto desarrollo, pero muchas veces se ha realizado como “para salir
del paso” o fundamentar problemas concretos y limitados. Es decir, se utilizaba
cierta teoría u orientación metodológica de otras ciencias para reafirmar
nuestro trabajo, muchas veces sin conocer a fondo el nivel de incertidumbre que
tal teoría podía contener o su fundamento teórico. Si ha habido una parcela
científica que más ha sufrido estas circunstancias, sin duda ha sido las
llamadas ciencias sociales, entre otras cosas por la gran dificultad que su
desarrollo conllevan.
Por otro lado, los científicos solo pueden utilizar
los conocimientos propios de su época y que mayoritariamente utiliza la
disciplina en la que se han formado. En este contexto, aparece lo que se llama
“deformación profesional”, proceso socio-académico que afecta a la mayoría de
los componentes de cualquier disciplina. Así, se ven los problemas a tratar
desde un punto muy semejante, tanto en la exposición de los problemas como en
la forma de poder estudiarlos. Muchos avances teóricos han surgido de gente que
ha querido romper estas tendencias y ha elaborado nuevos caminos, lo que ni es
fácil ni está al alcance de todos.
He resaltado dos hechos que muchas veces van juntos:
la necesidad de una interdisciplina teórica que supere la simple multidisciplina; y
cierta tendencia a romper los moldes académicos establecidos La interdisciplina o la observación y aceptación de
los que dicen otras ciencias o científicos es un proceso que muchos teóricos
han resaltado desde hace muchos años. Un ejemplo lo tenemos en las palabras del
Dr. Gregorio Marañón escritas en el
prologo de un libro ya en 1952:
Dr. Gregorio Marañón |
Los hallazgos definitivos no han
surgido de una verdad nueva, sino de una ordenación racional de una serie de
verdades conocidas y dispersas: racional o causal, porque en este juego de
estructuración de datos no sistematizados ocurre como en la solución de los
rompecabezas, que unas veces surge del ingenio y otras del puro azar. Lo que no
puede faltar nunca es la atención. La atención es en la Ciencia lo que la luz
en el cuarto oscuro, que de repente se ilumina y parece que crea lo que, sin
embargo, estaba allí y no alcanzábamos a ver.
La
cita del Dr. Marañón expresa una realidad que muchas veces no es tenida en
cuenta con su verdadera trascendencia. Si seguimos su consejo, tras haber leído
numerosa información relativa a diversas ciencias que estudian al ser humano
desde puntos de vista diferentes, es el momento de prestar la atención
debida a cada una de ellas, con el propósito de analizar su interconexión e
intentar agruparlos en un proyecto común. Es decir de elaborar síntesis interdisciplinarias
en todos los aspectos que conciernen a su estudio. Por mucho que sean
diferentes en sus respectivos enfoques, debe existir un común punto de
encuentro, pues no hay que olvidar todas ellas tienen como fin principal al ser
humano y a sus manifestaciones socioculturales. Un mismo fin, aunque visto
desde parcelas teóricas diferentes. Si en esta confluencia de intereses se
apreciasen importantes contradicciones, habría que pensar que alguna
determinada teoría, de las disciplinas usadas en estos asuntos, pudiera no ser correcta,
pues en la explicación de la realidad humana no pueden coexistir conceptos
claramente antagónicos. Tal vez el problema radica en la falta de puntos de
enlace, que puedan articular tal disparidad de información.
Articulación
de datos y coordinación de todas las ciencias que traten del problema, es fácil
de decir y muy complejo de resolver. Quizás este sea el verdadero éxito de
Darwin cuando realizó su teoría de la evolución. El inicio de tal andadura científica tuvo sus raíces en
diversos autores del siglo XVIII, aunque el arranque definitivo se logró con la
publicación de El origen de las especies en
1859 por Charles Darwin (1809-1882), donde
pudo explicar su teoría sobre el origen de las diferentes especies que
conocemos. En el ambiente cultural de su época ya existían ideas semejantes que
intentaban explicar el origen y diversificación de las especies de seres vivos,
por medios diferentes a los que la religión hegemónicamente había mantenido
durante siglos. Tal es el caso del conde de Bufón, Georges Louis Leclerc
(1707-1788); del propio abuelo de Darwin, el médico Erasmus Darwin (1731-1802),
y del caballero de Lamarck, Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monet (1744-1829).
Estos autores, junto con otros menos conocidos, crearon una atmósfera científica
que favorecía el conocimiento y el desarrollo de estas nuevas vías explicativas
sobre la realidad viviente.
![]() |
Charles Darwin |
La
teoría de la evolución
rompió el estancamiento científico que presidía su entorno, siendo el
comienzo de una nueva y mejor forma de comprender la propia existencia
biológica, que de otra manera sería imposible conocer. Las elocuentes ideas de
Darwin estaban en su origen limitadas por el precario desarrollo científico de
su tiempo, pues todas sus conclusiones debían adecuarse a los datos que en ese
momento tenía a su alcance. La escasez de conocimientos sobre genética y
desarrollo embrionario, tenían que limitar forzosamente sus deducciones sobre
la forma de producción del cambio morfológico, presentando a la selección natural
como la principal guía de los cambios anatómicos que se fueran
produciendo. Con estas circunstancias desarrolló su axioma más característico o
que más fama ha tenido: “La supervivencia del mejor adaptado o menos malo”.
No obstante, admite que existen otros factores en la modificación de las
especies (Darwin, 1988: 55), los cuales pueden dar lugar a cambios poco
adaptativos. Estos conceptos antagónicos los complementa mediante la idea de
que los seres vivos se consideren como sistemas
integrales, por lo que una modificación adaptativa puede
producir otra no adaptativa por sí sola, pero compensada por la adaptabilidad
global del ser vivo. Igualmente, un órgano seleccionado para una
función determinada, puede realizar otras funciones para las que no fue
seleccionado. Tal proceso, fundamental en la evolución humana, es conocido con
el nombre de exaptación.
Sin
duda, su trabajo tuvo un amplio carácter interdisciplinario (Biología,
Geografía, Demografía, Geología, etc.) como no podía ser de otra manera, aunque
limitado por las condiciones teóricas de la ciencia en su época. Supo coordinar todos los datos que se conocían, aunar su propia experiencia del largo viaje en el HMS Beagle, y realizar una teoría coherente con toda la información (interdisciplinaria) que superaba todas las conocidas hasta entonces.
Otros
autores, son aún más críticos ante la situación de analizar un problema sin
conocer a fondo todos los conocimientos que la ciencia en general posea. En este sentido, Francis Harry Crick (1916-2004), premio
Nobel de Fisiología y Medicina en 1962 por su contribución al descubrimiento de
la estructura del ADN, expone que la razón no es suficiente para entender
nuestra realidad neurológica, teniendo una gran capacidad de autoengañarnos acerca
del funcionamiento cerebral en relación con el mundo en el que vivimos y
consigo mismo, pues lo que conocemos del cerebro es sólo una pequeña parte de
su compleja dimensión. Por tanto, la Filosofía ha sido en gran parte estéril
durante más de 2000 años, y probablemente seguirá siéndolo hasta que los
filósofos aprendan a entender el lenguaje del proceso de la información (Crick,
1987: 220-228).
Aunque
el planteamiento de Crick parece exagerado, no le falta razón, pues estudiar la
conducta humana sin conocer el origen y fundamento funcional de nuestro cerebro
(Neurología, Psicología, Lingüística, Genética y Biología evolutiva) parece en
efecto que es dar golpes de ciego.
Actualmente,
el seguir trabajando en cualquier ciencia sin métodos interdisciplinarios es un
procedimiento que, por lo menos, va en contra del sentido común que tanto
ha caracterizado a los prohombres de ciencia. Insistir en proseguir trabajos
mediante métodos académicos que encuentran una fuerte contradicción con los
recientes avances de otras disciplinas. Igualmente, parece necesario romper
algunas tradiciones académicas en aras de una mayor amplitud científica, que
nos pueda ofrecer a nuestras hipótesis fundamentos teóricos mejor elaborados y
más fiables. Podemos
exponer algunos ejemplos relacionados con la evolución y las formas de
enfocarla. Me refiero al concepto de evolución, y a la Psicología evolutiva.
- Del
primero, podemos mantenernos totalmente fieles a las idas evolutivas creadas
con en Neodarwinismo de principios del siglo pasado. Muchas otras ciencias
relacionadas con los procesos evolutivos (Genética, Biología del desarrollo,
Epigenética, Paleontología, etc.) han desarrollado muchos criterios evolutivos
que ofrecen un punto de vista diferente al elaborado en sus orígenes. Laevolución es un complejo proceso biológico de carácter multifactorial y
heterogéneo en su producción, el cual solo puede entenderse, dentro de la
limitación del conocimiento científico actual, con la utilización de los
recientes avances teóricos de todas las ciencias que pueden relacionarse con
ella.
- Del
segundo, parece aún más obvia su parcelada utilización multidisciplinaria. La
utilización de formas evolutivas clásicas como fundamento del desarrollo
cognitivo humano, pudo tener visos de coherencia en el siglo pasado, pero
actualmente su falta de ajuste teórico con otras ciencias le quitan mucha
credibilidad. Cierto que algunos autores, como Robert
Kurzban (2010), han tratado de adecuar el clásico modelo de los “módulos
cerebrales” de la Psicología evolucionista a conceptos más de acorde con la
Neurología actual. Así, un módulo
funcional no sería una zona aislada del cerebro, sino un mecanismo
neurológico de procesamiento de información que nos
permite resolver un problema concreto. Se habla más de función que de
estructura neurológica. Hay que evitar pensar en el módulo como algo localizado
en un lugar del cerebro, es decir, un nódulo de células en una región del
cerebro. Un módulo puede ser algo muy extendido por el cerebro, un circuito
extenso que realice una función.
El problema sería conocer el carácter evolutivo, que confiere al
cerebro ciertas características, de la creación de este nuevo concepto de
módulo. Sabemos por la Neurología que muchas funciones cognitivas tienen en su
funcionamiento áreas comunes de activación, y que la definitiva estructuración
funcional del cerebro (mielinización, periodo crítico, plasticidad neurológica,
asimetrías cerebrales, etc.) tiene un claro fundamento genético altamente
influenciable por las características del medio ambiente en el que nace
(inmaduro durante años), destacando en importancia al lenguaje. Es difícil de
creer que cada uno de los aspectos cognitivos humanos haya evolucionado por
separado, de forma independiente y creando unos circuitos cerebrales que, al
proporcionar una ventaja selectiva (Darwin apuntaba que la selección es del
individuo, no de un carácter en particular) se propagaba y quedaba impreso
genéticamente.
Mi sentido común, puede que el de otros sea diferente, me aconseja
estudiar la evolución (clave de todo estudio humano de cualquier signo) con los
criterios de un proceso multifactorial (aún no del todo conocido), y a la
conducta humana dentro de una amplia interdisciplinariedad. Si para eso
tengo que romper moldes académicos, pues los romperé, de hecho ya lo he
intentado, evidentemente con poca fortuna.
* CRICK, F. H.
(1987): Reflexiones en torno al cerebro. En El cerebro. Libros de
Investigación y Ciencia, Ciencia Científica, Barcelona.
* DARWIN, CH. (1988): El origen de las especies.
Espasa-Calpe. Austral. Madrid.
* KURZBAN, R. (2010): Why everyone
(else) is a hypocrite. Evolution and the Modular Mind. Princeton University
Press.
* MARAÑÓN, G.
(1952): Prólogo del libro de E. Muñoz y A. Mundo: El bazo y sus funciones.
Universidad de Granada.