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CREATIVIDAD |
En este complejo y poco claro contexto cognitivo, el
constructo o capacidad cognitiva que más se ha relacionado con los cambios
conductuales es, sin duda, la creatividad, pues constituye un
aspecto central del ser humano, siendo cada vez más fundamental para la
comprensión de la compleja naturaleza biosocial de la mente (Malafouris, Gosden y Overmann, 2014). La
creatividad sería un constructo psicológico formado a
partir de la interacción funcional de diversos factores de diferente origen
(Oliveira et al. 2009), siendo un
claro ejemplo de sinergia o acción conjunta de dos o más causas cuyo efecto es superior a la
suma de los efectos individuales. En Psicología esta acción conjunta de
diversas capacidades cognitivas producirían lo que se ha denominado como emergencia
cognitiva, o la aparición de
una capacidad cognitiva superior en eficacia conductual y/o adaptativa que la
que pudieran presentar las capacidades que la forman por separado.
En general, el estudio de estos constructos
se ha realizado frecuentemente de forma independiente, más por razones
prácticas que reales, aunque no se conozca constancia física de tal
individualidad. Efectivamente, ya en el siglo pasado diversos autores pensaban
que las capacidades cognitivas superiores no tenían una ubicación neurológica
exclusiva, sino que respondían a la acción conjunta de diversos focos
neurológicos trabajando en común y que , al menos en parte, eran compartidos
por otras funciones cognitivas (Luria, 1977). En la actualidad con las técnicas
de neuroimágenes en la realización de diversos procesos cognitivos se ha visto
que muchas de ellas tienen centros neurológicos comunes, lo que descarta la
existencia de módulos cerebrales exclusivos para determinadas funciones
cognitivas. En este contexto, muchos de los factores cognitivos o constructos
que producen la emergencia de la creatividad, son a su vez coevoluciones o
uniones emergentes de otras capacidades cognitivas más elementales, siendo muy
difícil establecer el orden de resolución cognitiva acaecido en la evolución
del género Homo, aunque cierto orden
si debió de existir, incluso es muy posible que se realizasen de forma
relativamente sinérgica (coevolución o sinergia escalonada).
Podría partir de una evolución básica (aumento de las áreas asociativas
secundarias y terciarias de la corteza cerebral) que, desde el nacimiento, se
fueron estructurando en función de dos parámetros: la influencia del medio
ambiente (aferencias sensoriales) y la sinergia de diversos componentes del
sistema nervioso central, produciendo emergencias cognitivas nuevas (p.e. abstracción—simbolización—lenguaje—autoconciencia--creatividad).
A pesar de que su origen sea muy complejo, siempre
hay que establecer una definición que nos sirva de base de trabajo, pues
marcaría los límites de su concepto y las características que debe de poseer
para su realización. En general, se define a la creatividad como la
capacidad de producir nuevas conclusiones y resolver problemas determinados en una forma original. Sin
embargo, no todos los avances pueden englobarse en esta definición, pues muchas
veces éstos se producen de forma fortuita o no intencionada cuando se está buscando otra cosa distinta o simplemente ninguna, admitiéndose la existencia de un descubrimiento importante, aunque sea independiente de lo que esté estudiando. En este último caso se define como otra forma de creación no intencionada o buscada (casualidades, coincidencias o accidentes) denominándose como serendipia, constituyendo una forma conductual de
encontrar enfoques o procesos de importancia que, en principio, ni son lógicos
ni obvios. Para una adecuada comprensión de la génesis de la
creatividad es necesario analizar los múltiples factores que, trabajando en
común, son capaces de producir la emergencia creativa (Mora, 2002; Oliveira et al. 2009; López Martínez y Martín
Brufau, 2010):
1.-
Capacidades cognitivas racionales.
Básicamente serían las necesarias para el adecuado procesamiento de la
información adquirida, pues la creación intencionada y consciente es el proceso
cognitivo que nace del manejo de la información previamente adquirida. Para su
producción es necesaria una adecuada funcionalidad de las capacidades
cognitivas que más han caracterizado a los seres humanos (abstracción, simbolismo,
lenguaje y autoconciencia), así como de las denominadas funciones ejecutivas
(memoria de trabajo, flexibilidad, planificación, inhibición y monitorización),
y de otras que facilitarían la labor creativa (alta capacidad de
asociación cognitiva, imaginación, capacidad intuitiva y crítica, concentración
o atención cognitiva, capacidad de evaluación de lo conveniente, ,
etc.).
2.- Capacidades
cognitivas emocionales. Existen numerosos términos que hacen
referencia a la existencia de valores emocionales, ya sean combinados entre sí
y/o con otras funciones cognitivas de complejo análisis individual. Entre ellos
destaca la motivación intrínseca, que
es el principal impulsor de la conducta (Flórez, 1996). Indica la existencia de
hechos que estimulen la necesidad, el interés y la curiosidad (componentes
afectivos fundamentales en la conducta humana) para elaborar mejores y más
complejas conductas de todo tipo (tecnológicas, sociales, simbólicas, etc.)
para alcanzar una solución (meta), ya sean un mejoramiento o nuevas formas de
conducta.
En el proceso creativo, además de la motivación,
hay que valorar la presencia de las siguientes: confianza en sí mismo, valor, tenacidad,
entusiasmo, etc. Como puede apreciarse se trata de emociones secundarias
autoconscientes, consecuencia de la socialización y del desarrollo
de la autoconciencia, siendo muy susceptibles de variaciones socio-culturales
(Rivera, 2015). En general, constituyen unos factores básicos en la producción
creativa, pues si faltan en gran medida imposibilitan su desarrollo.
3.- Factores de conocimiento personal (contextos medioambientales determinados). Se trata de todo lo relacionado con la adquisición y procesamiento de conocimientos sobre el medio en el que se vive y sobre los que se van a desarrollar los procesos creativos (estudios, trabajo, relaciones comerciales, laborales e intelectuales). Es importante destacar que el conocimiento (saberes y experiencias que se hayan ido adquiriendo a lo largo de la vida) es esencial para el pensamiento creativo. En este contexto, parece especialmente relevante la constante interacción con el mundo circundante (sea cual sea su fundamento) dentro del cual se va a intentar desarrollar los procesos creativos.
4.- Factores sociales que favorecen su producción (contexto socioeconómico y cultural). En este apartado se pueden incluir diversos procesos de carácter social que, si bien no siempre son imprescindibles, ayudan mucho en su desarrollo. Serían todas las características sociales que estimulen o favorezcan su producción (motivación extrínseca), como serían la aceptación, la libertad en general (social, educativa, económica, simbólica, política, etc.) y los estímulos sociales de todo tipo.
4.- Factores sociales que favorecen su producción (contexto socioeconómico y cultural). En este apartado se pueden incluir diversos procesos de carácter social que, si bien no siempre son imprescindibles, ayudan mucho en su desarrollo. Serían todas las características sociales que estimulen o favorezcan su producción (motivación extrínseca), como serían la aceptación, la libertad en general (social, educativa, económica, simbólica, política, etc.) y los estímulos sociales de todo tipo.
5.- Factores de personalidad de base innata pero modelados por el medio
ambiente. Entre ellos se pueden destacar la tolerancia a la ambigüedad,
propensión a asumir riesgos, autoeficacia, etc. Es la
suma de múltiples procesos cognitivos de diferente etiología, entre los que se
pueden destacar dos. Primero del temperamento o la manera particular con
que un ser humano interactúa con el entorno. Nadie es exactamente igual a otro,
las características fisiológicas, hormonales, histológicas y anatómicas
difieren de unos a otros en pequeños grados, pero que al actuar en conjunto
pueden determinar formas generales de actuación, las cuales en Psicología se han
definido como temperamentos. Aunque su origen pueda estar discutido, parece más
probable que tengan un importante carácter innato. Segundo, el carácter que es la parte de la personalidad que se genera durante la vida de la persona, su experiencia y la cultura. Su producción se debea la
gran plasticidad que tiene nuestro cerebro, que puede remodelarse (hasta cierto
punto) por métodos externos (cultura, psicoterapia, propaganda, proselitismo,
etc.).
6.-
Estilo de pensamiento. Se relacionaría con la manera de organizar o
procesar los conocimientos adquiridos (información). Sería una organización
funcional de los anteriores apartados (1-5), pues de su combinación y
posibilidades darían como resultado formas diferentes de procesar los datos,
así como de conclusiones distintas (novedosas o no). Existen distintos
tipos de pensamiento (deductivo, inductivo, sistemático, crítico…), elaborados en
función de sus características de la forma de razonamiento aplicado en la
ejecución de la conducta. Entre ellos está el pensamiento creativo, que sería la
capacidad de generar pensamientos o ideas más allá del ámbito convencional. Se incluye el pensamiento divergente o lateral (de
Bono, 1967), que constituye una forma de organizar los procesos de pensamiento a través de estrategias no ortodoxas, intentando encontrar opciones creativas para resolver un problema.
Debido a la gran variabilidad de factores que van a intervenir en los procesos creativos, con los que no siempre se ha interrelacionado de forma adecuada, parece factible que pueda logarse ciertos avances en los procesos creativos por medio de conductas adecuadas. Para potenciar el pensamiento creativo, es necesario tener la mente siempre activa, algo que se puede conseguir de diversas maneras, entre ellas, con un correcto programa de entrenamiento de las distintas funciones cognitivas (racionales y emotivas).
Aunque en principio la serendipia y creatividad parecen ser dos hechos independientes, la realidad es que muchas veces actúan al unísono dentro de complejos procesos creativos. La causa es que la serendipia también participa en algunas de las condiciones expuestas para el desarrollo de la creatividad, como son los conocimientos sobre el tema en estudio, pues hay que darse cuenta de la importancia de la producción y hallazgo casual, para lo que es necesario cierto conocimiento: “La casualidad sólo favorece a los espíritus preparados” (Louis Pasteur). Por tanto, al hecho de que la creatividad no sea un logro determinado por el azar sino buscado (intencionado o autoconsciente), hay que añadir que en determinados casos puede estar empujada o favorecida por una o varias formas de serendipias Tras estas manifestaciones conductuales estarían el desarrollo de todas las manifestaciones conductuales humanas, siendo su manifestación amplia, diversa y particular para cada contexto de nuestra conducta. Los caminos usados en su utilización son muy variados, pues responden a las múltiples posibilidades que suponen las diversas combinaciones de los seis apartados anteriormente reseñados, más el papel de la serendipia.
Debido a la gran variabilidad de factores que van a intervenir en los procesos creativos, con los que no siempre se ha interrelacionado de forma adecuada, parece factible que pueda logarse ciertos avances en los procesos creativos por medio de conductas adecuadas. Para potenciar el pensamiento creativo, es necesario tener la mente siempre activa, algo que se puede conseguir de diversas maneras, entre ellas, con un correcto programa de entrenamiento de las distintas funciones cognitivas (racionales y emotivas).
Aunque en principio la serendipia y creatividad parecen ser dos hechos independientes, la realidad es que muchas veces actúan al unísono dentro de complejos procesos creativos. La causa es que la serendipia también participa en algunas de las condiciones expuestas para el desarrollo de la creatividad, como son los conocimientos sobre el tema en estudio, pues hay que darse cuenta de la importancia de la producción y hallazgo casual, para lo que es necesario cierto conocimiento: “La casualidad sólo favorece a los espíritus preparados” (Louis Pasteur). Por tanto, al hecho de que la creatividad no sea un logro determinado por el azar sino buscado (intencionado o autoconsciente), hay que añadir que en determinados casos puede estar empujada o favorecida por una o varias formas de serendipias Tras estas manifestaciones conductuales estarían el desarrollo de todas las manifestaciones conductuales humanas, siendo su manifestación amplia, diversa y particular para cada contexto de nuestra conducta. Los caminos usados en su utilización son muy variados, pues responden a las múltiples posibilidades que suponen las diversas combinaciones de los seis apartados anteriormente reseñados, más el papel de la serendipia.
- Bunge, M. (1973): La Ciencia, su Método y Filosofía. Edición Siglo XX, Buenos Aires.
- Flórez, J. (1996): “Cerebro: El mundo de las emociones y de la motivación”. En Mora, F. (ed.): El cerebro íntimo. Barcelona. Ariel.
- López Martínez, O. y Martín Brufau, R. (2010): Estilos de pensamiento y creatividad. Anales de psicología, vol. 23, (2), 254-258.
- Luria, A. R., (1977): Las funciones corticales superiores del hombre. Editorial Orbe, La Habana.
- Malafouris, L., Gosden, C., y Overmann, K.A. (Eds) (2014). Creativity, cognition and material culture. Pragmatics & Cognition, 22(1).
- Mora, F. (2002): Cómo funciona el cerebro. Alianza. Madrid.
- Oliveira, E., Almeida, L., Ferrándiz, C., Ferrando, M., Sainz, M. y Prieto, M.D. (2009). Test de Pensamiento Creativo de Torrance (TTCT): Elementos para la validez del constructo en adolescentes portugueses. Psicothema, 21, 562-567.
- Rivera, A. (2015): “Arqueología de las emociones”. Vínculos de Historia, núm. 4, pp. 41-61.