El pensamiento
es la actividad cerebral en el plano psicológico, siendo el resultado
de procesar la información que nos llega del exterior y el uso de la almacenada
en la memoria (ya sea en forma de imágenes compuestas, experiencias sensoriales
simples o elaboradas, y/o simbolizadas por el lenguaje), de forma que se puedan
elaborar conductas adecuadas. Para tal fin el cerebro utiliza todas las
capacidades cognitivas que posea (memoria, abstracción, simbolización,
funciones ejecutivas, etc.). Un dato curioso, del que no siempre nos damos
cuenta, es que cuando pensamos es como si nos estuviéramos hablando a nosotros
mismos. Es
decir, hemos desarrollado y/o aprendido un lenguaje
de uso interno (cognitivo o mental). Este lenguaje es el mismo que usamos
normalmente con las mismas directrices léxico / gramaticales, aunque con
pequeñas variaciones.
Lenguaje interno
Los humanos se hablan a sí mismos, reflejan sobre sí
mismas los patrones comunicativos iguales a los usados con otras personas. Se
emplean palabras, frases que han dejado de ser externos, siendo solo accesibles
al oído
mental de las personas que los producen. Utilizan el lenguaje para pensar. Sin embargo, los estudios sobre este lenguaje
interno no han sido muy abundantes ni profundos por dos razones
principales:
- Su investigación parte de paradigmas teóricos que se
iniciaron sobre todo en la escuela de Moscú durante el principio del siglo XX, lo
que no ha facilitado su difusión en la psicolingüística de Occidente.
- La gran dificultad que su estudio conlleva, pues
se presentan graves problemas metodológicos de compleja solución, sobre todo
habiendo otras corrientes en occidente sobre los problemas del lenguaje y la
cognición humana.
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Lev Vygotski |
Sin duda, el principal promotor de esta línea de
estudios psicológicos ha sido Lev Vygotski, aunque murió en 1934 con solo 38
años, desarrolló una amplia teoría sobre el desarrollo de las capacidades superiores
(cognitivas) humanas y su relación con el lenguaje. Vygotski, y con posteridad A. Luria (escuela de
Moscú), descubrieron que el lenguaje adquiere ciertas funciones cognitivas al
adquirir una función de regulación del pensamiento, que estaría sobrepuesta
a la comunicativa y representacional.
Destacan la importancia del lenguaje en el proceso
de formación de la acción voluntaria (autoconciencia o conciencia reflexiva),
que se relaciona con el poder regulador del lenguaje, y que se adquiere
progresivamente en los niños. Se inicia entre 2/2,5 años, adquiriendo más
capacidad entre los 3/4 años. El monólogo infantil (el llamado habla
egocéntrica, sería hablar mientras se hace una acción sobre hechos de la misma)
acaba convirtiéndose en lenguaje interno (primero
externo y luego interno) con gran importancia como
instrumento del pensamiento y la acción voluntaria humana. Se produce un fenómeno de autocomunicación. Lo que
se realiza con los demás se torna más amplio y exclusivo al realizarlo sobre
nosotros mismos, sería la autoconciencia humana (por lo menos
en un plano específico y propio de nuestra especie, la reflexividad que se
aprecia en muchos verbos relacionados con la comunicación). Leo Vygotski
definía la conciencia como un contacto social con uno mismo, y que
la conciencia humana es de naturaleza semiótica (estudio de los signos como instrumentos de comunicación en sociedad).
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A. Luria |
Para Vygotski el habla egocéntrica de los niños es
la diferenciación progresiva (organización progresiva) de una nueva función del
lenguaje, basado en un sistema de signos social y comunicativo: pensamiento y
lenguaje tienen raíces genéricas diferentes, pero luego (tiempo y uso) se
sintetizan dialécticamente en el desarrollo. El pensamiento se convierte en
lenguaje, y el lenguaje en pensamiento con transformaciones estructurales y
funcionales en ambas funciones. Al hablarse a sí mismo se convierte en una conciencia
reflexiva (acción realizada y recibida por el sujeto). Adquieren
recursos metacognitivos (de control y regulación de los propios procesos
cognitivos), lo que facilita el control intencionado y la planificación
propositiva de la conducta humana. Los animales tienen conciencia de lo que les
pasa, los humanos además pueden conocer lo que les pasa a otros (lenguaje externo:
comunicación y conducta), y a ellos mismos (lenguaje interno: pensamiento y
conducta reflexiva).
Sobre el desarrollo teórico de su origen,
estructuración y funciones solo tenemos los estudios de Vygotski, seguidas después
por Luria y Yudovich (1978). Aunque, actualmente en el plano psicofisiológico
se ha visto que el uso del lenguaje interno se acompaña de cambios en registros
electromiográficos de baja amplitud en los órganos de fonación (Andrés Puello,
1987). Tales registros covarían en actividades del pensamiento verbal como la
dificultad de los problemas, su dominio por los sujetos y su naturaleza más o
menos lingüística. Estos datos podrían representar los restos conductuales del
paso de un lenguaje externo (habla egocéntrica) al lenguaje interno. Se admite ampliamente su papel funcional en el
pensamiento, pero dista mucho de conocer sus características. El desarrollo cognitivo humano tiene un origen
esencialmente humano. Todo se inicia con la incorporación interior de un
proceso externo: los signos (gestos, sonidos, palabras, etc.). Estos signos
(culturales) se convierten en instrumentos principales del pensamiento y de la
conciencie reflexiva (contacto social con uno mismo). Para Vygotski las
funciones cognitivas superiores (atención voluntaria, memoria lógica,
conceptos, etc.) se dan primero en las relaciones entre personas, y luego
dentro del propio niño. Por tanto, el desarrollo de las funciones cognitivas superiores
incluye una dimensión histórico-cultural (no solo
biológica de dentro a fuera) y se produce de fuera (sociedad) a dentro (nuestra
mente). Se pueden destacar unos puntos esenciales en su trabajo:
- La actividad instrumental (la acción o
conducta para cambiar el medio mediante instrumentos culturales de todo
tipo) es la unidad básica de las funciones cognitivas humanas.
- La transformación de lo instrumental (acción) en
significativo (signo: p.e. palabras) está medida y permitida por la relación
con los demás. Sin la presencia de otros, la actividad instrumental no podría convertirse en signo.
- La conversión de la actividad en signo implica su
condensación (simplificación o eliminación de palabras para describirlo
- Los signos son, en su origen, mediaciones para
regular la conducta de los otros.
- El desarrollo de las funciones superiores incluye la
internalización de los procesos de relación social.
- La cultura proporciona las herramientas simbólicas
necesarias para la construcción de la conciencia y las funciones cognitivas
(fundamentalmente, los símbolos lingüísticos).
- El individuo, como organización consciente de
procesos y funciones internas con signos (que posibilitan la actividad
voluntaria y el control autorregulatorio) es un proceso de relación social.
- El desarrollo no consiste en la progresiva
socialización de un individuo en solitario, sino en la individualización de un organismo
básicamente social desde el principio.
Características
del habla interno
El pensamiento se transforma al hacerse lingüístico,
pues sufre transformaciones ontogenéticas al crease una dirección categorial.
Al verse constreñido por la temporalidad del lenguaje, se hace secuencial
sometiéndose a un esfuerzo de categorización y definición explícita de los
objetos sobre los que versa, es decir, se somete a las reglas del lenguaje. Sin
embargo se producen algunos cambios en la estructura externa del lenguaje al
interiorizarse:
- En el plano lógico se hace cada vez más
predicativo. Los sujetos se suprimen y se conservan solo los predicados.
- En el fonológico se produce cierta abreviación y suspensión
de fonemas.
- En el plano léxico se suprimen palabras y se dan
fenómenos de aglutinación de palabras.
- En el aspecto semántico predominan los sentidos
idiopáticos o particulares de cada sujeto. También se conoce cierta tendencia a
aglutinar y combinar sentidos.
- Los aspectos sintácticos parecen estas más desorganizados.
Organización
del pensamiento
A lo largo del desarrollo el lenguaje adquiere dos funciones
importantísimas: ser instrumento del pensamiento y facilitar
un control
metacognitivo (López Ornat, 1991):
- Proporciona un mecanismo de retroalimentación para
el sistema cognitivo, pues mantiene la vigencia de una representación (abstracciones
simbolizadas en palabras), a medida que ésta es procesada.
- Control atencional de la actividad, mientras
pensamos tenemos nuestra atención fijada en el tema.
- Permite alcanzar niveles de planificación y
anticipación que no son posibles sin el lenguaje.
- Ofrece un recurso representacional muy eficiente
en actividades de solución de problemas (fija verbalmente tareas, realiza
operaciones lógicas sobre ellas, retiene resultados intermedios entre
operaciones, formular mentalmente resultados).
Conclusiones
Al hablar, nos comunicamos con otros y con nosotros
mismos, empleamos un instrumento muy poderoso para representar realidades,
hipótesis y fantasías. Nos servimos de la herramienta más útil para acceder a
los mundos internos de los que nos rodean y a nuestro propio mundo interno.
Convertimos, en una palabra, representaciones implícitas del mundo de los
signos (abstracción y simbolización), y así en estructuras complejas de
conciencia intencional.
Efectivamente,
el lenguaje interno es responsable de las funciones mentales superiores, pues transforma
la percepción del sujeto, transforma su memoria, y permite
la planificación y regulación de la acción, haciendo posible la actividad
voluntaria. Nuestro pensamiento está ahora plenamente verbalizado,
siendo más fácil pensar, relacionar y expresar todo tipo de situaciones y
hechos, con mucha mayor rapidez y claridad. Aparece como una nueva función
cognitiva, que facilita el control y regulación de los propios procesos
cognitivos, con lo que nuestras acciones, consecutivas a nuestro pensamiento,
estarán mejor guiadas y estructuradas (Damasio, 2010; Luria, 1979, Mercier,
2001; Vygotsky, 1964). A través
del lenguaje se aprende rápidamente el desplazamiento cognitivo (en
el tiempo y en el espacio), así como el desarrollo de la abstracción y
del simbolismo, pues con él se produce la transmisión de pensamientos
abstractos simbolizados por los mecanismos sonoros o los gestos del lenguaje
oral o de gestos.
Todo
estos procesos cognitivos son de gran trascendencia para la realización y
explicación de nuestra conducta, pero quedaría por resolver cual puede ser su
origen evolutivo. En este asunto, las teorías psicológicas difieren
ampliamente, pues la Psicología evolutiva apuesta por mecanismos más genéticos
que ambientales, por lo que no estaría en consonancia con las ideas de Vygotski,
que aboga por mecanismos sociales como germen del inicio de todos estos
procesos. Los
estudios interdisciplinarios no fueron desarrollados con estos problemas en el
siglo pasado, por lo que cada teoría psicológica solo contaba con los criterios
metodológicos de sus creadores, con independencia de lo que otras ciencias
pudieran aportan a la compresión del problema. En este complejo contexto
interdisciplinario, las ideas de Vygotski se acoplan perfectamente en el modelo
interdisciplinario del Estructuralismo funcional que he
desarrollado, pues explica la conducta humana bajo la íntima relación de sus
tres procesos claves: pensamiento, lenguaje y conducta.
- Andrés Puello, A. (1987): Lenguaje interno o habla
subvocal. Barcelona. P.P.U.
- Belinchón, M.; Igoa, J. M. y Riviere, A. (1992): Psicología
del lenguaje. Investigación y teoría. Trotta. Madrid.
- Damasio, A. (2010): Y el cerebro creó al hombre. Barcelona. Destino.
- López Ornat, S. (1991): "El lenguaje en la mente", en Martín Serrano, M y Siguán Solers, M. (1991): Comunicación y lenguaje, Alhambra, Madrid, 443-462.
- Luria, A. R. (1979): Conciencia y lenguaje. Madrid. Pablo del Río.
- Luria, A. y Yudovich, L. (1978): Lenguaje y desarrollo intelectual del niño.
Madrid. Pablo del Rio.
- Mercier, N. (2001): Palabras y mentes. Barcelona.
Paidós.
- Vygotski,
L (1964): Pensamiento y lenguaje. Teoría
del desarrollo cultural de las funciones psíquicas. Buenos Aires, La
Pléyade (ed. O., 1934).