domingo, 27 de abril de 2014

Breve ensayo sobre el simbolismo humano

Tradicionalmente se mantiene que el simbolismo es una de las principales características de la conducta humana. No cabe duda que es una de las capacidades cognitivas que más nos caracteriza a los humanos, pues es capaz de crear multitud de conductas, cuya existencia no sería posible sin él. Sin embargo, en toda exposición de temas relacionados con el simbolismo existen importantes matices que, si no se delimitan con anterioridad, son fuente de discusiones sobre diferentes particularidades o criterios, lo que genera confusión y dificulta su análisis. Por tanto, antes de comenzar con el estudio del simbolismo humano, creo preciso elaborar una definición que sirva de base de la exposición y del debate si se presenta.

El simbolismo es un proceso cognitivo por el que se relaciona determinados objetos, pinturas, sonidos o conductas con ciertas ideas, conceptos o creencias, que la sociedad ha generado y aceptado en su conjunto. De tal manera que la manifestación o expresión social de los primeros da a entender la existencia de los segundos.

No obstante, la definición indica la posibilidad de diversas formas de simbolismo, pues tal relación muchas veces puede realizarse sin necesidad de una conciencia que se percate de su realización. Así, cualquier sonido que, de forma más o menos constante, pueda ser relacionado por la sociedad en la que se manifiesta con una conducta, peligro o necesidad, puede ser considerado como una manifestación simbólica, inconsciente, pero real.

Estas ideas nos llevan a considerar que una de las primeras manifestaciones simbólicas que se han producido en la naturaleza sean todas las formas de lenguaje, tanto en seres humanos como en otros animales. No obstante, si solo aceptamos las condiciones que se aprecian en esta definición, sería necesario establecer una serie de grados de simbolismo, los cuales dependerían de las sucesivas condiciones que se vayan añadiendo.


El lenguaje como primera conducta simbólica

De nuevo hay que acudir a una definición, en este caso la del lenguaje, basada en las características del simbolismo, para aclarar un poco las cosas.

El lenguaje, considerado como humano, puede definirse como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, idea o sentimiento, por medio de un sistema de representación simbólico (en principio sonoro y/o gestual), con la intención de dirigir la conciencia o atención del oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información y/o la posibilidad de realizar tareas en común).

En esta definición quedan comprendidos los conceptos básicos que van a caracterizar nuestra específica forma de comunicación, así como su separación de otras formas de lenguaje que existen en la naturaleza. De tal forma, que la sola presencia de estos símbolos lingüísticos nos hace pensar directamente sobre su significación o representación (conceptos o ideas socialmente compartidos). Al escuchar el sonido árbol enseguida se asocia con el prototipo general o abstracción de tal manifestación botánica.

- El primer concepto básico, y quizás el de mayor trascendencia, es la propia voluntariedad e intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico. Naturalmente, para su producción es necesaria la existencia de una conciencia de querer realizar tal acto de comunicación, lo que implica la existencia de alguna forma de autoconciencia, proceso psicológico limitado exclusivamente a nuestra especie aunque, como veremos más adelante, su total ausencia no está tan clara en los primates cercanos a nosotros en la escala evolutiva.
- Previa a esta intencionalidad es imprescindible el tener algo que comunicar, ya sea un sentimiento específico, una idea del momento o un pensamiento más elaborado.
- Este proceso sólo puede darse en un ambiente en el que convivan al menos dos personas, es decir, es imprescindible la existencia de un ambiente social básico que permita su producción y desarrollo.
- Debe existir la intención de influir en la conciencia o atención del oyente, del que se supone que puede entendernos, con el fin de crear una relación social que facilitase la acción conjunta de los miembros de la sociedad.
Aunque en la definición no se mencionan, hay dos condiciones que siempre hay que tenerlas en cuenta:
- Para su realización es necesaria la capacidad de creación de tales conceptos abstractos e ideas a los que poder simbolizar, facultad que no siempre se ha tenido plenamente desarrollada. Estas abstracciones tienen una cualidad destacada, como es el desplazamiento cognitivo, pues existen en nuestra mente sin tener que referirnos necesariamente a un tiempo y lugar determinado, liberándose de la imposición del aquí y ahora.
- Todo lenguaje precisa de un sistema de representación de los hechos que se quiere comunicar, es decir, de la simbolización de estos pensamientos, ideas o sentimientos a transmitir. La simbolización puede estar basada en cualquiera de los sentidos humanos que pueden ser reconocidos por otros elementos sociales, formando un sistema de señales determinado. Destacan, por su mayor funcionalidad, los sentidos acústicos (palabras, música, onomatopeyas, ruidos específicos, etc.) y visuales (gestos, manifestaciones gráficas, movimientos rítmicos o no, etc.), pues el olfato y gusto no son adecuados para realizar tan complejo proceso, aunque en ciertos casos sí pueden trasmitir intencionadamente un mensaje. El tacto, en principio, es poco práctico, aunque podrían igualmente usarse. De hecho, gracias a sus cualidades se puede suplir la falta conjunta de los dos más utilizados (visión y audición), consiguiendo vencer el aislamiento que esas personas ciegas y sordas tenían, y favorecer la comunicación escrita de los ciegos.


¿Puede existir alguna forma de lenguaje/simbolismo en otros animales?

Sin embargo, entre diversos grupos de animales se producen ciertas formas de comunicación que, aunque no reúnan todos los requisitos del lenguaje humano, sí pueden asociarse a la definición de simbolismo, siendo un antecedente evolutivo fundamental.

En algunas poblaciones de grandes monos actuales (chimpancés, gorilas, por ejemplo) presenten, con su particular forma de comunicación, un tipo de lenguaje que posea casi estas mismas cualidades, aunque con un diferente grado de desarrollo. En la actualidad, es conocido el carácter social existente entre estos primates. Su estudio en el medio natural ha permitido comprobar que tienen una gran complejidad social, formando sociedades jerarquizadas y con un dinamismo interno importante. Así, es fácil ver diversos aspectos claramente sociales, entre los que destacan, por su repetida y rápida apreciación, las peleas, alianzas y enfrentamientos de grupos de machos entre sí, con el fin de alterar el orden jerárquico, el cual da prioridad al acceso sexual sobre las hembras y diversas ventajas sociales (Ghiglieri, 1985; Goodall, 1986; Sabater Pí, 1983). Para lograr el desarrollo de estas actividades sociales es necesario tener una forma de comunicación o lenguaje intencional, voluntario, con algo que comunicar, dentro de una sociedad que comprende y comparte los símbolos sonoros o gesticulares empleados.

En general, los primates no humanos carecen de un lenguaje que pueda compararse con el nuestro. No pueden articular los sonidos que caracterizan nuestra forma de hablar, pues está claramente probado que presentan una gran limitación en la articulación sonora, no sólo porque su sistema bucal no sea adecuado, sino también porque su cerebro, y dentro de él su área de Broca, no está tan desarrollado. No obstante, cuando un chimpancé, en sus habituales recorridos en busca de comida, encuentra un árbol con gran cantidad de ella, es capaz de avisar al resto del grupo por medio de una emisión controlada de sonidos, conocidos perfectamente por el resto de la comunidad, para avisar del hallazgo. Es más, puede incluso omitir la señal de llamada si el árbol es pequeño o la comida escasa, ante el temor de que la competencia le deje con poco que comer. No cabe duda, que este tipo de conducta encaja perfectamente, en su forma más elemental, en la definición anteriormente desarrollada (Ghiglieri, 1985). Sin embargo, todas sus comunicaciones carecen o tiene un muy limitado desplazamiento cognitivo, es decir, hacen referencia a hechos del aquí y ahora o en un tiempo muy cercano.

Según la definición del principio, la forma de comunicación de los primates tiene cierto carácter simbólico. La gran diferencia radica en la diferente capacidad de abstracción, de simbolización y de desplazamiento cognitivo existente entre las dos especies. Efectivamente, la creación de conceptos abstractos, ideas o hechos a los que poder simbolizar, es consecuencia de la producción de operaciones cognitivas capaces de aislar de los objetos conocidos las cualidades más significativas o generales de los mismos en su comparación con otros objetos similares pero no idénticos, dando lugar a conceptos genéricos o abstracciones. Por tanto, es fácil observar que la comunicación entre los chimpancés podría definirse como un tipo primitivo de lenguaje humano con un nivel de abstracción, simbolización y desplazamiento cognitiva muy bajo. La diferencia, que sin duda es muy aparente, se basa en el diferente grado que presentan ambas especies en su capacidad de crear elementos abstractos que transmitir (ideas y pensamientos complejos) y de construir sistemas de representación de los hechos que comunicar (simbolización lingüística: códigos léxicos-gramaticales), y de abarcar conductas más allá del aquí y ahora.

La trascendencia del lenguaje en la conducta

El inicio y desarrollo del lenguaje favorece la complejidad conducta simbólica humana, pues esta siempre estará regida por el simbolismo de su sistema de comunicación.

El medio más importante de aprender una cultura y desarrollar una conducta es a través del lenguaje, pues en sus propias características semánticas lleva implícito mucha de la información sobre el medio ambiente que se quiere transmitir. El niño, al aprender su lengua materna, parece que lo hace sin aparente esfuerzo y, en cierto modo es así, pues lo que en gran parte realiza corresponde con una estructuración neurológica basada en la asimilación de conceptos abstractos, sobre los que cimentará el resto de la información que irá recibiendo a lo largo de su vida, es decir, desarrollará las capacidades cognitivas emergentes o exaptativas. Por este camino se dirigen diversos psicólogos (Bruner, 1984, 1988; Belinchón et al. 1992; Miller, 1985; Vygotsky, 1920), y como parece estar indicada en la manifestación de José Antonio Marina (1998):

El camino del desarrollo infantil no es la socialización que se va introduciendo poco a poco desde fuera, sino la progresiva individualización que se produce sobre la base de su esencia social. La palabra, signo para la comunicación entre los seres humanos, se convierte en signo para la comunicación con uno mismo.    

Como ya se comentó en la entrada del blog referente al lenguaje humano, se pueden deducir tres funciones fundamentales que van a caracterizar su importancia en la conducta humana.

- Función comunicativa (formas de expresión). Corresponde al sistema de representación o simbólico formado por signos (articulados y socialmente consensuados), que estarían organizados por medio de unos elementos formales de combinación (gramática). Permite compartir la experiencia personal, la acumulada por la especie y la expresión emocional. Por tanto, su uso facilitaría un mejor y permanente conocimiento de la realidad. Su estudio entra en el terreno de la Lingüística. Sin embargo, las estructuras anatómicas y fisiológicas que participan en la producción y comprensión de estos signos, serán estudiadas por las disciplinas biológicas que analizan la anatomía y fisiología humana.

- Función social (comunicación externa). Forma una conducta voluntaria que regula la acción conjunta de los componentes de una comunidad. Facilita la interacción social, al desarrollar las conductas personales y sociales. Relaciona la conversación con la conducta simultánea o posterior a la misma, donde pueden valorarse los antecedentes, posibles respuestas y consecuencias de tal acción. Destaca la voluntariedad e intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico, donde entraría en juego el concepto de teoría de la mente. Entra en los cometidos doctrinales de la Sociología y Psicología.

- Función cognitiva (comunicación interna). Sería una interacción cognitiva entre el lenguaje y el pensamiento, facilitando el pensamiento racional por medio de diversos procesos internos, como son el lenguaje interno, el pensamiento verbalizado, el lenguaje intelectualizado, el procesamiento computacional de la información, el desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización, la conciencia reflexiva, el aprendizaje, etc.

De las tres funciones, la tercera es sin duda la menos conocida y, sin embargo, puede ser la que más ha colaborado en la evolución de nuestra cultura simbólica. Su desarrollo permite alcanzar importantes niveles de autoconciencia y el paulatino incremento del desplazamiento cognitivo


Niveles del simbolismo humano

El desarrollo de estos dos procesos cognitivos (autoconciencia y desplazamiento cognitivo) sería la definitiva fuente de todo el simbolismo que ha caracterizado al género Homo en toda su evolución. Puesto que son los que más han significado en su desarrollo, los diversos niveles que se pueden establecer en la evolución cultural humana se realizaran según se alcancen los grados de evolución de cada uno de ellos.

Las propiedades acumulativas y emergentes del simbolismo humano lo definen como una construcción progresiva que permite su estructuración histórico-evolutiva en diferentes niveles. No obstante, la producción de los mecanismos que lo hacen posible depende de las características medioambientales (sociedad, cultura, lenguaje y conductas simbólicas previas, economía, etc.), lo que no se desarrollan de forma homogénea en las diferentes poblaciones humanas de cada periodo. Esto nos lleva a considerar que tal estructuración histórico-evolutiva, un tanto teórica, es en realidad un proceso de continuum desarrollo heterogéneo en el tiempo y en el espacioLa necesaria racionalización de tan complejo proceso requiere una subdivisión en cuatro grandes estadios evolutivos, que puedan relacionarse con los datos del registro arqueológico y de la evolución lingüística (Rivera y Menéndez, 2011).

I. Simbolismo arcaico o básico. Se formó con la simbolización de las ideas elementales relacionadas con la convivencia social y la supervivencia del grupo, por medio de sonidos y/o gestos que socialmente serían conocidos. Se inicia con un desplazamiento cognitivo de la acción (evolución de las acciones fuera del aquí y ahora), aunque de forma muy limitada. Tal avance cognitivo facilitaría las acciones conjuntas (convivencia, tecnología, logística, etc.), y desarrollaría el concepto social del grupo. Sus usuarios no tendrían conciencia de utilizar tal proceso simbólico. Incluye en Europa a una parte de los H. heidelbergensis de cultura Achelense y a tipos humanos anteriores.

II. Simbolismo primitivo. Al anterior se fueron sumando los avances en los conceptos de individualidad social y personal, así como de una mayor ubicación temporal y espacial. Sería fundamentalmente descriptivo, lingüístico, sin descartar una base gesticular, con elementos sintácticos elementales e inconsciente. Se mostraría en la aparición de conductas complejas relacionadas con el desarrollo de estos conceptos (áreas diferenciadas en el hábitat, enterramientos intencionados, tipología y tecnología lítica con referentes culturales, logística previsora, etc.). Incluye a tipos heidelbergensis, a una parte de los HN de cultura musteriense y a los primeros HAM en África y el Próximo Oriente.

III. Simbolismo moderno básico. Se alcanza con un importante desarrollo del estadio anterior, es decir, del incremento de la individualidad social y personal, junto con una ubicación temporal y espacial perfeccionada, lo que impulsaría un pensamiento y lenguaje de nivel argumentativo. Sería el inicio de un simbolismo consciente y social, al ser usado con la intención expresa de funcionalidad y argumentación (marcar las diferencias sociales o individuales y gestionar conductas complejas). Se produce con el HAM de cultura auriñaciense y con algunas poblaciones de HN musterienses o de las llamadas culturas transicionales. Su simbolismo pudo limitarse a las manifestaciones socioeconómicas y personales de la vida cotidiana.

IV. Simbolismo moderno elaborado. Tras el desarrollo anterior, y como premisa necesaria, se comienza a crear una conducta más compleja y con plena capacidad de simbolización. Se caracteriza por el desarrollo de un simbolismo social, espiritual y religioso progresivamente complejo, que emerge en etapas sucesivas. Este simbolismo tendría un lenguaje no sólo argumentativo, sino también metafórico, siendo consciente, intencionado y utilizado para explicar muchos aspectos conductuales de la vida individual y social, así como dar una explicación de lo metafísico o sobrenatural. Este nivel se desarrolla de forma progresiva y heterogénea exclusivamente con HAM durante el Auriñaciense, en algunas áreas, y se generaliza con el Gravetiense.


Conclusión

La evolución nos hace seres humanos, mientras que los procesos culturales nos realizan como personas humanas (Eccles, 1992). Es el desarrollo de nuestras capacidades cognitivas, por medio de la evolución morfológica que las posibilita y la influencia sociocultural, lo que nos hace personas al modular simbólicamente nuestra forma de pensar, hablar y actuar. En este contexto, no podemos tener ninguna duda de que lo nos hizo personas con la conducta que nos caracteriza ha sido la capacidad de simbolización. Con su evolución se pudieron originar y desarrollar todas las conductas que componen nuestro complejo mundo, tanto del presente, del pasado y, sin duda, del futuro.


* BELINCHÓN, M.; IGOA, J. M. y RIVIÉRE, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Trotta. Madrid.
* BRUNER, J. (1984): Acción, pensamiento y lenguaje. Alianza. Madrid.
* BRUNER, J. (1988): Desarrollo cognitivo y educación. Morata. Madrid.
* ECCLES, J. C. (1992): La evolución del cerebro: creación de la conciencia. Labor. Barcelona.
* GHIGLIERI, M. P. (1985): Ecología social de los chimpancés. Investigación y Ciencia, 107:64-71.
* GOODALL, J. (1986): En la senda del hombre. Vida y costumbres de los chimpancés. Salvat. Barcelona.
* MARINA, J. A. (1998): La selva del lenguaje. Introducción a un diccionario de los sentimientos. Anagrama. Barcelona.
* MILLER, G. A. (1985): Lenguaje y Habla. Alianza Psicológica, 4. Alianza. Madrid.
* RIVERA, A. y MENÉNDEZ, M.(2011): “Las conductas simbólicas en el paleolítico. Un intento de comprensión y análisis desde el estructuralismo funcional”. Espacio, tiempo y forma. Serie I Prehistoria y arqueología. Nueva época nº 4. 
* SABATER PI, J. (1978): El chimpancé y los orígenes de la cultura. Anthropos. Barcelona.
* VYGOTSKY, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica. 1979. Barcelona.