La utilización de las teorías
desarrolladas por la Psicología en el estudio de la conducta humana en todas
sus épocas de existencia, constituye una necesidad que no siempre se ha tenido
en cuenta. En el marco de la Prehistoria, donde se analiza el origen y
desarrollo de nuestra conducta, pocas veces se ha utilizado. Igualmente, el
desarrollo de la Neurología y de la misma Biología evolutiva se ha producido con
formas demasiadas independientes, sin utilizar la metodología
interdisciplinaria que con seguridad hubiera ofrecido resultados más reales, consensuados
y con mayor base científica.
Marco teórico de la Psicología cognitiva
Durante la década de los años
cincuenta y sesenta se volvieron a tener presentes la existencia de los
procesos mentales como expresión de las cualidades psicológicas de nuestra
especie. Tal confirmación fue el origen del desarrollo de la Psicología
cognitiva, la cual trata de analizar las formas conductuales de los
seres humanos por medio del estudio experimental de los procesos mentales. La Psicología
cognitiva puede ofrecer un marco teórico a la Psicología de gran
trascendencia, constituyendo en la actualidad el enfoque metodológico predominante,
por ser la que más poder explicativo presenta y mejor se adapta a los sucesivos
avances que la neurología y otras ciencias humanas van aportando continuamente,
respecto del estudio de nuestro propio comportamiento (Belinchón et al. 1992).
Uno de los enfoques que más
predicamento tiene en la actualidad corresponde a la perspectiva del procesamiento
de la información, en el cual la mente se entiende como un sistema
activo que procesa la información medioambiental. De esta manera, los estímulos
sensoriales que recibimos del exterior toman especial interés en la génesis y
control del comportamiento humano (González Labra, 1998). Los rasgos más
característicos de este enfoque teórico son los siguientes (Belinchón et al. 1992):
- Se establece una aceptación
cuidadosa de la metáfora del ordenador
o hipótesis computacional como
explicación de los fenómenos cognitivos, al encontrar una analogía entre el
modo de funcionar de estas máquinas y los procesos mentales de los seres
humanos, en cuanto que los dos son sistemas de procesamiento de la información.
Existiría la posibilidad de usar, en el desarrollo de la Psicología, datos
procedentes de la simulación con ordenadores, para explicar la forma de
describir los estados y los procesos mentales en términos del procesamiento de
la información.
- La mente humana es un sistema
activo y dinámico que está continuamente interaccionando con el medio ambiente.
- Igualmente, es un sistema capaz
de manipular símbolos. La actividad inteligente implica la elaboración y
manipulación de ciertas representaciones de la realidad.
Importancia del medio ambiente en el desarrollo cognitivo
En este marco teórico es fácil
comprender la importancia que adquieren las características del medio ambiente,
dentro del desarrollo de las cualidades cognitivas del ser humano. Así, los
patrones de la actividad de un organismo inteligente varían en función de la
experiencia, es decir, de la incorporación de datos externos a los que puede acceder,
en función de su interés y medios de aprendizaje, influyendo éstos en la
explicación de los mecanismos responsables de la conducta (Belinchón et al. 1992).
En este sentido, los niños
aislados totalmente por causa de patología familiar, en los que se les ha
anulado su relación con sus familiares, o los que simplemente han sido
abandonados como ocurre en los llamados niños
lobo, han tenido un enorme
retraso intelectual, que se corrigió en parte dependiendo de la edad en la que
fueron rescatados (Bruner, 1984; Pinillos, 1991). También sabemos que si a los
niños sordos no se les enseña un tipo de lenguaje, ya sea sonoro o manual,
presentan un retraso mental importante, a pesar de tener todas las
capacidades cognoscitivas normales
(Luria y Yudovich, 1956; Marchesi, 1987; Miller, 1981; Ochaita, 1990). Por el
contrario, los niños que padecen el síndrome de Down consiguen un
importante aumento cognitivo si reciben una educación precoz y reforzada
respecto de los estímulos externos, siendo su desarrollo cognitivo, hasta
cierto punto, paralelo a la madurez de su lenguaje. Estos ejemplos ilustran, de
una forma muy genérica y simple, como puede afectar un medio ambiente
inadecuado al desarrollo normal de los niños.
En el plano neurofisiológico,
existen numerosos experimentos que indican claramente como se produce una mayor
estructuración neurológica, manifestada por el aumento de sinapsis y de redes
neuronales, si el desarrollo se efectúa dentro de un medio rico en estímulos.
Se comprueba de este modo como las ratas criadas en un medio ambiente con
abundantes estímulos sensoriales, tienen una producción de sinapsis mucho más
densa que las criadas en ambientes pobres, adquiriendo además una mejor
capacidad para enfrentarse a situaciones de tensión o nuevas. Podríamos decir
que la experiencia sensorial está íntimamente relacionada con la proliferación
de sinapsis y la consecuente creación de redes neuronales, que parece ser la
base neurológica sobre la que se asienta el comportamiento (Changeux, 1983;
Delgado, 1994; Martín Ramírez, 1996; Puelles, 1996).
La falta precoz y continuada de
estimulación sensorial externa adecuada, produce alteraciones importantes en
los centros corticales receptores de las mismas. Así podemos comprobarlo al
apreciar como en los ciegos de nacimiento, por causa de alteraciones en el
globo ocular o por mecanismos traumáticos (como es el caso de experimentación
en animales), se produce un subdesarrollo del córtex primario occipital,
receptor de los estímulos visuales (Delgado, 1994; Wiesel y Hubel, 1963).
Estos datos nos permiten
comprender, de una forma somera, la importancia del medio ambiente en el
desarrollo de las cualidades fisiológicas y cognitivas del ser humano que, a
través de los receptores sensoriales, va a modular el desarrollo del sistema
nervioso central.
Factores básicos del desarrollo de las capacidades
cognitivas
La existencia de procesos
cognitivos superiores entre los seres humanos (autoconciencia, atención, emotividad,
razonamiento, etc.), depende de una serie de factores básicos que, en estrecha
relación y desarrollo en conjunto, van a hacer posible la aparición de estas
cualidades características de nuestra especie. Son los siguientes:
- Existencia de una evolución
biológica que proporcione unas capacidades físicas cerebrales con
un carácter innato, y otras capacidades funcionales más o menos
inespecíficas, las cuales, para su desarrollo necesitan del medio
ambiente, siendo las que van a sustentar los procesos cognitivos superiores.
Las áreas corticales de asociación van a configurar o establecer una serie de
complejas redes neurales como base fisiológica de nuestra conducta.
- La experiencia o interacción
de cada individuo con el mundo en el cual vive, proporciona los diferentes
estímulos sensoriales que van a ser procesados por las áreas de asociación de
la corteza cerebral. La adecuada calidad e intensidad de estos estímulos
adquiridos durante la infancia y dentro del período crítico, estarían
estrechamente relacionados con el desarrollo de las capacidades cognitivas que
la evolución nos ha proporcionado.
- Las
facultades cognitivas específicamente humanas corresponden en general al
concepto evolutivo de exaptaciones y psicológico de emergencias cognitivas (Anderson, 1983; Belinchón et al. 1992; Gazzaniga, 1998; Gould, 1980; Tattersall, 1998; Vrba, 1985), es
decir, a cualidades generadas por los mecanismos evolutivos para unos fines
específicos o simplemente con un carácter neutro, pero que con una estimulación
medioambiental determinada son capaces de generar las cualidades cognitivas
propias de nuestra especie.
- La aparición de estas
capacidades cognitivas parece estar muy relacionada con la necesidad de un sistema
simbólico, que sea capaz de facilitar un mecanismo rápido y eficaz en
la tarea de asumir la extensa información externa y de poder procesarla
internamente con iguales propiedades. Así, son muchos los autores que ven la
necesidad de un requisito previo muy importante, como es el aprendizaje
de un lenguaje que permita la simbolización del mundo exterior y, al
interiorizarlo en nuestro propio pensamiento, permitir con ello el desarrollo
de las cualidades cognitivas fundamentales, como son la autoconciencia, el
control del tiempo y del espacio y la propia simbolización de las múltiples
facetas de la vida.
Autoconciencia
Se puede afirmar que el factor
cognitivo que mayor repercusión tiene en la aparición de las formas de conducta
modernas, corresponde a lo que llamamos conciencia humana, autoconciencia o
metacognición. Podríamos definirla, a pesar de la importante controversia que
existe al respecto, como el conocimiento subjetivo que tenemos sobre
nuestros propios procesos mentales, de
la información que recibimos y de los actos que realizamos.
Por tanto, la conciencia corresponde a
una cualidad
mental adquirida gracias a las capacidades innatas del cerebro y a
su estimulación
adecuada por medio de un entorno socio-cultural adecuado (exaptación
y/o emergencia).
Si el
medio ambiente no es el adecuado, el desarrollo de la autoconciencia no tendría
un correcto desarrollo. En este caso, la conducta tendría formas primarias y
elementales, cuyos fines básicamente se centran en los fenómenos de
supervivencia. El desarrollo de esta propiedad,
se produce con el reconocimiento e interiorización del concepto abstracto del yo
en relación con el concepto de los demás. Su creación requiere unos
aspectos básicos:
- Necesita un mínimo de desarrollo
neurológico para poder realizar dicho proceso creativo, superior al necesario
para realizar tareas simples de aprendizaje.
- Precisa una interacción social (intra e intergrupal)
importante y continuada, que genere continuamente problemas de relación entre
los individuos del mismo grupo y de otros. Esta relación deberá hacer hincapié
en la diferenciación conceptual de unos frente a otros, hasta llegar a
desarrollar una clara conceptualización de los conceptos simbólicos del yo
y los otros, es decir, de la individualidad social y personal.
- Su desarrollo sería generacional,
necesitando el recurso de varias generaciones para desarrollar plenamente
dichos conceptos. El proceso implicaría la paulatina creación de cambios
conductuales que resalten la diferencia entre unos y otros, por parte de
algunos elementos sociales susceptibles en mayor grado para desarrollar tales
conceptos, siendo rápidamente adquiridos por los elementos más jóvenes del
grupo que los asumirán como suyo propio.
- Al ser un proceso básicamente
mental, para su transmisión y aprendizaje precisaría de elementos simbólicos
que recojan tales abstracciones, constituyendo parte esencial de un sistema
simbólico de comunicación. Por tanto, debe de estar íntimamente ligado al
desarrollo del lenguaje, como elemento formal de simbolizar y transmitir tales
ideas. El desarrollo del lenguaje, además, tiene una forma totalmente
compatible con la adquisición y transmisión de los conceptos simbólicos del yo
y de los otros, por lo que es fácil suponer que ambos procesos se
superpongan.
- La generación de la autoconciencia
o la interiorización del concepto del yo, es básica en la estructura psicológica del ser humano y para su
complejo desarrollo social.
- La aparición de la conciencia
es un proceso de aprendizaje gradual,
mediado por las características propias
del lenguaje, que se entiende como vehículo básico para describir, expresar y
aprender las propias experiencias, por lo que en su ausencia resulta difícil
aceptar la existencia de fenómenos conscientes (Bickerton, 1990; Bruner, 1984, 1988; Delgado, 1994; Luria 1974, 1979; Palacios, 1984; Pinillos, 1991;
Vygotsky, 1920; Wertsch, 1985).
El lenguaje como medio del desarrollo cognitivo-conductual
La importancia que el lenguaje
tiene dentro del desarrollo cultural humano es considerada de gran
trascendencia para la comprensión de su conducta. Sin embargo, existe cierta
dificultad a la hora de conocer la importancia real de éste, ya que aunque es
fácil comprender su aspecto comunicativo, es más complejo interpretar los
efectos que puede producir su interacción con el pensamiento,
propiciando el desarrollo de los elementos cognitivos que van a dar lugar a la
conducta de nuestra especie. Así, parece
evidente la necesidad de desarrollar un modelo funcional del lenguaje en el
que, al analizar los datos anatómicos, fisiológicos, psicológicos y sociales,
podamos comprender su funcionamiento, con el fin de llegar a un mejor
conocimiento de su desarrollo y uso del mismo a lo largo de toda la evolución
física y cultural humana.
Algunos
de los problemas que se plantean en el momento de comprender el origen y
desarrollo del lenguaje, pueden deberse a los diferentes enfoques con los que
se define tal proceso, por lo que es necesario comenzar con una definición del
mismo.
En general,
el lenguaje humano puede definirse como la transmisión voluntaria de un pensamiento,
idea o sentimiento por medio de un sistema de representación, con mayor o menor
carga simbólica, que puede conformar un código léxico-gramatical, con la
intención de que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige
tal mensaje (Rivera, 1998,
2009).Esta
definición implica diversos conceptos básicos:
-
Voluntariedad e intencionalidad en la acción, con conciencia de realizar el
acto.
- Necesidad
de tener previamente algo que comunicar, como pensamientos, deseos, abstracciones,
etc.
- Existencia
de un ambiente social básico, que permita su necesidad, origen y desarrollo.
- La creación
de un sistema de representación de los hechos que comunicar, es decir, que todo
pensamiento, idea o sentimiento se corresponda con un sistema de
representación, formando un sistema de señales (principalmente acústico y
gesticular o visual), que a su vez se autorregula por una serie de elementos
abstractos que ordenan su conexión y ordenación expositiva (código
léxico-gramatical).
- El
receptor debe recibir y comprender tales señales por lo que debe de presentar
un sistema sensorial adecuado a las mismas.
Estos
conceptos nos hacen comprender que el lenguaje es un proceso psicobiológico
de gran complejidad, con un carácter multifactorial, que complica en gran forma
la comprensión del mismo. Cuando nos referimos al ser humano, aunque pueda
haber utilizado como sistema de señales diversos medios, parece que el más
usado y generalizado corresponde a la transmisión sonora, la cual presenta
grandes ventajas sobre los sistemas gesticulares o visuales. Puede establecerse
una correspondencia entre la evolución del sistema nervioso central, auditivo y
fonador del ser humano con la posibilidad de creación del lenguaje.
En
definitiva, es el sistema nervioso central el que controla ambos procesos, por
un lado, como creador de los pensamientos, ideas y sentimientos que quiere
transmitir, a los que representa simbólicamente con una serie de sonidos y, por
otro, con la articulación y producción de esos mismos sonidos por medio del
sistema fonador. Con ellos se establece una forma rápida y eficaz de
transmisión del pensamiento a través del lenguaje humano (Rivera, 1998, 2009).
Funciones del lenguaje
Durante
la evolución de los sistemas anatómicos relacionados con el lenguaje, se han
ido desarrollando e interaccionando entre si las diversas funciones que el
sistema de comunicación humano es capaz de producir. Son las siguientes:
- La comunicación o transmisión de un pensamiento determinado a través del sistema
simbólico elegido. En el caso de ser la voz, no es necesario utilizar la mirada
ni las manos, quedando libres para realizar otra actividad. Corresponde al
proceso más conocido y difundido del lenguaje, como es el propio habla. Con
él, se produce la transmisión y aprendizaje de conceptos nuevos que pasan a
formar parte del pensamiento del oyente, enriqueciendo y facilitando la
creación y transmisión de nuevas ideas. Tenemos tres funciones relacionadas con
el proceso interactivo del lenguaje con los demás (Belinchón et al. 1992):
* Compartir
la experiencia personal.
*
Transmitir la experiencia acumulada por la especie.
*
Regular la acción conjunta de forma delicada y cooperativa.
- Desarrollo cognitivo por medio de la interacción del lenguaje con el pensamiento. Éste sería una consecuencia de la función comunicativa y la parte del
proceso lingüístico menos conocida, pero no por ello menos importante, pues en
definitiva es la que va a cambiar la propia configuración de nuestro
pensamiento y de nuestras propias acciones. En
conjunto, ambas funciones van a facilitar una serie de cualidades mentales
propias de nuestra especie, permitiendo realizar diversas procesos cognitivos
(Belinchón et al. 1992):
*
Categorizar la realidad en planos inaccesibles a la especie sin el uso de
códigos apropiados, pues permite realizar la comunicación
consigo mismo, definiendo así un plano reflexivo y metacognitivo de conciencia.
Igualmente permite describir lo real y facilita describir lo posible, hasta
límites que no serían factibles con otros métodos de representación.
* Realizar
inferencias deductivas, inaccesibles a otras especies. Gran reflexividad.
- Desarrollo del pensamiento. Pueden
existir dos formas genéricas de pensamiento:
* La primera
correspondería al uso exclusivo de representaciones sensoriales, tales como
imágenes o recuerdos de los diversos sentidos. Es como si nos viéramos
realizando la acción que queremos imaginar. Fácilmente nos damos cuenta de la
dificultad que se nos presenta en el momento de idear la representación de
hechos abstractos (datos técnicos, fechas, cifras, etc.), con lo cual la acción
mental transcurre lentamente y a veces no llega al fin deseado, siendo además
su transmisión a otros seres muy difícil de realizar, al carecer de un sistema
simbólico de comunicación. Sin duda puede existir un pensamiento sin lenguaje,
pero muy limitado en su funcionalidad y con una gran dificultad en su análisis,
comprensión y comunicación.
* De la
segunda manera, utilizamos el lenguaje que usamos normalmente con las mismas
directrices léxico-gramaticales, aunque con pequeñas variaciones que lo
caracterizan como un lenguaje interno (Luria, 1979); es
decir, como si habláramos con nosotros mismos. Nuestro pensamiento está ahora
plenamente verbalizado, siendo más fácil pensar, relacionar y expresar todo
tipo de situaciones y hechos, con mucha mayor rapidez y claridad. De este modo
nuestras acciones, consecutivas a nuestro pensamiento, estarán mejor guiadas y
estructuradas. Igualmente la transmisión de pensamientos abstractos es muy
fácil, al usar el simbolismo que el lenguaje nos permite.
- El pensamiento simbólico se basa en la
experiencia adquirida por medio del lenguaje. Nuestro
pensamiento sólo podrá funcionar basándose en los conceptos, hechos, ideas,
palabras y cualquier elemento sensorial, que haya sido vivido, memorizado y
posteriormente recordado, para poder ser procesado y desarrollar una acción
consecuente. Puesto que el lenguaje es la mejor forma de adquirir los elementos
abstractos o simbólicos de una sociedad, se producirá una intensa interacción
entre el lenguaje y el pensamiento, que en el caso de los niños servirá
como guía del desarrollo de su pensamiento y acción. El lenguaje representa sólo la experiencia vivida (Bruner, 1984,
1988), ya sea directamente o por procesos de combinación basados en anteriores
vivencias.
Un lenguaje
moderno, propio de los seres humanos actuales, sería aquel que presente una
base simbólica muy importante en sus vocablos o léxico, de tal forma que
englobe toda su dinámica alrededor de las abstracciones realizadas por el
cerebro, como son los conceptos del yo-otros, del tiempo y del espacio,
todo ello articulado por un código gramatical igualmente abstracto,
desarrollando la formación de los procesos de autoconciencia, propios
del ser humano actual. Tras el largo aprendizaje de la niñez, llegaría a
conducir la acción con independencia del aquí y ahora (desplazamiento
cognitivo), centrándose toda la acción humana alrededor del concepto aprendido
de nuestra independencia física y psíquica (el yo), en contrapunto con
nuestra relación con los demás.
En el
desarrollo normal del niño, el lenguaje y pensamiento parecen ser
independientes en su origen, produciéndose posteriormente continuas
interacciones. Éstos, en un momento determinado se funden, a través de un
proceso de interiorización, dando lugar al pensamiento verbalizado (pensamiento
regulado por las reglas gramaticales y el léxico aprendido) y por otra parte al
lenguaje
intelectualizado (exteriorización sonora del pensamiento), siendo estos
procesos lo que le confiere al niño las características clásicas del
comportamiento humano. Como la conducta está regulada por el pensamiento, es
fácil concluir que el lenguaje es un instrumento regulador de la
conducta y del desarrollo cognitivo de los seres humanos (Bickerton,
1990; Bruner, 1984,1988; Luria y Yudovich 1956, Luria, 1979; Vygotsky, 1920;
Wertsch, 1985).
- Cambios conductuales debidos al pensamiento
simbólico. En la teoría cognitiva, la
conducta puede entenderse como la respuesta de los procesos mentales o cognitivos
a los estímulos externos, fuente de toda experiencia y base de datos para el
desarrollo de todo procesamiento informativo. La naturaleza de los procesos
cognitivos, con respecto a la conducta, es difícil de explicar. En los animales
la cognición puede definirse como una representación neurológica o modelo de
alguna experiencia pasada como base para la acción. Mientras que en el ser
humano, tales procesos adquieren dos características sobresalientes (Domjan y Burkhard, 1986):
- Conducta motivada plenamente por
los estímulos externos, que recibe en ese mismo momento. Correspondería al
prototipo clásico del comportamiento animal.
- Conducta elaborada por la
experiencia anterior, que no está sujeta ni al tiempo ni al lugar en donde
transcurre la acción. Corresponde a un pensamiento que trabaja con símbolos y
usa una propiedad cognitiva denominada desplazamiento, dándose entre los humanos con un desarrollo cognitivo moderno.
La relación entre el desarrollo de
las capacidades cognitivas y las cualidades medioambientales, es fundamental en
la aparición de formas conductuales con un formato humano actual. Cognición y conducta
son dos procesos íntimamente
relacionados, pudiendo decirse
que la conducta es la manifestación externa de los procesos cognitivos. El aprendizaje e interiorización de un lenguaje
moderno, darían lugar a un pensamiento mucho más funcional, rápido y eficaz que
facilita enormemente la adaptación a los cambios medioambientales, lo que a la larga se comprende como un desarrollo
cognitivo. El cambio sustancial de la acción del ser humano, se aprecia en sus
hechos, viendo como se establecen pautas conductuales de planificación del futuro;
concepto
del espacio donde la posibilidad de la existencia de otros lugares más
allá de donde vive, aumentaría su área de autonomía y lo que parece ser más
importante, una clara idea de su propia identidad en oposición a la
de los demás.
El
desarrollo de estas cualidades cognitivas requiere unas connotaciones sociales
muy determinadas, existiendo en lugares con suficiente y permanente actividad
demográfica y consecuente interés comunicativo (Bickerton, 1990; Bruner, 1984,
1988; Mead, 1934; Pinillos, 1991; Vygotsky, 1920; Wertsch, 1985).
El lenguaje es fruto del pensamiento,
pero a su vez, también es modulador del mismo y en definitiva ambos son
controladores de la acción y conducta
humana.
Resumen
El
desarrollo de las capacidades cognitivas humanas corresponde a un complejo
proceso, dentro del cual debe existir una íntima relación entre las
características neurológicas evolucionadas y heredadas, con los procesos
psicológicos que van a dar lugar a las formas conductuales humanas. Existen
diversos factores:
- Evolución neurológica por medio
del modelo
multifactorial, que daría lugar a un gran cerebro con muchas capacidades
cognitivas por desarrollar, junto con una serie de cualidades
trascendentales como son su inmadurez
y plasticidad neurológica.
- Unas
capacidades psicológicas emergentes o exaptaciones muy importantes, que se desarrollarán en función de los factores
medioambientales y de las características neurológicas.
- Las
características culturales medioambientales influirán notablemente en la creación y desarrollo de estos procesos.
Si en el medio ambiente existe un lenguaje puede ser capaz de desarrollar la autoconciencia en los niños que se críen en ese ambiente.
- La conducta está íntimamente relacionada con el desarrollo cognitivo, y éste se desarrolla gracias a la
existencia de un lenguaje simbólico.
Por tanto, cognición, lenguaje y
conducta son tres procesos que siempre van unidos en su creación y
desarrollo y, en definitiva, serán los parámetros sobre los que gira la propia
evolución cultural humana.
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