Todos los que estudian la conducta
humana están de acuerdo en la importancia que tienen el lenguaje en la
configuración y desarrollo de la conducta humana, pero en la forma en que se
produce tal relación no hay acuerdo unánime. Además, si vamos a hablar del
lenguaje es imprescindible establecer una definición que nos sirva de guía y
nos centre lo que queremos analizar.
El lenguaje humano puede definirse
como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, idea o sentimiento, por
medio de un sistema de representación simbólico (en principio sonoro y/o
gestual), con la intención de interferir en la conciencia o atención del
oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se
dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información y/o la
posibilidad de realizar tareas en común).
I. Conceptos generales del proceso
lingüístico.
De la definición anterior podemos
deducir los conceptos básicos que van a caracterizar nuestra específica forma
de comunicación, así como su separación de otras formas de lenguaje que existen
en la naturaleza. Por tanto podemos distinguir los siguientes aspectos.
- Mecanismos
Psicobiológicos (neurológicos y psicológicos). La propia voluntariedad
e intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico. Naturalmente,
para su producción es necesaria la existencia de un interés o motivación para
realizar tal acto de comunicación, lo que implica la existencia de alguna forma
de autoconciencia (proceso psicológico limitado exclusivamente a nuestra especie,
aunque diversos autores opinan que su total ausencia no está tan clara en los
primates cercanos a nosotros en la escala evolutiva).
- Mundo social. Tener
algo que comunicar, ya sea un sentimiento específico, una idea del momento o un
pensamiento más elaborado. Este proceso sólo puede darse en un ambiente en el
que convivan al menos dos personas, es decir, es imprescindible la existencia
de un ambiente social básico que permita su motivación, manifestación y
desarrollo.
- Conducta. Interferir
en la conciencia o atención del oyente, del que se supone que puede entendernos
por ser semejante a nosotros, con el fin de crear una relación social que
facilitase la simple comunicación de ideas, la intencionalidad de influir en el
pensamiento de los otros, o la realización de una acción conjunta con los
miembros de la sociedad.
- Biología evolutiva. La
evolución con sus modificaciones anatómicas ha producido los cambios necesarios
(somáticos, neurológicos y psicológicos) para que el proceso anterior pueda
desarrollarse.
II. Funciones del lenguaje.
Se pueden deducir tres funciones fundamentales que van a caracterizar su
importancia en la conducta humana.
* Función
comunicativa (formas de
expresión). Corresponde al sistema de representación formado por signos (articulados
y socialmente consensuados), que estarían organizados por medio de unos
elementos formales de combinación (gramática). Permite compartir la experiencia
personal, la acumulada por la especie y la expresión emocional. Por tanto, su
uso facilitaría un mejor y permanente conocimiento de la realidad. Su estudio
entra en el terreno de la Lingüística. Sin embargo, las estructuras anatómicas
y fisiológicas que participan en la producción y comprensión de estos signos,
serán estudiadas por las disciplinas biológicas que analizan la anatomía y
fisiología humana.
* Función
social (comunicación
externa). Forma una conducta voluntaria que regula la acción conjunta de los
componentes de una comunidad. Facilita la interacción social, al desarrollar
las conductas personales y sociales. Relaciona la conversación con la conducta
simultánea o posterior a la misma, donde pueden valorarse los antecedentes,
posibles respuestas y consecuencias de tal acción. Destaca la voluntariedad e
intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico, donde entraría en
juego el concepto de teoría de la mente. Entra en los cometidos doctrinales de
la Sociología y Psicología.
* Función
cognitiva (comunicación
interna). Sería una interacción cognitiva entre el lenguaje y el pensamiento,
facilitando el pensamiento racional por medio de diversos procesos internos,
como son el lenguaje interno, el pensamiento verbalizado, el lenguaje
intelectualizado, el procesamiento computacional de la información, el
desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización, la conciencia
reflexiva, el aprendizaje, etc. Su estudio estaría a cargo de la Neurología y
Psicología (Psicobiología).
De las
tres funciones, la tercera es sin duda la menos conocida y, sin embargo, puede
ser la que más ha colaborado en el desarrollo de nuestra cultura simbólica.
Para una mejor explicación sobre la trascendencia de esta relación podemos
establecer, de una forma puramente teórica y explicativa, dos formas genéricas
de pensamiento.
- Primera. Correspondería a la existencia de un pensamiento sin
lenguaje, donde sólo existieran representaciones sensoriales, tales como
imágenes o recuerdos de los diversos sentidos. Es como si nos viéramos
realizando la acción que queremos imaginar. Fácilmente nos damos cuenta de la
dificultad que se nos presenta en el momento de idear la representación de
hechos abstractos (datos técnicos, fechas, cifras, sentimientos acciones
articuladas en tiempo y espacio, etc.). La acción mental transcurre lentamente
y a veces no llega al fin deseado, siendo además su transmisión a otros muy
difícil de realizar, al carecer de un sistema simbólico de comunicación. Sin
duda puede existir un pensamiento sin lenguaje, pero limitado en su
funcionalidad a los conocimientos adquiridos por la propia experiencia y por
otros medios no lingüísticos. La realidad es que la ausencia de un lenguaje
limitaría enormemente la transmisión de cualquier idea, siendo imposible en
muchos casos. No obstante, existen testimonios de personas, con renombrada
inteligencia, sobre la producción de su pensamiento, indicando que muchas veces
funciona mejor si se realiza por medio de imágenes de este tipo, tal fue el
caso de Albert Einstein. No es posible dudar de su testimonio, pero seguro que
sólo podría comunicar las conclusiones a las que llegara por medio de un
lenguaje conocido por sus oyentes. Además, este proceso puede realizarse
gracias a que, con anterioridad (toda su infancia y juventud), su pensamiento
se hizo abstracto en función de su aprendizaje humano y académico fundamentalmente
lingüístico (sonoro, visual y escrito).
- Segunda. En la segunda utilizaremos tanto al lenguaje como al
pensamiento. El tipo de lenguaje que puede utilizar el pensamiento, es el mismo
que usamos normalmente con las mismas directrices léxico / gramaticales, aunque
con pequeñas variaciones que lo caracterizan como un lenguaje interno.
Es como si habláramos con nosotros mismos, consiguiendo adquirir nuevas
funciones psicológicas que antes eran externas. Efectivamente, el lenguaje
interno es responsable de las funciones mentales superiores, pues transforma la
percepción del sujeto, transforma su memoria, y permite la planificación y
regulación de la acción, haciendo posible la actividad voluntaria. Nuestro
pensamiento está ahora plenamente verbalizado, siendo más fácil pensar,
relacionar y expresar todo tipo de situaciones y hechos, con mucha mayor
rapidez y claridad. Aparece como una nueva función cognitiva, que facilita el
control y regulación de los propios procesos cognitivos, con lo que nuestras
acciones, consecutivas a nuestro pensamiento, estarán mejor guiadas y
estructuradas (Belinchón et al. 1992; Luria, 1979, Mercier, 2001;
Vygotsky, 1920). Igualmente, la transmisión de pensamientos abstractos es muy
fácil, al usar el simbolismo que el lenguaje nos permite. Como es lógico, la
forma usada normalmente por nuestra especie es la segunda, aunque con cierto
esfuerzo y en determinados contextos, también puede utilizar la primera.
La
utilización del lenguaje por parte del pensamiento conlleva la limitación de
las características del mismo, si éste es muy limitado en concepciones
abstractas, el pensamiento tendría igualmente cierta limitación en el uso de
tales conceptos abstractos no aprendidos. El lenguaje es el medio por el cual
aprendemos todos los conceptos abstractos (conceptos sobre la individualidad,
el tiempo, el espacio, la negación, religión, arte, etc.) que nuestra sociedad
haya podido ir creando a lo largo de su desarrollo. No podemos esperar que cada
niño, en su crecimiento y desarrollo particular, deba ir creando todas las
abstracciones que la sociedad ha originado a lo largo de su largo periplo
cultural. El lenguaje es el medio por el cual el niño, de una manera rápida,
guiada y ordenada, adquiere ese conjunto de abstracciones fundamentales en
nuestro medio social. Igualmente, dotamos a nuestro pensamiento de una
herramienta fundamental para poder desarrollar las capacidades cognitivas que
nos caracterizan (lenguaje interno). El niño, al ir asimilando las
abstracciones que aprende por medio del lenguaje que escucha de la sociedad en
la que vive, dentro de su periodo crítico de maduración neurológica, organiza
su sistema nervioso en función de las cualidades que tales abstracciones le
ofrecen (Belinchón et al. 1992; Vygotsky, 1920).
III. Conducta, pensamiento y
lenguaje.
Se admite una relación entre laconducta humana (del pasado y presente), el lenguaje de sus creadores y elpensamiento que pudieron tener. Sin embargo, la relación que estos tres
procesos tienen entre sí, y de todos ellos con la evolución cognitiva y
conductual, no está bien definida, pues estos se originan y evolucionan dentro
de una estrecha interrelación. De tal manera están relacionados, que el
conocimiento de uno de ellos (conducta apreciada en los yacimientos arqueológicos
del pasado) tiene que corresponderse con una determinada forma de pensamiento y
de su correspondiente simbolización social (sonora, gesticular, gráfica o
mixta).
El lenguaje siempre se ha
considerado como una propiedad humana de características innatas y exclusivas
de los seres humanos. Este concepto nace de la simple observación, pues ningún
otro animal es capaz de producir los sonidos del lenguaje con las
características de intencionalidad y comunicación social de lo que pensamos. La
idea de innatismo se refuerza con el hecho de que aparentemente todos los niños
comenzaran a hablar desde muy temprana edad, sin que se aprecie un claro
proceso de enseñanza intencionada por parte de algún adulto. Parece que
genéticamente estamos programados para hablar, usando una determinada lengua.
Sin embargo, la falta de unas condiciones sociales con un mínimo de cualidades
específicas para su desarrollo, la aparición del lenguaje, su riqueza de
expresión y la normalidad cognitiva de los niños, estarían muy limitadas. El
ambiente en el que viven los niños pequeños tiene una vital importancia para el
desarrollo de un lenguaje, de sus facultades mentales, de la estabilidad
emocional y, por tanto, de su supervivencia.
Estas ideas nos indican la
necesidad de considerar a las capacidades cognitivas como posibilidades a
desarrollar, siendo la conducta observada el resultado del desarrollo
de dichas capacidades. No obstante, el estudio del lenguaje en el pasado
(Paleolítico) no se suele analizar por las correspondientes conductas sociales
y personales que es capaz de generar, sino por la capacidad de articulación
sonora que los homínidos de nuestro linaje son capaces de producir. Pero esta
capacidad sonora, por sí sola, no indica nada sobre su desarrollo como medio de
simbolización del pensamiento, que es la causa primaria de toda conducta.
El lenguaje es tan importante para
los seres humanos que sin él no hubieran podido producirse las numerosas
culturas que han jalonado nuestra historia. Pero su importancia no radica sólo
en la expresión sonora de lo que pensamos, sino que
su función social (siempre se habla entre
varios) y del desarrollo cognitivo (emocional
y racional) que es capaz de producir, pues son tan fundamentales como la
comunicación. No obstante, estas características cognitivas del lenguaje no
siempre se han conocido ni tenido en cuenta en la explicación de los hechos
humanos. Como puede apreciarse, existe una intensa e interesante relación entre
el pensamiento (capacidades cognitivas), el lenguaje y la conducta humana. Tal
relación queda reflejada en las características de nuestro pensamiento, pues
como ya se cuando pensamos es como si habláramos con nosotros mismos (lenguaje
interno). El pensamiento de beneficia de la fluidez y ordenamiento del
lenguaje, aunque tales características no dejan de ser, a su vez, consecuencias
de las capacidades cognitivas (abstracción, simbolización, etc.) del
pensamiento.
La utilización del lenguaje por
parte del pensamiento conlleva la limitación de las características del mismo,
si éste es muy limitado en concepciones abstractas, el pensamiento tendría
igualmente cierta limitación en el uso de tales conceptos abstractos no
aprendidos. El lenguaje es el medio por el cual aprendemos todos los conceptos
abstractos (conceptos sobre la individualidad, el tiempo, el espacio, la
negación, religión, arte, etc.) que nuestra sociedad haya podido ir creando a
lo largo de su desarrollo. El lenguaje es el medio por el cual el niño, de una
manera rápida, guiada y ordenada, adquiere ese conjunto de abstracciones
fundamentales en nuestro medio social. Igualmente, dotamos a nuestro
pensamiento de una herramienta fundamental para poder desarrollar las
capacidades cognitivas que nos caracterizan (lenguaje interno). El niño, al ir
asimilando las abstracciones que aprende por medio del lenguaje que escucha de
la sociedad en la que vive, dentro de su periodo
crítico de maduración neurológica, organiza su sistema
nervioso en función de las cualidades que tales abstracciones le ofrecen
(Belinchón et al. 1992; Vygotsky, 1920). Hay que añadir que los aspectos
racionales tienen un proceso emocional íntimamente ligado de ellos. Cualquier
proceso cognitivo tiene asociada una correlación emocional (Ardila y
Ostrosky-Solís, 2008).
Las propiedades de un lenguaje con
características humanas ofrecen muchas posibilidades que van a mejorar la
conducta humana. Además de la simple comunicación o intercambio de ideas
posibilitan el clasificar la realidad en planos
inaccesibles a la especie sin el uso de códigos apropiados; permite describir
lo real y lo posible, hasta límites que no serían
factibles con otros métodos de representación; y la comunicación
consigo mismo, definiendo así un plano reflexivo
y de autoconciencia. También ofrece la posibilidad de
realizar procesos deductivos de gran
alcance, que no son posibles a otras especies. Con ello se logra el desarrollo
de una propiedad cognitiva propia del ser humano, como es la gran reflexividad
que le caracteriza. Todas estas capacidades cognitivas
pueden desarrollarse de una forma mucho más rápida y efectiva gracias a las
cualidades que el lenguaje ofrece, siendo un claro ejemplo de lo que podemos
denominar como desarrollo cognitivo (Belinchón et al.1992).
IV. Evolución y lenguaje.
Tradicionalmente, la relación
entre lenguaje y evolución casi siempre se ha establecido en función de los
cambios anatómicos. El concepto de que el lenguaje es un proceso biológico
mediado por la estrecha interconexión de las características evolutivas,
psicobiológicas, sociales, demográficas y ambientales en general de sus
poseedores, parece que aunque se intuía tal apreciación su repercusión en los
estudios prehistóricos ha sido prácticamente nula. Siempre se ha relacionado la
capacidad de vocalización sonora (aparato fonador regulado por el cerebro) como
la prueba real de la producción lingüística. Así, cualquier desarrollo
evolutivo de cualquier componente anatómico relacionado con ese aparato fonador
(boca, faringe, laringe, etc.), o de los centros neurológicos aparentemente
relacionados con su control (p. e. el área de Broca), ha sido visto como un
claro exponente del desarrollo lingüístico de sus poseedores. El limitado
concepto de que los cambios biológicos mediados por la evolución tenían que
ofrecer alguna ventaja y superar los efectos de la Selección Natural, tan usado
en los medios paleontológicos y arqueológicos, llevaba inexorablemente a tal
conclusión.
En este sentido, se comparó la
anatomía fonadora humana con la del resto de los primates conocidos. La
diferencia fue evidente, aunque se concluyó que se podía aceptar un cierto
lenguaje en los monos, aunque con una gran limitación en su articulación
sonora, con lo que la capacidad de articular sonidos para formar las palabras
quedarían como una propiedad humana que le distinguiría del resto de los
animales. Naturalmente, hay que destacar la diferencia cognitiva que nos
separa.
Tan centrados estábamos en la
aparente marcha ascendente de la evolución que no se ha tenido en cuenta un
hecho muy importante (lo pasamos por alto, o lo ignoramos por molesto). En la
naturaleza encontramos una larga serie de aves (loros, papagayos, periquitos,
etc.) que pueden articular perfectamente los mismos sonidos que tan ufanamente
nos atribuimos en exclusividad. Estas aves pueden emitir sonidos que son
fácilmente confundidos con los producidos por los humanos. Seguro que muchos
habrán encontrado rápidamente la enorme diferencia que nos separa de este
conjunto de aves tan particulares. Tampoco pueden pensar, limitándose sus
actuaciones sonoras a la simple repetición de unos sonidos que han aprendido
con anterioridad.
Ante estos hechos nos podemos
preguntar: ¿Con qué finalidad la evolución creó esta alta capacidad de
articulación sonora a estos animales, si no les suponía ninguna ventaja
selectiva? La primera conclusión que sacamos es que el proceso biológico que
denominamos como evolución es mucho más complejo que la simple idea del cambio
evolutivo por mutaciones genéticas y su posterior paso a la Selección Natural.
Estos datos pueden ampliarse en la entrada de este blog de evolución ycapacidades cognitivas. La segunda es que no es lo mismo capacidad
de realizar una determinada conducta que su propia realización. Las
capacidades evolutivas deben entenderse como posibilidades que tienen que
realizarse dependiendo de las características del medio ambiente en el que
nacen, crecen y procrean. El ser humano puede hablar (tiene esa capacidad),
pero sólo puede realizar o desarrollar si crece en un medio social que posea ya
este desarrollo lingüístico. Tal conclusión se conoce como el período
crítico de adquisición del lenguaje.
Por tanto, no
deja de ser curioso que en la naturaleza existen animales (p. e. Los primates)
que tienen una importante limitación para articular sonidos, y sin embargo
tienen un lenguaje con cierta complejidad (intencionado para transmitir lo que
piensan, socialmente comprendido y con consecuencias en su conducta), mientras
otros (estas aves), que sí pueden articular fácilmente sonidos, carecen de un
lenguaje de estas características.
¿Dónde se
encuentra la clave de la diferencia del lenguaje humano con el resto de los
seres vivos? Parece ser que la capacidad de articular sonidos no constituye la
diferencia que mayor importancia pueda tener. Existe un numeroso grupo de seres
humanos que no puede articular palabras por ser mudos, es decir, sordos que no
han aprendido a articular los sonidos del lenguaje, pero que tienen un lenguaje
de signos que hace el mismo papel que pueda tener el lenguaje sonoro. Si la
clave no radica en el medio empleado para transmitir lo que pensamos, la gran
diferencia debe centrarse precisamente en la cualidad de lo que
queremos transmitir y la capacidad de entenderlo, es decir, en
las características de nuestro pensamiento.
Así, en
función de las particularidades que haya alcanzado nuestro pensamiento, así de
complejo será el lenguaje que tengamos. En este sentido, el lenguaje admite
amplios márgenes, pues varía desde ser una simple exposición simbolizada por
medio de sonidos y/o gestos de nuestros pensamientos, hasta alcanzar niveles
propios de las sociedades modernas. Lo que ocurre cuando es capaz de tener, en
su desarrollo cotidiano, las abstracciones que más nos caracterizan: el
simbolismo de nuestra identidad personal y social, correctamente ubicados en
las coordenadas del tiempo y del espacio, y de todas las posibilidades de
conducta simbólica que de ellos se derivan.
Con estas
ideas, el aspecto lingüístico del lenguaje (articulación sonora y/o gestual) es
simplemente el aprovechamiento de unas cualidades evolutivas para lograr un fin
de mayor trascendencia, la comunicación de nuestros pensamientos al resto de la
sociedad (emisión y comprensión). El rastreo
evolutivo del lenguaje en nuestro linaje se ha desarrollado por medio de la
Paleoantropología, donde inexorablemente los factores anatómicos han sido
prácticamente su única vía de acción, como parece natural teniendo en cuenta
las características metodológicas de tal disciplina. El testimonio paleontológico
es el único sobre la realidad de los cambios anatómicos en el curso de la
evolución, pero actualmente no es capaz de indicar con claridad los caminos
seguidos en tal complejo proceso y de tan larga duración. Respecto de la
evolución lingüística siempre se han tenido en cuenta los desarrollos
evolutivos del aparato fonador. En este sentido, destacan el descenso de la
laringe (Laitman,
1983), la
angulación de la base del cráneo (Lieberman,
Pearson y Mowbray, 2000), el grosor de los nervios Hipoglosos (Kay et al. 1998) o el
desarrollo del canal medular (Wynn, 1998). Sin embargo, todos estos datos sólo
indican la posibilidad de emitir una gran variedad de sonidos (propios de los
seres humanos), pero no de su uso como un lenguaje simbólico (Rivera, 1998,
2002, 2005). También ofrecen datos sobre la evolución anatómica del cerebro,
destacando las áreas de Broca y Wernicke con una relación lingüística clara. En
general, la confirmación de todos estos datos paleontológicos sobre un uso
lingüístico sólo es indirecta, y siempre dentro de la interpretación que ofrece
el darwinismo tradicional, es decir, si hubo una evolución neurológica y del
aparato fonador alguna ventaja selectiva tendrían para ser seleccionados
positivamente.
Si el lenguaje está íntimamente relacionado
con la conducta (constituyendo una de sus manifestaciones más importantes), su
rastreo evolutivo debería haber interesado a las ciencias que estudian los
procesos conductuales humanos, actuales (Neurología, Psicología, Sociología y
Biología evolutiva) y del pasado (Prehistoria y Arqueología), lo que
evidentemente sólo se ha realizado de una forma muy limitada y poco considerada
por los medios académicos tradicionales. La acción interdisciplinaria del
estudio de la conducta humana se hace fundamental para entender la compleja
psicobiología que rige la conducta de los seres humanos del pasado y del
presente.
Conclusión.
El
lenguaje es un proceso muy complejo, pero fundamental en el origen y desarrollo
de la conducta humana. En la revista Ludus Vitalis he publicado un trabajo que
ordena y amplia todo lo expuesto es este post. Su acceso es libre (PDF) por lo
que a los interesados les dejo le dirección: Origen dellenguaje un enfoque multidisciplinar
* Ardila, A.; Ostrosky-Solís, F.
(2008): Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría
y Neurociencias, Vol.8, No.1, pp. 1-21.
* Belinchón, M.; Igoa, J. M. y
Riviere, A. (1992): Psicología
del lenguaje. Investigación y teoría. Trotta. Madrid.
* Kay, R. F.; Cartmill, M. y Balow, M. (1998):
“The hypoglossal canal and the origin of human vocal behavior”. Proceedings
of the National Academy of Sciences USA, 95.5417-19.
* Laitman J. (1983): “The evolution of the hominid upper repiratory
system and implications for the origins of speech. Glossogenetics: The Origin
and Evolution of Language”. Proceedings of the International
Transdisciplinary Symposium on Glossogenetics. Eric de Grolier (ed.),
63-90. Paris. Harwood Academic Publishers.
* Lieberman, D. E.; Pearson, O. M. y Mowbray,
K. M. (2000): “Basicraneal influence on overall cranial shape”. Journal of
Human Evolution 38: 291-315.
* Luria, A. R. (1979): Conciencia
y lenguaje. Pablo del Río. Madrid.
* Mercier
, N. (2001): Palabras y mentes. Paidós. Barcelona.
* Rivera, A.
(1998): “Arqueología del lenguaje en el proceso evolutivo del Género Homo”.
Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología 11. Madrid. UNED.
* Rivera, A. (2004): “Arqueología cognitiva.
Una orientación psicobiológica”. ArqueoWeb 6 (1). Universidad
Complutense de Madrid.
* Rivera, A. (2005): Arqueología cognitiva.
El origen del simbolismo humano. Madrid. Arcos/Libros
* Vygotsky, L. S. (1920): El
desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica. 1979. Barcelona.
* Wynn, T. (1998): “Did
Homo Erectus Speak?”. Cambridge Archaeological Journal, 8:1.
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