Hemisferios cerebrales unidos por el Cuerpo calloso |
Tanto
en el humano moderno como en los diferentes homínidos que componen su línea
evolutiva se han podido constatar la existencia de una serie de diferencias anatómicas
entre los dos lóbulos que lo conforman. Igualmente, es conocido que las
funciones cognitivas que van a regular nuestra conducta presenten patrones de
activación cerebral en diversos lugares de la corteza cerebral, repartiéndose
entre ambos hemisferios cerebrales. La complejidad de nuestra evolución
neurológica nos ha llevado a la existencia de dos hemisferios cerebrales que
funcionan en algunos aspectos de una misma función cognitiva (p. e. lenguaje,
autoconciencia, simbolismo, etc.) con cierta autonomía uno de otro, si bien ambas
partes están muy interrelacionadas por infinidad de fibras nerviosas que
componen el llamado cuerpo calloso. Esta comunicación neurológica es la que permite
que nuestro cerebro actúe
como una única unidad funcional, pero que cuando por razones médicas se
secciona se producen reacciones conductuales paradójicas, como si actuasen a la
vez dos cerebros independientes.
En
esta entrada vamos a ver los tipos de asimetrías que presenta nuestro cerebro,
así como se pudieron formar. Lo primero es indicar que existen dos grupos de asimetrías
diferentes, según sea el aspecto que queramos resaltar. Me refiero a las asimetrías
anatómicas y a las funcionales.
Asimetría anatómica
Entre
los dos hemisferios cerebrales se han encontrado diversas diferencias en su
forma y tamaño, que se ha asociado con el desarrollo cognoscitivo humano
(Holloway, 1995, 1996). Conocemos varias diferencias entre los hemisferios
(Portellano, 1992):
- El
hemisferio derecho es ligeramente mayor que el izquierdo, extendiéndose más
hacia el polo frontal, mientras que el izquierdo se extiende más hacia el polo
occipital. Es lo que se denomina el patrón petalial.
- El
lóbulo frontal derecho es a menudo más grueso que el izquierdo.
- La
asimetría más notable de la corteza corresponde a la superficie superior del
lóbulo temporal, en la que el área
denominada como planun temporal, es de mayor amplitud en el lado izquierdo en un 65% de los
cerebros estudiados, mientras que sólo un 11% correspondían al caso en que esta
área era mayor en el lóbulo derecho. Es importante señalar que esta zona
cortical es parte del área de Wernicke, lo cual sugiere una cierta relación con
el predominio lingüístico del lado izquierdo.
-
Existen otras diferencias como la distinta pendiente de la cisura de Silvio,
que define el borde superior del lóbulo temporal, más pronunciada en el lado
derecho (Geschwind, 1996).
La
mejor manera de comprobar las diversas asimetrías cerebrales, se basa en el uso
de la Tomografía axial computarizada
(TAC), viéndose de esta manera como en las personas que se valen
preferentemente de la mano derecha, el lóbulo frontal derecho suele ser más
amplio que el izquierdo, pero los lóbulos parietales y occipital izquierdos son
mayores que los del lado derecho. (Geschwind, 1996). Sin
embargo, dada la importante variabilidad que existe entre las medidas
neurológicas de las poblaciones humanas (tamaño, volumen, grosor, etc.), la
anatomía poco puede decir sobre su actuación funcional, salvo corroborar algunas
de las diferencias funcionales como ya vimos en el caso del planun
temporal.
Asimetría funcional
En la
visión funcional existe una asimetría especialmente importante, se trata de la asimetría
funcional. Corresponde con el proceso de especificación de funciones
cognitivas en un hemisferio cerebral determinado. También se especifica como el
predominio del control funcional de un hemisferio sobre un lado del cuerpo o
parte del mismo (mano, pie ojo, oído, etc.). Se sabe que cada hemisferio tiene
localizadas funciones específicas o partes de las mismas (lenguaje, escritura,
valoraciones espaciales, etc.), que se localizan en áreas más o menos concretas
durante el desarrollo (Lenneberg, 1967). Pero hay que tener en cuenta que no
existe dominancia absoluta para ninguna función, ya que siempre están
implicados los dos hemisferios cerebrales en la materialización de cualquier
proceso mental. La asimetría cerebral debe de ser considerada en términos de
grados (Benedet, 1986). Incluso la función del lenguaje, tan característica del
hemisferio izquierdo, requiere del uso del derecho para su correcta
vehiculación en las facetas de creatividad literaria, entonación y la propia
fluidez verbal (Portellano, 1992).
En
el proceso de lateralización no está claro si en el nacimiento existe alguna
preferencia, aunque en este momento podemos apreciar en la mayoría de los
recién nacidos una disposición más marcada en el uso de la mano derecha,
confirmándose a los trece meses la preferencia del uso de la mano derecha en
las actividades en las que pueden utilizarse ambas. Su desarrollo continúa
hasta aproximadamente los catorce años, coincidiendo con el final del
desarrollo cerebral (Jacobson, 1975; Lenneberg, 1967), aunque no todos los
autores estén de acuerdo, pues algunos opinan que se termina antes de esta edad
(Bradshaw, 1989).
Un
importante problema consiste en saber si esta localización de propiedades
cognitivas es equipotencial al nacer (Gazzaniga, 1970; Lenneberg, 1967;
Zangwill, 1960) o si en el nacimiento tenemos ya diferencias neurológicas que
faciliten su ubicación topográfica, desarrollándose en función de los estímulos
a lo que esté sometido (Annet, 1973; Dennis y Whitaker, 1976). De todas
maneras, parece que debe existir cierto gradiente innato definido como la
existencia de un proceso de maduración diferenciado en ambos hemisferios que
actúe a favor de uno u otro, en función de la naturaleza de los procesos
cognitivos que se vean implicados (Bub y Whitaker, 1980; Geschwind y Galaburda,
1984; Kandel et al. 1997).
Pero
la evolución y su particular forma de realización a través de millones de años
nos pueden dar alguna clave sobre la producción de estos procesos. Sabemos que algunas áreas del cerebro adquieren una
función determinada gracias a la convergencia
sobre la misma de dos o más proyecciones de modalidades sensoriales diferentes
(Geschwind, 1965), y que tal fenómeno se produce siempre en función de la cualidad
de los estímulos que recibe dicha área cortical (Gazzaniga, 1998). La
consecuencia funcional de estas asimetrías anatómicas se corresponde con la
lateralización. En este contexto, entran en juego otras importantísimas características
neuronales que, como es lógico, actuarían en conjunto en la producción del
asentamiento definitivo de las funciones cognitivas. Me refiero a la gran y
duradera inmadurez neurológica humana, la plasticidad de nuestro
sistema nervioso y la constante influencia del medio ambiente sobre el
cerebro.
Las áreas
del córtex cerebral parecen ser específicas de cada especie, y un fiel
reflejo del número de neuronas corticales, las cuales inicialmente
pueden ser identificadas por tener una equipotencialidad funcional,
aunque después se produzca una diferenciación del córtex, formando los
diferentes tipos de áreas citoarquitectónicas. Tal reestructuración se debe a
tres elementos básicos (Rakic, 1995):
- La
presencia de células no comprometidas
con el desarrollo de la corteza cerebral (células griales).
- Las aferencias
nerviosas o entradas procedentes de los núcleos del Tálamo
(núcleos de neuronas situados internamente) que, a su vez, están conectadas a
receptores sensoriales externos (los 5 sentidos). En estos núcleos se sitúan
las neuronas intermedias, que conectan los nervios periféricos con la corteza
cerebral, transmitiendo las sensaciones corporales exteriores e interiores al
cerebro.
- Las conexiones
con áreas del mismo hemisferio o del contralateral.
Estas aferencias, al actuar de forma
sinérgica, van configurando funcionalmente las áreas citoarquitectónicas,
creando así un protomapa cortical (representación topográfica
inicial de los diferentes tipos de enervación, sensitiva o motora, de las
diferentes estructuras corporales) con un carácter maleable, debido
a su situación embrionaria. Esta hipótesis es muy atractiva, pues en ella las
aferencias externas que llegan al córtex, juegan un papel muy importante en la
formación del volumen y carácter de las primitivas áreas citoarquitectónicas
(Del Abril et al. 1998; Flórez, et al. 1999; Maxwell Cowan, 1979;
Rakic, 1988 y 1995).
- Annet, M.
(1973): “Handedness in families”. Annals
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- Benedet, M. J. (1986): Evaluación
neuropsicológica. Desclèe de Brouwer. Bilbao.
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- Del Abril, A.; Ambrosio, E.; De Blas, M.R.; Caminero, A.; de
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M. y Whitaker, H. (1976): “Language acquisition following hemidecortication.
Linguistic superiority of the left over the right hemisphere”. Brain and Language, 3, 404-433.
- Flórez, J. et al. (1999):
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-
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Chavaillon J. (Eds.). Clarendon Press. Oxford.
- Zangwill, O. (1960): “Cerebral
dominance and its relation to psychological functions”. Springfield, III.
Thomas.
Fascinante! Esta información motiva a profundizar, comprender investigar! Gracias!!! 🧿
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