viernes, 5 de abril de 2019

¿Existe una numerosidad innata en el género Homo?


La numerosidad, entendida como la capacidad de entender, representar y usar los números (Coolidge & Overmann, 2012), es un proceso cognitivo ampliamente relacionado con la conducta humana. Sin embargo, no siempre han existido conductas relacionadas con los números, lo que nos induce a pensar en dos importantes cuestiones:

A ¿Cuándo comenzaron las conductas relacionadas con el manejo y control de conductas de medición y/o conteo?

En el Paleolítico superior se han constatado conductas relacionadas con procesos de medición, gracias a las marcas consecutivas que se han observado en diversos huesos, astas y piedras (conductas numéricas en el Paleolítico).
El concepto de medición sería la equiparación de objetos, animales o acciones realizadas (piezas de caza, recorrer distancias, productos de intercambio comercial, almacenaje, etc.) con unidades o patrones de medida (día, mes lunar, año solar, unidades de volumen o de acción, caza, etc.). Estas mediciones y sus representaciones mediante marcas en materiales apropiados no constituían aún números en el sentido abstracto que conocemos en la actualidad.

Recientemente se ha especulado sobre la posibilidad que las incisiones o marcas en un fémur de hiena de 72-60 ka en el lugar Musteriense de Les Pradelles en Francia y las incisiones del peroné de babuino de 44-42 ka en Border Cave en Sudáfrica (d´Errico et al., 2017), también tengan relación con esta formas conductuales. Estas conductas tienen una existencia es muy irregular, tanto en la distribución temporal como geográfica, y siempre nos queda la duda de que su finalidad fuera una actividad de medición o de otra causa desconocida (Reese, 2002; Barandiarán, 2006; González Redondo et al., 2010;).

Tras el Paleolítico, los primeros datos arqueológicos sobre la existencia de conductas de medir y contar cantidades específicas se comprueban en las sociedades organizadas del Neolítico de Mesopotamia, de Egipto (MacGinnis, et al., 2014; Overman, 2016; Schmandt-Besserat, 1992), de Mesoamérica y de China (Chrisomalis, 2005), al adquirir un desarrollo cognitivo (social, tecnológico y emocional) y causal adecuado (cognición causal, grado 7).

B ¿Es una conducta innata o adquirida por medio de la cultura?

Existe cierta controversia sobre la posibilidad de que existan antecedentes biológicos en diversas especies relacionadas con el manejo de cantidades. Esta situación, un tanto confusa, ha obligado a diversos autores a estudiar tal proceso e intentar aclara las cosas. Conocemos que existe de forma innata una numerosidad perceptual o concreta que permite la apreciación sensorial de varios componentes semejantes (varios, pocos, muchos) (Carey, 2009). Su existencia es independiente del lenguaje (Brannon, 2005; Overmann, 2016, 2018a; Varley et al., 2005), y presenta dos aspectos funcionales:

- Primero, el sistema de número aproximado (ANS) que facilita una estimación de la magnitud de un grupo sin depender de lenguaje o símbolos, actuaría en grupos mayores de cuatro, permitiendo valorar diferencias en magnitud entre los grupos (muchos o pocos).

- Segundo, el sistema de seguimiento y cuantificación de objetos (subitización) que funciona con valores menores de cuatro (Butterworth, 1999; Cantlon et al., 2006; Coolidge & Overmann, 2012; Dehaene, 1997; Nieder & Dehaene 2009; Tomasello & Call, 1997). Su existencia se ha comprobado en ratas, leones y varias especies de primates (Dehaene 1997; Nieder & Dehaene 2009), lo que indicaría la evidencia de un sustrato neuronal que se ha mantenido evolutivamente.

Estas disposiciones innatas son coherentes con las características neurológicas de la percepción y atención de la cantidad (Overmann, 2017). La atención sería el proceso de concentración selectiva y perdurable en periodos prolongados de un aspecto discreto de la información, inhibiendo al resto de la percepción sensorial por ser conceptuada como irrelevante (Ardila et al., 1997). La atención estaría vinculada al volumen y distribución de la percepción, pues cuantos menos objetos haya que atender, mayor será la posibilidad de concentrar la atención y distribuirla entre cada uno de ellos (Menninger, 1992).

La universalidad de este carácter innato no implica una evolución sistemática a sistemas de cuantificación numérica, pues en la actualidad se conocen poblaciones humanas con una cognición numérica que sobrepasa muy poco los límites de este innatismo. Todas las sociedades humanas conocidas tienen un lenguaje, pero no todas tienen números. Conocemos diversos casos en Suráfrica (Bosquimanos), Australia (Kuri, Kana, Gumulgal, etc.), en Nueva Guinea (Parb, Sisiami y Arop) y América del sur (Zamuco, Bakahiri, Arara, Krao, etc.) (Flegg, 1983), o los indios Pirahã del Amazonas brasileño con un vocabulario numérico basado en nombrar cantidades de uno, dos, uno-dos (tres) y dos-dos (cuatro) y muchos (Everett, 2005). Este hecho puede atribuirse razonablemente a las diferencias en las necesidades sociales de los números (Epps et al., 2012; Overmann, 2018a), es decir a la falta de un adecuado desarrollo cognitivo social, tecnológico y emocional que motivase su evolución.

Conclusiones

La numerosidad hay que buscarla en la evolución cognitiva humana, dentro de su particular nicho cognitivo-cultural (Rivera& Rivera, 2019). La creación de los números solo puede realizarse cuando el desarrollo de las capacidades cognitivas (racionales y emocionales) adquieran los niveles de una conducta simbólica moderna (cognición causal grado 7). Su desarrollo estaría motivado (cognición emocional) por prácticas sociales, tecnológicas y culturales (cognición social y tecnológica) que fomentan el conteo y/o el seguimiento de cantidades exactas (Epps et al., 2012), lo que explica su desarrollo heterogéneo en el tiempo y la geografía.

Los números constituyen una abstracción simbolizada cuyo origen cognitivo es un proceso coevolutivo y emergente (Rivera & Rivera,2019; Zorzi & Testolin, 2017), el cual se produce mediante mecanismos de exaptación cultural dentro de nuestro particular nicho cognitivo-cultural (d’Errico et al., 2017; Rivera &Rivera, 2019) y desarrollo cognitivo de características modernas con una cognición causal de grado 7.






- Ardila, A., Lopera, F., Pineda, D. & Roselli, M. (1997): Neuropsicología infantil (2da. Ed.) México D. F. Prensa creativa.
- Barandiarán, I. (2006). Imágenes y adornos en el arte portátil paleolítico, Barcelona. Ariel. 
- Brannon, E. M. (2005). The independence of language and mathematical reasoning. PNAS 102(9):3177–3178.
- Butterworth, B. (1999). The mathematical brain. London. Macmillan Publishers. 
- Canthlon, J. F., Brannon, E. M., Carter, E. J. & Pelphrey, K. A. (2006). Functional imaging of numerical processing in adults and 4-y old children. PLOS Biology 4 (5), 844-854.
- Carey, S. (2009). The origin of concepts. Oxford. Oxford University Press. 
- Chrisomalis, S. (2005). Evaluating Ancient Numeracy: Social versus Developmental Perspectives on Ancient Mesopotamian Numeration. Paper delivered to the Annual Meeting of the Jean Piaget Society (Vancouver, British Columbia).
- Coolidge, F. L. & Overmann, K. A. (2012). Numerosity, Abstraction, and the Emergence of Symbolic Thinking. Current Anthropology, 53(2), 204-225
- Dehaene, S. (1997). The Number Sense. Oxford University Press.
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- Epps, P., Bowerin, C., Hansen, C. A., Hill, J. H. & Zentz, J. (2012). On numeral complexity in hunter-gatherer languages. Linguistic Typology, 16(1), 41–109.
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- Zorzi, M. & Testolin, A (2017). An emergentist perspective on the origin of number sense. Phil. Trans. R. Soc. B 373: 20170043.



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