¿Piensan o solo miran? |
La
relación que pueda existir entre el pensamiento y el lenguaje es un tema que
actualmente está adquiriendo relevancia en los medios relacionados con la
psicología. En esta discusión se ha introducido la capacidad de pensamiento por
parte de los animales. Así, De Waal (2016) afirma que no necesitamos el
lenguaje para pensar, es decir, que son procesos diferentes e independientes,
aunque muchas veces actúan juntos. Por tanto, aunque los animales tengan un
lenguaje muy restringido, o que incluso se les pueda atribuir una ausencia
lingüística, esto no quiere decir que no tengan ciertos niveles de pensamiento.
¿Qué es el pensamiento?
Podría
definirse como la actividad cerebral en el plano
psicológico, siendo el resultado de procesar la información que nos llega del
exterior y de usar la almacenada en la memoria (ya sea en forma de imágenes
compuestas, experiencias sensoriales simples o elaboradas, y/o simbolizadas por
el lenguaje), de forma que se pueda elaborar conductas adecuadas. Para tal fin
el cerebro utiliza todas las capacidades cognitivas que posea (memoria,
abstracción, simbolización, atención, funciones ejecutivas, etc.). Con esta definición hay
que admitir que, efectivamente, los animales al tener actividad cerebral (más
cuanto más altos estén en la escala evolutiva) presentan diversa formas de
pensamiento, a pesar de no tener lenguaje. No obstante, de lo que sí estamos
seguros es que tal pensamiento es sobre todo funcional e inconsciente.
En los seres humanos el
problema se acentúa al introducir una de sus características más definitorias:
el pensamientoautoconsciente. Existe una importante controversia cuando hay que
valorar la existencia y las características de un pensamiento autoconsciente
junto con “otro” de naturaleza inconsciente. El primero está muy
relacionado con el desarrollo del lenguaje, mientras que el segundo parece ser
independiente de la función lingüística. En la actualidad, podemos admitir que
existen dos formas de pensamiento: consciente e inconsciente. Lo complejo es
conocer su etiología y las relaciones que pueden existir entre ellas.
I.- El pensamiento
inconsciente es un proceso neurológico que emana de la propia actividad
cerebral, con el fin de logar lo que evolutivamente se espera de él: generar
conductas adecuadas en cada momento, basándose en toda la información del
momento y en la experiencia acumulada. Con importantes diferencias, y dependiendo
del desarrollo evolutivo de las especies que se estudien, existe en todas
aquellas que posean un cerebro que regule su conducta. Como es lógico, los
seres humanos participan de esta propiedad neurológica, pero con unas
características funcionales muy importantes, teniendo en cuenta su notable
desarrollo neuroevolutivo.
La Neurología actual
afirma que la mayoría de la actividad mental es de naturaleza inconsciente,
por lo que el conocimiento directo de nuestra existencia y del mundo en
el que vivimos (autoconciencia) constituye una pequeña parte de nuestro
pensamiento. Su origen y funcionamiento son enteramente biológicos, con un
carácter innato a todos los seres humanos. Su actividad de centra en la
acción conjunta de los diversas áreas corticales y basales del cerebro (los dos
hemisferios funcionando a la vez gracias al cuerpo calloso). Sin embargo, la
relación funcional que pueda tener con el pensamiento autoconsciente aún no
está muy clara, se supone que existe, pero desconocemos sus características.
II.- El pensamientoconsciente o autoconsciente depende de otros factores más complejos que
en el caso anterior. Así, sobre la base de un desarrollo evolutivo de
características humanas, se añade otros aspectos no biológicos como son el desarrollo
social, el lenguaje y la creación (por la suma de los dos anteriores) de
una autobiografía
exclusiva de cada uno y marcadamente diferente a la de los demás. Por tanto,
puede definirse como una capacidad cognitiva emergente,
dependiente de las características ambientales del medio en el que se vive. Sin
embargo, ambas consciencias tratan sobre la misma información (sensorial y
memorística), pero con un procesamiento diferente (en forma y fondo) no bien
conocido.
Pensamiento consciente y lenguaje
Para Vygotski (1920, 1934), y muchos psicólogos cognitivos, el pensamiento
y lenguaje
tienen raíces genéricas diferentes, pero luego (dependiendo del tiempo y uso)
se sintetizan dialécticamente en el desarrollo. El pensamiento se convierte en
lenguaje, y el lenguaje en pensamiento con
transformaciones estructurales y funcionales en ambos procesos. Al hablarse a
sí mismo se convierte en una conciencia reflexiva (acción
realizada y recibida por el sujeto). Constituye
un elemento primordial en el desarrollo de la autoconciencia (otra
capacidad cognitiva emergente: coevolución). Es decir, el lenguaje por medio de
sus características estructurales es capaz de generar otra forma de pensamiento de formato
lingüístico, el cual al irse desarrollando (complejidad social,
conceptos abstractos temporales, espaciales e individuales) iría creando una autobiografía
personal y social, que desembocaría en la creación de un pensamiento consciente
(autoconciencia). Este pensamiento lingüístico puede
utilizar toda la información de la memoria, así como las estructuras responsables de la
conciencia (sistema reticular ascendente y la corteza cerebral), y las áreas cerebrales
utilizadas por el lenguaje.
Cuerpo calloso uniendo los dos hemisferios |
I.-
Los datos del cerebro dividido.
Siempre pensamos en el cerebro como una unidad anatómica y funcional única, y efectivamente es así, pero tiene alguna particularidad muy especial: es la unión de los dos hemisferios por medio del cuerpo calloso (haz de fibras nerviosas que los unen funcionalmente). Esto nos dice que existen dos unidades cerebrales (unidas permanentemente), pero que no son absolutamente iguales ni anatómica (asimetrías cerebrales) ni funcionalmente (proceso de especificación de funciones cognitivas en un hemisferio cerebral determinado). La existencia de los dos hemisferios nos indica que la localización cortical de las funciones cognitivas puede recaer en uno u otro hemisferio, como ocurre con los procesos neurológicos relacionados con el lenguaje. Una forma sencilla y reversible de conocer en qué hemisferio se encuentran estas funcionas se realizó mediante el llamado test de Wada. Se fundamenta en la anestesia de un hemisferio durante unos pocos minutos (estaría inconsciente), mientras que el otro continúa despierto (consciente). Se observaría sus respuestas a preguntas y movilidad de los brazos. El método consiste en introducir un catéter en la arteria carótida (en el cuello) del mismo lado que se quiere anestesiar. Se introducía amital sódico (barbitúrico de acción anestésica de pocos minutos). El paciente estaba tumbado con los dos brazos en alto y se le hacía contar hacia atrás desde 100. A los pocos segundos de la inyección se producía la anestesia del hemisferio correspondiente a la carótida utilizada. Primero, el brazo opuesto al lugar de la inyección cae flácidamente (los hemisferios controlan la motilidad y sensibilidad de los lados opuestos del cuerpo). Así, se comprobaba que hemisferio se había anestesiado. Segundo, el paciente dejaba de contar, si se inyectó en el mismo hemisferio que controlaba el lenguaje permanecía en silencio de dos a cinco minutos (duración del efecto anestésico y de la dosis administrada). Si se inyectaba en el otro lado, solo dejaba de contar unos pocos segundos y puede responder a preguntas con poca dificultad (Springer y Deutsch, 1994: 33-34). Con este procedimiento se ha llegado a la conclusión en distintos centros de que la mayor parte de los pacientes diestros (80%) tienen el lenguaje representado en el hemisferio izquierdo, que existe un porcentaje de casos (19%) con representación bilateral y algunos casos aislados (1%) con representación en el hemisferio derecho probablemente debido a un daño cerebral temprano. La mayoría de los pacientes zurdos mantienen su lenguaje en el hemisferio izquierdo (50%), un gran porcentaje muestran representación bilateral (42%) y en un bajo porcentaje (8%) el lenguaje está representado en su hemisferio derecho.
Siempre pensamos en el cerebro como una unidad anatómica y funcional única, y efectivamente es así, pero tiene alguna particularidad muy especial: es la unión de los dos hemisferios por medio del cuerpo calloso (haz de fibras nerviosas que los unen funcionalmente). Esto nos dice que existen dos unidades cerebrales (unidas permanentemente), pero que no son absolutamente iguales ni anatómica (asimetrías cerebrales) ni funcionalmente (proceso de especificación de funciones cognitivas en un hemisferio cerebral determinado). La existencia de los dos hemisferios nos indica que la localización cortical de las funciones cognitivas puede recaer en uno u otro hemisferio, como ocurre con los procesos neurológicos relacionados con el lenguaje. Una forma sencilla y reversible de conocer en qué hemisferio se encuentran estas funcionas se realizó mediante el llamado test de Wada. Se fundamenta en la anestesia de un hemisferio durante unos pocos minutos (estaría inconsciente), mientras que el otro continúa despierto (consciente). Se observaría sus respuestas a preguntas y movilidad de los brazos. El método consiste en introducir un catéter en la arteria carótida (en el cuello) del mismo lado que se quiere anestesiar. Se introducía amital sódico (barbitúrico de acción anestésica de pocos minutos). El paciente estaba tumbado con los dos brazos en alto y se le hacía contar hacia atrás desde 100. A los pocos segundos de la inyección se producía la anestesia del hemisferio correspondiente a la carótida utilizada. Primero, el brazo opuesto al lugar de la inyección cae flácidamente (los hemisferios controlan la motilidad y sensibilidad de los lados opuestos del cuerpo). Así, se comprobaba que hemisferio se había anestesiado. Segundo, el paciente dejaba de contar, si se inyectó en el mismo hemisferio que controlaba el lenguaje permanecía en silencio de dos a cinco minutos (duración del efecto anestésico y de la dosis administrada). Si se inyectaba en el otro lado, solo dejaba de contar unos pocos segundos y puede responder a preguntas con poca dificultad (Springer y Deutsch, 1994: 33-34). Con este procedimiento se ha llegado a la conclusión en distintos centros de que la mayor parte de los pacientes diestros (80%) tienen el lenguaje representado en el hemisferio izquierdo, que existe un porcentaje de casos (19%) con representación bilateral y algunos casos aislados (1%) con representación en el hemisferio derecho probablemente debido a un daño cerebral temprano. La mayoría de los pacientes zurdos mantienen su lenguaje en el hemisferio izquierdo (50%), un gran porcentaje muestran representación bilateral (42%) y en un bajo porcentaje (8%) el lenguaje está representado en su hemisferio derecho.
No obstante, que el lenguaje se ubique principalmente en un determinado hemisferio no nos aclara si el pensamiento autoconsciente se limitaría a este hemisferio o presenta competencias en los dos. Sabemos que lesiones en el hemisferio lingüístico (principalmente el izquierdo) producen una afasia (trastorno en el lenguaje), ya sea en la producción lingüística (afasia de Broca), o en una deficiencia en la comprensión y un habla fluida incoherente (afasia de Wernicke). Pero en ambos casos, salvo que la lesión cerebral sea muy intensa, el paciente tiene mantenida más o menos su estado de autoconsciencia, solo que no puede expresarse lingüísticamente. Si la lesión se produjera en la infancia, sobre toda antes del desarrollo lingüístico, las funciones del habla se desarrollarían en el hemisferio sano. La repercusión en el lenguaje interno (fundamental en los mecanismos de autoconciencia) no está muy estudiada, aunque parece que cierta repercusión si parece que exista, siempre adecuada al grado de lesión cerebral que se haya producido.
En el camino del estudio de las
funciones lingüísticas y de la autoconciencia se ha podido profundizar en los
datos clínicos del cerebro dividido, por métodos más duraderos y de mejor
seguimiento clínico y conductual. En
el desarrollo de la Neurología se conocieron procesos patológicos de epilepsia
generalizada en todo el cerebro, grave y cada vez con más frecuencia, lo que
poco a poco iba alterando las funciones cognitivas de los pacientes. En un
intento de evitar esta generalización, y que la crisis epiléptica solo afectase
a un hemisferio, se decidió a mediados del siglo XX realizar una comisurotomía o la sección del cuerpo calloso (normalmente dejando otras comisuras más pequeñas intactas), de forma que se impida la comunicación entre los dos hemisferios cerebrales. Con esta cirugía, de resultados aparentemente buenos (disminuyeron el número, intensidad y expansión de las crisis convulsivas), generó lo que se ha denominado como del cerebro dividido o de hemisferio aislados.
Los experimentos que se
sucedieron dieron lugar a muchas sorpresas sobre la función cerebral. Uno de
ellos consistió en vendar los ojos al enfermo después de la comisurotomía y colocar un objeto en su
mano derecha (alguna información somatosensorial iba a la mitad opuesta del
cerebro, mientras que otras iban a ambas mitades). Se le preguntaba ¿Qué tienes
en la mano? En este caso el objeto siempre fue nombrado correctamente, pues la
información de la forma fue a los dos hemisferios, pero el lado izquierdo es
donde reside la capacidad lingüística y al reconocer la forma contestaba la
pregunta. Después colocamos el
objeto en la mano izquierda (la información iba principalmente al hemisferio derecho),
y no era capaz de reconocer el objeto y de nombrarlo (el hemisferio derecho no
tiene capacidad lingüística). Sin embargo, podía manipular el objeto
adecuadamente, es decir, el lado derecho sabía qué era el objeto, pero no
podía nombrarlo ni comunicar la forma del mismo.
Los dos hemisferios habían
almacenado información sobre la naturaleza de los objetos, pero solo el
izquierdo podía nombrarlo. Ambos sabían lo que tenían en sus respectivas manos,
un de forma inconsciente (no verbal) y el otro de forma consciente o verbal. La
capacidad de realizar un pensamiento verbalizado (autoconsciencia verbalizada)
radica la mayoría de las veces en el hemisferio izquierdo en los diestros, y
algunas veces (las menos) en el derecho, que suele coincidir (no siempre) con los
zurdos, como ya vimos anteriormente con los experimentos del test
de Wada. Parece que se intuye que existen dos formas de conocer la
realidad, una verbal o consciente en el sentido amplio del término, y otra
práctica, real e inconsciente pues que no puede manifestarse su existencia.
En el siguiente
experimento con las mismas condiciones y diferentes objetos (dados con
tachuelas) los resultados con la mano derecha fueron satisfactorios (el
hemisferio izquierdo reconocía lo que tocaba y lo expresaba verbalmente).
Cuando los exploró con la mano izquierda (conectada con el hemisferio derecho)
empezó a darles vueltas indicando la destreza de la mano izquierda, pero no
podía transmitir información sobre qué era realmente el objeto. El paciente se
reía mientras lo hacía, y al preguntarle de qué se reía respondía que no lo
sabía. Todo indicaba que había dos mentes independientes (Gazzaniga, 2015:
67-72).
Se piensa que se debe a
que tiene una habilidad analítica superior a la que pudiera tener el derecho,
de la cual el lenguaje es un ejemplo. El hemisferio derecho tiene mayor
capacidad video-espacial consecuencia de su mejor forma sintética de procesar
la información (Springer
y Deutsch, 1994). Sabemos que algunas áreas del cerebro adquieren una función
determinada gracias a la convergencia sobre la misma de dos o más
proyecciones de modalidades sensoriales diferentes (Geschwind, 1965), y que
tal fenómeno se produce siempre en función de la cualidad de los
estímulos que recibe dicha área cortical (Gazzaniga, 1998). La
consecuencia funcional de estas asimetrías anatómicas se corresponde con la lateralización.
Parece que debe existir cierto gradiente innato definido como la
existencia de un proceso de maduración diferenciado en ambos hemisferios que
actúe a favor de uno u otro, en función de la naturaleza de los procesos
cognitivos que se vean implicados (Bub y Whitaker, 1980; Geschwind y Galaburda,
1984; Kandel et al. 1997).
III.- Lenguaje interno.
La
realización del pensamiento consciente se realiza por medio del lenguaje
interno (Función cognitiva del lenguaje o comunicación
interna). Sería una interacción cognitiva entre el lenguaje y el pensamiento,
facilitando el pensamiento racional por medio de diversos procesos internos (pensamiento
verbalizado, el lenguaje intelectualizado, el procesamiento computacional de la
información, el desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización,
la conciencia reflexiva, el aprendizaje, etc.). A lo largo del desarrollo el
lenguaje adquiere dos funciones importantísimas: ser instrumento del
pensamiento y facilitar un control metacognitivo (López
Ornat, 1991):
-
Proporciona un mecanismo de retroalimentación para el sistema cognitivo, pues
mantiene la vigencia de una representación (abstracciones simbolizadas en
palabras), a medida que ésta es procesada.
- Control
atencional de la actividad, mientras pensamos tenemos nuestra atención fijada
en el tema.
- Permite
alcanzar niveles de planificación y anticipación que no son posibles sin el
lenguaje.
- Ofrece
un recurso representacional muy eficiente en actividades de solución de
problemas (fija verbalmente tareas, realiza operaciones lógicas sobre ellas,
retiene resultados intermedios entre operaciones, formular mentalmente
resultados).
El
lenguaje, según el psicólogo George A. Miller (1985: 147), es una experiencia
que comienza desde el nacimiento, pudiendo decir que el pensamiento y el
lenguaje se han modelado mutuamente al ir desarrollándose con una constante
interferencia. El lenguaje es fruto del pensamiento, pero
también es modulador del mismo, y ambos son controladores de la acción y
conducta humana (Bruner, 1984).
Pensamiento consciente e inconsciente
Sabemos
que el lenguaje, en función de la propia complejidad simbólica que adquiriere
poco a poco, va a producir otras características psicológicas de gran
importancia para el ser humano, pues sirve como organizador del
pensamiento y director de la acción. Pueden resumirse en tres aspectos:
-
Interacción entre lenguaje y pensamiento (interiorización del lenguaje).
-
Desarrollo cognitivo (autoconciencia, planificación temporo / espacial, etc.).
- Cambio conductual (mayor control de la acción).
Pero
estamos hablando del pensamiento consciente
(autoconciencia), pero no sabemos qué pasa con el inconsciente, pues no hay
razones para pensar que con el desarrollo del primero, el segundo vaya a
desaparecer. Algunos
autores afirman que no puede haber consciencia de algo antes de que no haya
sido previamente elaborado a nivel inconsciente (Núñez, 2006). Sin embargo, hay que tener en cuenta que el pensamiento consciente puede ser capaz de crear por sí mismo los objetos del pensamiento, ya sea de forma independiente o basándose en la información elaborada por el inconsciente. Si como creemos, el pensamiento autoconsciente está muy relacionado con la producción lingüística, y ésta depende mucho del medio ambiente en el que se nace y vive (sociedad, relaciones, desarrollo cultural, cognitivo y lingüístico, etc.), su producción sería un fenómeno sociocultural que se superpondría al pensamiento inconsciente. El problema sería el estudio de las características de relación que deben existir entre ambos proceso.
Si pensamos que existen las dos formas de pensamiento, y su coordinación nos permite realizar la conducta simbólica que caracteriza a los seres humanos, es que en general no deben existir contradicciones importantes en su propia actividad. Es muy posible que exista cierta subordinación entre ambas. Efectivamente, el pensamiento autoconsciente nos permite ser conscientes de la actividad mediada por el pensamiento inconsciente y, por tanto, podría controlarla de alguna manera. Pero a su vez, es también capaz de elaborar un pensamiento complejo y organizado.
¿Por qué el pensamiento autoconsciente puede ser un organizador del pensamiento y director de la acción? Puede que se trate de un proceso emergente de la unión de diversas capacidades cognitivas (abstracción, simbolismo, lenguaje), todas relacionadas con la producción del lenguaje dentro de sociedades humanas cada vez más interactivas entre sí y con otras. Es en las características propias del lenguaje (sintácticas, morfológicas y semánticas) donde el lenguaje interno se basa en la ordenación y funcionalidad del pensamiento con características superiores a las usadas por el pensamiento inconsciente.
Si pensamos que existen las dos formas de pensamiento, y su coordinación nos permite realizar la conducta simbólica que caracteriza a los seres humanos, es que en general no deben existir contradicciones importantes en su propia actividad. Es muy posible que exista cierta subordinación entre ambas. Efectivamente, el pensamiento autoconsciente nos permite ser conscientes de la actividad mediada por el pensamiento inconsciente y, por tanto, podría controlarla de alguna manera. Pero a su vez, es también capaz de elaborar un pensamiento complejo y organizado.
¿Por qué el pensamiento autoconsciente puede ser un organizador del pensamiento y director de la acción? Puede que se trate de un proceso emergente de la unión de diversas capacidades cognitivas (abstracción, simbolismo, lenguaje), todas relacionadas con la producción del lenguaje dentro de sociedades humanas cada vez más interactivas entre sí y con otras. Es en las características propias del lenguaje (sintácticas, morfológicas y semánticas) donde el lenguaje interno se basa en la ordenación y funcionalidad del pensamiento con características superiores a las usadas por el pensamiento inconsciente.
Como conclusión podemos afirmar que el pensamiento autoconsciente se logra por medio de un procesamiento
computacional de la información adquirida y procesada por medio del lenguaje (interno y externo). El lenguaje es una
tecnología cognitiva. El idioma es la caja de herramientas que ha
desarrollado cada cultura para imaginar el mundo y actuar en él. Sin embargo,
la relación que pueda tener con el pensamiento inconsciente no está muy
clara, aunque hay razones para suponer que, aunque presenta cierta autonomía
funcional, estaría supeditado y controlado por las características funcionales
del pensamiento autoconsciente.
- Bruner, J. (1984): Acción, pensamiento y lenguaje. Alianza Psicológica, nº2. Alianza Editorial S.A. Madrid.
- Bud, D. y Whitaker, M. (1980): Language and verbal procceses. En Wittrock, M. (ed.). The Brain and psychology. New York: Academic Press.- De Waal, F. (2016): Are We Smart Enough to Know How Smart Animals Are? Norton, WW & Company, Inc
- Gazzaniga, M. S. (1998): “Dos cerebros en uno”. Investigación y Ciencia. Barcelona.
- Gazzaniga, M. S. (2015): Relatos desde los dos lados del cerebro. Paidós. Barcelona.
- Geschwind, N. (1996): “Especializaciones del cerebro humano”. En El Lenguaje humano. Temas nº5. Investigación y Ciencia. Barcelona.
- Geschwind, N. y Galaburda, A. M. (1984): Cerebral dominance: The biological foundations. Harvard University Press. Cambridge.
- Kandel, E. E.: Schwartz, J. H. y Jessell, T. M. (1997): Neurociencia y conducta. New York. Prentice Hall.
- López Ornat, S. (1991): "El lenguaje en la mente", en Martín Serrano, M y Siguán Solers, M. (1991): Comunicación y lenguaje, Alhambra, Madrid, 443-462.
- Miller, G. A. (1985): Lenguaje y Habla. Alianza Psicológica, nº4. Madrid.
- Núñez, J. P. (2006): “El inconsciente desde el punto de vista cognitvo". Aperturas Psicoanalíticas, 22.
- Springer, S. P. y Deutsch, G. (1994): Cerebro izquierdo. Cerebro derecho. Gedisa. Barcelona.
- Vygotsky, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica. 1979. Barcelona.
- Vygotsky, L. S. (1934): Pensamiento y lenguaje. Barcelona. 1986. Paidós.
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