Tradicionalmente
se mantiene que el simbolismo es una de las principales características de la
conducta humana. No cabe duda que es una de las capacidades cognitivas que más
nos caracteriza a los humanos, pues es capaz de crear multitud de conductas,
cuya existencia no sería posible sin él. Sin embargo, en toda exposición de
temas relacionados con el simbolismo existen importantes matices que, si no se
delimitan con anterioridad, son fuente de discusiones sobre diferentes
particularidades o criterios, lo que genera confusión y dificulta su análisis.
Por tanto, antes de comenzar con el estudio del simbolismo humano, creo preciso
elaborar una definición que sirva de base de la exposición y del debate si se
presenta.
El simbolismo es un proceso cognitivo por el que se
relaciona determinados objetos, pinturas, sonidos o conductas con ciertas
ideas, conceptos o creencias, que la sociedad ha generado y aceptado en su
conjunto. De tal manera que la manifestación o expresión social de los primeros
da a entender la existencia de los segundos.
No
obstante, la definición indica la posibilidad de diversas formas de simbolismo,
pues tal relación muchas veces puede realizarse sin necesidad de una conciencia
que se percate de su realización. Así, cualquier sonido que, de forma más o
menos constante, pueda ser relacionado por la sociedad en la que se manifiesta
con una conducta, peligro o necesidad, puede ser considerado como una
manifestación simbólica, inconsciente, pero real.
Estas ideas
nos llevan a considerar que una de las primeras manifestaciones simbólicas que
se han producido en la naturaleza sean todas las formas de lenguaje, tanto en
seres humanos como en otros animales. No obstante, si solo aceptamos las condiciones
que se aprecian en esta definición, sería necesario establecer una serie de
grados de simbolismo, los cuales dependerían de las sucesivas condiciones que
se vayan añadiendo.
El lenguaje como primera conducta simbólica
De nuevo
hay que acudir a una definición, en este caso la del lenguaje, basada en las
características del simbolismo, para aclarar un poco las cosas.
El lenguaje, considerado como humano,
puede definirse como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, idea o
sentimiento, por medio de un sistema de representación simbólico (en principio
sonoro y/o gestual), con la intención de dirigir la conciencia o atención del
oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se
dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información y/o la
posibilidad de realizar tareas en común).
En esta definición quedan comprendidos los conceptos
básicos que van a caracterizar nuestra específica forma de comunicación, así
como su separación de otras formas de lenguaje que existen en la naturaleza. De tal forma, que la sola presencia de
estos símbolos lingüísticos nos hace pensar directamente sobre su significación
o representación (conceptos o ideas socialmente compartidos). Al escuchar el
sonido árbol enseguida se asocia con el prototipo general o abstracción
de tal manifestación botánica.
- El primer concepto básico, y quizás el de mayor
trascendencia, es la propia voluntariedad e intencionalidad en la
realización de tal proceso lingüístico. Naturalmente, para su producción es
necesaria la existencia de una conciencia de querer realizar tal acto de
comunicación, lo que implica la existencia de alguna forma de autoconciencia,
proceso psicológico limitado exclusivamente a nuestra especie aunque, como
veremos más adelante, su total ausencia no está tan clara en los primates
cercanos a nosotros en la escala evolutiva.
- Previa a esta intencionalidad es imprescindible el
tener algo que comunicar, ya sea un sentimiento específico, una
idea del momento o un pensamiento más elaborado.
- Este proceso sólo puede darse en un ambiente en el que
convivan al menos dos personas, es decir, es imprescindible la existencia de un
ambiente social básico que permita su producción y desarrollo.
- Debe existir la intención de influir en la conciencia o
atención del oyente, del que se supone que puede entendernos, con el
fin de crear una relación social que facilitase la acción conjunta
de los miembros de la sociedad.
Aunque
en la definición no se mencionan, hay dos condiciones que siempre hay que
tenerlas en cuenta:
-
Para su realización es necesaria la capacidad de creación de tales
conceptos abstractos e ideas a los que poder simbolizar, facultad que no
siempre se ha tenido plenamente desarrollada. Estas abstracciones tienen una
cualidad destacada, como es el desplazamiento cognitivo, pues
existen en nuestra mente sin tener que referirnos necesariamente a un tiempo y
lugar determinado, liberándose de la imposición del aquí y ahora.
- Todo lenguaje precisa de un sistema de representación
de los hechos que se quiere comunicar, es decir, de la simbolización
de estos pensamientos, ideas o sentimientos a transmitir. La simbolización
puede estar basada en cualquiera de los sentidos humanos que pueden ser
reconocidos por otros elementos sociales, formando un sistema de señales determinado.
Destacan, por su mayor funcionalidad, los sentidos acústicos (palabras, música,
onomatopeyas, ruidos específicos, etc.) y visuales (gestos, manifestaciones
gráficas, movimientos rítmicos o no, etc.), pues el olfato y gusto no son
adecuados para realizar tan complejo proceso, aunque en ciertos casos sí pueden
trasmitir intencionadamente un mensaje. El tacto, en principio, es poco
práctico, aunque podrían igualmente usarse. De hecho, gracias a sus cualidades
se puede suplir la falta conjunta de los dos más utilizados (visión y
audición), consiguiendo vencer el aislamiento que esas personas ciegas y sordas
tenían, y favorecer la comunicación escrita de los ciegos.
¿Puede existir alguna forma de
lenguaje/simbolismo en otros animales?
Sin embargo, entre diversos grupos de animales se
producen ciertas formas de comunicación que, aunque no reúnan todos los
requisitos del lenguaje humano, sí pueden asociarse a la definición de
simbolismo, siendo un antecedente evolutivo fundamental.
En algunas
poblaciones de grandes monos actuales (chimpancés, gorilas, por ejemplo) presenten,
con su particular forma de comunicación, un tipo de lenguaje que posea casi estas
mismas cualidades, aunque con un diferente grado de desarrollo. En
la actualidad, es conocido el carácter social existente entre estos primates.
Su estudio en el medio natural ha permitido comprobar que tienen una gran
complejidad social, formando sociedades jerarquizadas y con un dinamismo
interno importante. Así, es fácil ver diversos aspectos claramente sociales,
entre los que destacan, por su repetida y rápida apreciación, las peleas,
alianzas y enfrentamientos de grupos de machos entre sí, con el fin de alterar
el orden jerárquico, el cual da prioridad al acceso sexual sobre las hembras y
diversas ventajas sociales (Ghiglieri, 1985; Goodall, 1986; Sabater Pí, 1983).
Para lograr el desarrollo de estas actividades sociales es necesario tener una
forma de comunicación o lenguaje intencional, voluntario, con algo que comunicar,
dentro de una sociedad que comprende y comparte los símbolos sonoros o
gesticulares empleados.
En
general, los primates no humanos carecen de un lenguaje que pueda compararse con
el nuestro. No pueden articular los sonidos que caracterizan nuestra forma de
hablar, pues está claramente probado que presentan una gran limitación en la
articulación sonora, no sólo porque su sistema bucal no sea adecuado, sino
también porque su cerebro, y dentro de él su área de Broca, no está tan
desarrollado. No obstante, cuando un chimpancé, en sus habituales recorridos en
busca de comida, encuentra un árbol con gran cantidad de ella, es capaz de
avisar al resto del grupo por medio de una emisión controlada de sonidos,
conocidos perfectamente por el resto de la comunidad, para avisar del hallazgo.
Es más, puede incluso omitir la señal de llamada si el árbol es pequeño o la
comida escasa, ante el temor de que la competencia le deje con poco que comer.
No cabe duda, que este tipo de conducta encaja perfectamente, en su forma más
elemental, en la definición anteriormente desarrollada (Ghiglieri, 1985). Sin embargo, todas sus comunicaciones carecen o
tiene un muy limitado desplazamiento cognitivo, es decir, hacen
referencia a hechos del aquí y ahora o en un tiempo muy cercano.
Según
la definición del principio, la forma de comunicación de los primates tiene
cierto carácter simbólico. La gran diferencia radica en la diferente capacidad
de abstracción, de simbolización y de desplazamiento cognitivo
existente entre las dos especies. Efectivamente, la creación de conceptos
abstractos, ideas o hechos a los que poder simbolizar, es consecuencia de la
producción de operaciones cognitivas capaces de aislar
de los objetos conocidos las cualidades más significativas o generales
de los mismos en su comparación con otros objetos similares pero no
idénticos, dando lugar a conceptos genéricos o abstracciones. Por tanto, es fácil observar que la
comunicación entre los chimpancés podría definirse como un tipo primitivo de
lenguaje humano con un nivel de abstracción, simbolización y
desplazamiento cognitiva muy bajo. La diferencia, que sin duda es muy
aparente, se basa en el diferente grado que presentan ambas
especies en su capacidad de crear elementos abstractos que transmitir (ideas y
pensamientos complejos) y de construir sistemas de representación de los hechos
que comunicar (simbolización lingüística: códigos léxicos-gramaticales), y de
abarcar conductas más allá del aquí y ahora.
La trascendencia del lenguaje en la conducta
El inicio y desarrollo del lenguaje favorece la complejidad
conducta simbólica humana, pues esta siempre estará regida por el simbolismo de
su sistema de comunicación.
El
medio más importante de aprender una
cultura y desarrollar una
conducta es a través del lenguaje, pues en sus propias características
semánticas lleva implícito mucha de la información sobre el medio ambiente que
se quiere transmitir. El niño, al aprender su lengua materna, parece que lo
hace sin aparente esfuerzo y, en cierto modo es así, pues lo que en gran parte
realiza corresponde con una estructuración neurológica basada en la asimilación
de conceptos abstractos, sobre los que cimentará el resto de la información que
irá recibiendo a lo largo de su vida, es decir, desarrollará las capacidades cognitivas
emergentes o exaptativas. Por este camino se dirigen diversos
psicólogos (Bruner, 1984, 1988; Belinchón et al. 1992; Miller, 1985; Vygotsky, 1920), y como parece estar
indicada en la manifestación de José Antonio Marina (1998):
El
camino del desarrollo infantil no es la socialización que se va introduciendo
poco a poco desde fuera, sino la progresiva individualización que se produce
sobre la base de su esencia social. La palabra, signo para la comunicación
entre los seres humanos, se convierte en signo para la comunicación con uno
mismo.
Como ya se comentó en la entrada del blog referente al lenguaje humano, se pueden deducir tres funciones fundamentales que van a caracterizar su importancia en la conducta humana.
- Función
comunicativa (formas
de expresión). Corresponde al sistema de representación o simbólico formado por
signos (articulados y socialmente consensuados), que estarían organizados por
medio de unos elementos formales de combinación (gramática). Permite compartir
la experiencia personal, la acumulada por la especie y la expresión emocional.
Por tanto, su uso facilitaría un mejor y permanente conocimiento de la
realidad. Su estudio entra en el terreno de la Lingüística. Sin embargo, las
estructuras anatómicas y fisiológicas que participan en la producción y
comprensión de estos signos, serán estudiadas por las disciplinas biológicas
que analizan la anatomía y fisiología humana.
- Función
social (comunicación
externa). Forma una conducta voluntaria que regula la acción conjunta de los
componentes de una comunidad. Facilita la interacción social, al desarrollar
las conductas personales y sociales. Relaciona la conversación con la conducta
simultánea o posterior a la misma, donde pueden valorarse los antecedentes,
posibles respuestas y consecuencias de tal acción. Destaca la voluntariedad e
intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico, donde entraría en
juego el concepto de teoría de la mente. Entra en los cometidos doctrinales de
la Sociología y Psicología.
- Función
cognitiva (comunicación
interna). Sería una interacción cognitiva entre el lenguaje y el pensamiento,
facilitando el pensamiento racional por medio de diversos procesos internos,
como son el lenguaje interno, el pensamiento verbalizado, el lenguaje
intelectualizado, el procesamiento computacional de la información, el
desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización, la conciencia
reflexiva, el aprendizaje, etc.
De las
tres funciones, la tercera es sin duda la menos conocida y, sin embargo, puede
ser la que más ha colaborado en la evolución de nuestra cultura simbólica. Su desarrollo
permite alcanzar importantes niveles de autoconciencia y el paulatino
incremento del desplazamiento cognitivo.
Niveles del simbolismo humano
El desarrollo
de estos dos procesos cognitivos (autoconciencia y desplazamiento cognitivo) sería
la definitiva fuente de todo el simbolismo que ha caracterizado al género Homo en toda su evolución. Puesto que son
los que más han significado en su desarrollo, los diversos niveles que se
pueden establecer en la evolución cultural humana se realizaran según se
alcancen los grados de evolución de cada uno de ellos.
Las
propiedades acumulativas y emergentes del simbolismo humano lo definen como una
construcción progresiva que permite su estructuración histórico-evolutiva en
diferentes niveles. No obstante, la producción de los mecanismos que lo hacen
posible depende de las características medioambientales (sociedad, cultura, lenguaje
y conductas simbólicas previas, economía, etc.), lo que no se desarrollan de
forma homogénea en las diferentes poblaciones humanas de cada periodo. Esto nos
lleva a considerar que tal estructuración histórico-evolutiva, un tanto
teórica, es en realidad un proceso de continuum desarrollo heterogéneo en el
tiempo y en el espacio. La necesaria
racionalización de tan complejo proceso requiere una subdivisión en cuatro
grandes estadios evolutivos, que puedan relacionarse con los datos del registro
arqueológico y de la evolución lingüística (Rivera y Menéndez, 2011).
I. Simbolismo arcaico o básico. Se formó con la simbolización de las ideas elementales
relacionadas con la convivencia social y la supervivencia del grupo, por medio
de sonidos y/o gestos que socialmente serían conocidos. Se inicia con un desplazamiento
cognitivo de la acción (evolución de las acciones fuera del aquí y ahora),
aunque de forma muy limitada. Tal avance cognitivo facilitaría las acciones
conjuntas (convivencia, tecnología, logística, etc.), y desarrollaría el
concepto social del grupo. Sus usuarios no tendrían conciencia de utilizar tal
proceso simbólico. Incluye en Europa a una parte de los H. heidelbergensis de cultura Achelense y a tipos humanos
anteriores.
II. Simbolismo primitivo. Al anterior se fueron sumando los avances en los
conceptos de individualidad social y personal, así como de una mayor ubicación
temporal y espacial. Sería fundamentalmente descriptivo, lingüístico, sin
descartar una base gesticular, con elementos sintácticos elementales e
inconsciente. Se mostraría en la aparición de conductas complejas relacionadas
con el desarrollo de estos conceptos (áreas diferenciadas en el hábitat,
enterramientos intencionados, tipología y tecnología lítica con referentes
culturales, logística previsora, etc.). Incluye a tipos heidelbergensis, a una parte de los HN de cultura musteriense y a
los primeros HAM en África y el Próximo Oriente.
III. Simbolismo moderno básico. Se alcanza con un importante
desarrollo del estadio anterior, es decir, del incremento de la individualidad
social y personal, junto con una ubicación temporal y espacial perfeccionada,
lo que impulsaría un pensamiento y lenguaje de nivel argumentativo. Sería el
inicio de un simbolismo consciente y social, al ser usado con la
intención expresa de funcionalidad y argumentación (marcar las diferencias
sociales o individuales y gestionar conductas complejas). Se produce con el HAM de cultura auriñaciense y con
algunas poblaciones de HN musterienses o de las llamadas culturas
transicionales. Su simbolismo pudo limitarse a las manifestaciones
socioeconómicas y personales de la vida cotidiana.
IV. Simbolismo moderno
elaborado. Tras
el desarrollo anterior, y como premisa necesaria, se comienza a crear una
conducta más compleja y con plena capacidad de simbolización. Se caracteriza
por el desarrollo de un simbolismo social, espiritual y religioso progresivamente complejo, que emerge
en etapas sucesivas. Este simbolismo tendría un lenguaje no sólo
argumentativo, sino también metafórico, siendo consciente, intencionado y
utilizado para explicar muchos aspectos conductuales de la vida individual y
social, así como dar una explicación de lo metafísico o sobrenatural. Este
nivel se desarrolla de forma progresiva y heterogénea exclusivamente con HAM
durante el Auriñaciense, en algunas áreas, y se generaliza con el Gravetiense.
Conclusión
La evolución nos
hace seres humanos, mientras que los procesos culturales nos
realizan como personas humanas
(Eccles, 1992). Es el desarrollo de nuestras capacidades cognitivas, por medio
de la evolución morfológica que las posibilita y la influencia sociocultural,
lo que nos hace personas al modular simbólicamente
nuestra forma de pensar, hablar y actuar. En este contexto, no podemos
tener ninguna duda de que lo nos hizo personas
con la conducta que nos caracteriza ha sido la capacidad de simbolización. Con su evolución se pudieron
originar y desarrollar todas las
conductas que componen nuestro complejo mundo, tanto del presente, del
pasado y, sin duda, del futuro.
* BELINCHÓN,
M.; IGOA, J. M. y RIVIÉRE, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación
y teoría. Trotta. Madrid.
* BRUNER, J. (1984): Acción,
pensamiento y lenguaje. Alianza. Madrid.
* BRUNER,
J. (1988): Desarrollo cognitivo y educación. Morata. Madrid.
* ECCLES, J. C. (1992): La
evolución del cerebro: creación de la conciencia. Labor. Barcelona.
* GHIGLIERI,
M. P. (1985): Ecología social de los chimpancés. Investigación y Ciencia,
107:64-71.
* GOODALL,
J. (1986): En la senda del hombre. Vida y costumbres de los
chimpancés. Salvat. Barcelona.
* MARINA,
J. A. (1998): La selva del lenguaje. Introducción a un diccionario de los
sentimientos. Anagrama. Barcelona.
* MILLER, G. A. (1985): Lenguaje y Habla. Alianza
Psicológica, 4. Alianza.
Madrid.
* RIVERA,
A. y MENÉNDEZ, M.(2011): “Las conductas simbólicas en el paleolítico. Un
intento de comprensión y análisis desde el estructuralismo funcional”. Espacio, tiempo y forma. Serie I
Prehistoria y arqueología. Nueva época nº 4.
* SABATER PI, J. (1978): El chimpancé y los orígenes de
la cultura. Anthropos. Barcelona.
* VYGOTSKY, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos
psicológicos superiores. Crítica. 1979. Barcelona.
The capacity to symbolize is almost 3 million years old.The Makapansgat sculpture, South Africa, found in 1925 by W.I.Eitzman, and dated 3 million years, was picked up and carried to a cave where he lived, from Australopithecus Africanus, for its evocative character of a face. It can be considered one of the first examples known to us of the spiritual life and therefore of the capacity to symbolize of Australopithecus Africanus, from which derives the genus Homo. Thus it can be inferred that a so ancient capacity to symbolize is in the genome of Homo since its origin (cfr. Pietro Gaietto, Paleolithic anthropomorphic sculpture, 2016).
ResponderEliminarEs difícil de creer que sea un ejemplo de simbolismo, pues tal capacidad no existe de forma independiente, ni tiene uno o varios genes exclusivos para su creación. Hay que tener siempre presente que las capacidades cognitivas tal y como las conocemos son constructos, realidad teórica que facilita su estudio pero no nos aclara de la realidad psicobiológica que los hace posible. La evolución cognitiva humana creo que es el resultado de la existencia de mecanismos de exaptación, mosaico, coevolución y emergencia. El simbolismo sería el resultado de un complejo proceso que los Australopithecus no podían realizarlo por su limitada evolución neurológica y la carencia en su medio ambiente de poder desarrollar sus capacidades cognitivas propias e su genero.
ResponderEliminarMecanismos de curiosidad, atención selectiva a cosas curiosas que recuerdan a algo y el azar pueden ser la causa de tal fenómeno.