Casi siempre que se habla de evolución humana se refieren a la evolución biológica (somática y neurológica), incluso se pueden referir a la evolución sociocultural, pero muy pocos se refieren a la evolución de las capacidades cognitivas humanas y al desarrollo de la cognición que, en definitiva, es la que más nos ha caracterizado en nuestra vivencia natural. Lo primero que hay que dejar claro es que en el género Homo han coexistido dos formas de evolución: la biológica y la cognitiva. Aunque dependiente la segunda de la primera, no fueron paralelas, ni tenían los mismos parámetros de cambio y desarrollo.
La evolución biológica es estudiada por la Paleoantropología, el desarrollo socioconductual es analizado en algunos aspectos por la Arqueología (que pasó, cuándo y dónde), pero los procesos cognitivos que posibilitaron los cambios que vemos en el registro arqueológico (porqué y cómo de los cambios en ese momento y lugar) parecen que no son materia de estudio, pues nadie se dedica a su compresión. El escaso desarrollo de la Arqueología cognitiva parece dar esa impresión, pero su desarrollo ha permitido introducirnos en tan complejo problema. Lo que hay que tener claro es que el estudio de la evolución cognitiva debe ser un proceso interdisciplinar, específico en las ciencias elegidas para la función que se quiere estudiar (evolución cognitiva humana). Su diferente metodología de la clásica Arqueología la podemos ver en el siguiente cuadro:
Sin embargo, puede que aún persista la idea de que cada especie humana tuvo su propias capacidades cognitivas que se plasmaron en determinadas culturas. Pero el avance de la Arqueología nos ofrece algunos ejemplos que explican la ruptura de la relación de una especie una cultura:
La evolución biológica es estudiada por la Paleoantropología, el desarrollo socioconductual es analizado en algunos aspectos por la Arqueología (que pasó, cuándo y dónde), pero los procesos cognitivos que posibilitaron los cambios que vemos en el registro arqueológico (porqué y cómo de los cambios en ese momento y lugar) parecen que no son materia de estudio, pues nadie se dedica a su compresión. El escaso desarrollo de la Arqueología cognitiva parece dar esa impresión, pero su desarrollo ha permitido introducirnos en tan complejo problema. Lo que hay que tener claro es que el estudio de la evolución cognitiva debe ser un proceso interdisciplinar, específico en las ciencias elegidas para la función que se quiere estudiar (evolución cognitiva humana). Su diferente metodología de la clásica Arqueología la podemos ver en el siguiente cuadro:
Sin embargo, puede que aún persista la idea de que cada especie humana tuvo su propias capacidades cognitivas que se plasmaron en determinadas culturas. Pero el avance de la Arqueología nos ofrece algunos ejemplos que explican la ruptura de la relación de una especie una cultura:
- Con el inicio evolutivo del Homo ergaster no se cambia de cultura sino que comienza con una continuación del Olduvaiense o Modo 1, aunque pronto cambia a las formas tecnológicas conocidas como el Achelense o Modo 2. Sin embargo, ya desde su inicio se conoce cierta discontinuidad cultural, que se alarga más o menos en el tiempo y en diferentes lugares geográficos. Mientras en África, el Achelense o Modo 2 se establece en un momento muy temprano, prácticamente con el inicio de la andadura del Homo ergaster, en Europa aparece mucho más tarde, siendo datado sobre el 600.000 B.P. y asociado al Homo erectus evolucionado o al Homo heidelbergensis. En este último continente, las primeras culturas son también las del Olduvaiense, como así se ha conocido recientemente en Atapuerca (la Gran Dolina), donde el Modo 1 estaba asociado al Homo antecessor con una antigüedad que puede superar los 800.000 años, lo mismo pasa con el Homo georgicus del Cáucaso y su antigua datación de 1,8 m. a. Solo al final de este periodo la homogeneidad del Achelense es clara, perdurando hasta los primeros indicios de la siguiente manifestación tecnológica, el Musteriense ya en el Paleolítico medio. Igualmente, no es raro ver yacimientos con estas dos tecnologías y cronologías aparentemente similares, lo que parece indicar la independencia en el desarrollo cultural, o en el aislamiento poblacional que parecían tener los pequeños grupos humanos que vivieron en tan lejanos tiempos.
- Otro ejemplo se aprecia en el inicio del Homo sapiens. Conocemos que la base biológica de nuestra especie se estableció hace unos 200.000 años, mientras que las primeras muestras arqueológicas de un comportamiento sabio (simbólico, complejo y con mayor poder adaptativo) no aparecen hasta fechas que se sitúan sobre el 60.000 BP (p.e. África en Bomblos), lo que ha sido denominado por Colin Renfrew como la sapient paradox.
Estos ejemplos nos indican que las conductas con un complejo simbolismo y gran poder adaptativo (tecnología, logística, lenguaje, arte, etc.) se ven como trayectorias de un desarrollo cultural y cognitivo heterogéneo en el tiempo y en el espacio, en lugar de una innata capacidad biológica de manifestación necesaria y homogénea. Por tanto pueden clasificarse de productos emergentes o emergencia conductual y cognitiva (Renfrew, 2008).
Si el cerebro ya había evolucionado con un importante aumento de su volumen, notable incremento de la superficie de las áreas corticales (sobre todo las asociativas), y alteraciones en la densidades neuronales diferentes (que facilitando una mejor y más densa interconectividad neuronal) ¿Porqué el desarrollo cultural se produce con posterioridad? Pocas respuestas se han ofrecido desde la Arqueología, siendo la más tradicional la que lo justifica por medio de mutaciones favorables, posteriores a los cambios evolutivos ya mencionados y que favoreciese el desarrollo cultural (Klein 2003). Estas atribuciones mutacionales, que no se pueden comprobar y no se ajustan bien a los actuales datos de la Psicología y Neurología, poco nos pueden aclarar sobre lo que en realidad pudo pasar.
Actualmente está plenamente aceptado que la evolución biológica precedió a la cognitiva, que no fueron paralelas, que se produjo de una forma heterogénea en el tiempo y en el espacio, y que prácticamente desconocemos casi todo de las formas en que se produjo a lo largo del género Homo. Dentro del más elemental estudio interdisciplinario, las explicaciones de lo que pasó tendrán que adaptarse a estas conclusiones arqueológicas. Todos somos seres humanos creados por los mecanismos evolutivos, pero, y a pesar de nuestra gran semejanza genética, todos somos personas muy diferentes unas de otras en su pensamiento y conducta. La individualidad personal, lo que nos hace ser y actuar de forma diferente a los demás, no es un producto exclusivamente biológico y evolutivo, pues entraña muchísimas connotaciones culturales, sociales, lingüísticas, tecnológicas, etc., que nos van influyendo y transformando desde el mismo momento de nuestro nacimiento, incluso antes, y a lo largo de toda nuestra vida. Sin embargo, todas las formas de influencia medioambiental anteriormente señaladas no se han creado de la nada, sino que han tenido que crearse paulatinamente, y transmitirse con los medios de cada época entre los seres humanos que las crearon. Es lo que se llama la evolución cultural, cuya producción depende de la potenciabilidad y desarrollo de las capacidades cognitivas que la evolución ha otorgado a los seres humanos, es decir, sería la consecuencia de la evolución cognitiva.
Cómo entender y estudiar la evolución cognitiva
La falta de datos y una adecuada comprensión del problema han sido los principales enemigos del estudio de la evolución cognitiva del género Homo. Tanto es así, que incluso en muchos medios académicos simplemente se asimilaba a los logros de la evolución biológica, como si fuera una consecuencia directa, lógica e incuestionable. La falta de datos puede ser cierta, pero menos de lo que se puede pensar. Existen otras ciencias que estudian el problema desde perspectivas diferentes, pero no ajenas a él. La interdisciplina puede ser un método adecuado para el estudio de estos problemas, pues aumenta la cantidad de datos a valorar, y los problemas son analizados de una forma mucho más global, teniendo sus resultados una mejor base metodológica y fundamentada.
¿Qué es el cerebro?
Un primer paso sería llegar a un consenso sobre la realidad de nuestro cerebro, no como controlador y regulador de nuestro cuerpo (sobre lo que creo que no existen dudas), sino en su relación con el medio ambiente en el que le haya tocado vivir. En este contexto, la primera complicación que se nos presenta es la existencia de teorías opuestas sobre la forma en que la evolución ha desarrollado el cerebro humano en su relación con el mundo exterior (evolución neurológica. Un enfoque interdisciplinar).
¿Qué es el cerebro?
Un primer paso sería llegar a un consenso sobre la realidad de nuestro cerebro, no como controlador y regulador de nuestro cuerpo (sobre lo que creo que no existen dudas), sino en su relación con el medio ambiente en el que le haya tocado vivir. En este contexto, la primera complicación que se nos presenta es la existencia de teorías opuestas sobre la forma en que la evolución ha desarrollado el cerebro humano en su relación con el mundo exterior (evolución neurológica. Un enfoque interdisciplinar).
La conclusión sería considerar al cerebro del ser humano como un sistema neurológico capaz de recibir, procesar, almacenar y recuperar la información que le llega a través de sus sentidos (González Labra, 1998). Conceptualmente se basa en que todo proceso mental o cognoscitivo tiene como origen la información que previamente el cerebro ha tenido que recibir y procesar (Leahey, 1980). Sin embargo, esta capacidad de procesamiento de la información no es totalmente libre e independiente, pues estaría limitada por las características psicobiológicas de cada persona. Éstas, en función de su propia herencia genética, no son iguales y juegan un papel importante en el desarrollo de la conducta.
Organización psicológica cerebral
Desde el mismo momento del nacimiento se va a producir una organización psicológica, que depende de varios factores fundamentales en la futura conducta del neonato. Las áreas corticales donde se ubicarán las funciones cognitivas correspondientes, son áreas de asociación que recogen los estímulos sensoriales externos ya procesados con la información de otras áreas corticales (secundarias y terciarias), con el objeto de elaborar posibles respuestas más complejas y adaptativas, mientras que otras (áreas primarias solo reciben información del exterior) (Neurociencia). Esta elemental estructuración del cerebro ya fue analizada el neurofisiólogo ruso Alexandre R. Luria a mediados del siglo pasado, y desde entonces ha sido una de las bases de los estudios neurológicos (Kandel et al. 1997; Luria, 1974, 1979). Estas estructuras ya preformados estructuralmente al nacer son innatas, formando un protomapa de la funcionalidad cognitiva con un carácter poco definido, necesitando para su definitiva estructuración, extensión y ubicación de los estímulos sensoriales externos (Damasio, 1999; Changeux, 1985; Flórez et al. 1999; Mora, 2001; Rakic, 1988, 1995).
Organización psicológica cerebral
Desde el mismo momento del nacimiento se va a producir una organización psicológica, que depende de varios factores fundamentales en la futura conducta del neonato. Las áreas corticales donde se ubicarán las funciones cognitivas correspondientes, son áreas de asociación que recogen los estímulos sensoriales externos ya procesados con la información de otras áreas corticales (secundarias y terciarias), con el objeto de elaborar posibles respuestas más complejas y adaptativas, mientras que otras (áreas primarias solo reciben información del exterior) (Neurociencia). Esta elemental estructuración del cerebro ya fue analizada el neurofisiólogo ruso Alexandre R. Luria a mediados del siglo pasado, y desde entonces ha sido una de las bases de los estudios neurológicos (Kandel et al. 1997; Luria, 1974, 1979). Estas estructuras ya preformados estructuralmente al nacer son innatas, formando un protomapa de la funcionalidad cognitiva con un carácter poco definido, necesitando para su definitiva estructuración, extensión y ubicación de los estímulos sensoriales externos (Damasio, 1999; Changeux, 1985; Flórez et al. 1999; Mora, 2001; Rakic, 1988, 1995).
Los cerebros de todos los humanos del género Homo, en mayor o menor cuantía dependiendo de su posición en la escala evolutiva, han participado de estas características. En general, podemos destacar dos grandes procesos que intervienen en la evolución cognitiva:
- La propia evolución biológica (Evolución cerebral humana).
- Del desarrollo medioambiental (social, cultural, lingüístico, tecnológico, etc.).
- La propia evolución biológica (Evolución cerebral humana).
- Del desarrollo medioambiental (social, cultural, lingüístico, tecnológico, etc.).
Influencia medioambiental en la organización psicológica y cognitiva.
La información que nuestro cerebro puede recoger y almacenar del medio ambiente es enorme, no solo por su cantidad sino por las características particulares que tal información puede tener del tiempo y el espacio de la trayectoria vital de cada ser humano. Esta característica de almacenamiento de experiencia vivida es común a todos los seres vivos que tengan un cerebro o formas biológicas de almacenamiento de la información. Su uso presenta dos cuestiones: ¿Cómo se almacena y cómo se puede extraer cuando es necesario?
El almacenaje parece que, aunque de una forma muy genérica, se realizar en las áreas primarias del córtex formando redes neuronales muy complejas que contienen tal información. De la recuperación conocemos que en el mundo animal se pueden recuperar las experiencias vividas cuando se vuelven a repetir las sensaciones que dieron lugar a las informaciones almacenadas. El recuerdo tiene lugar cuando se producen de nuevo situaciones que son similares a las que produjeron tales recuerdos, con ello los resultados también se recuerdan y la conducta tiene nuevas opciones de producción, al valorar la efectividad o no de la respuesta realizada en la primera experiencia.
En el caso de los seres humanos tal proceso ocurre igual. Aunque hay que añadir un dato muy importante, se puede acceder a la información almacenada sin necesidad de que existan de nuevo las causas que lo motivaron. Es decir, recordamos lo que queremos y esto nos aporta formas de conducta totalmente nuevas, en las que podemos utilizar toda la información adquirida por todos los medios (propia y ajena; experimentada, leída u observada; real o supuesta), mezclarla (reflexividad) y elegir la que mejor nos parezca (flexibilidad).
La gran pregunta sería cómo podemos hacer tal cosa. El desarrollo de este complejo proceso, junto con otros muy relacionados (autoconciencia, simbolismo, flexibilidad y reflexividad cognitiva) sería lo que estamos intentando comprender, la evolución cognitiva (Cómo el cerebro de los homínidos pudo lograr realizar tales procesos cognitivos). Naturalmente, esta disponibilidad de la información adquirida sería el resultado final de una serie de avances cognitivos de diversa índole (realizados con diferente capacidad a lo largo de la evolución de nuestro linaje), que al actuar conjuntamente son capaces de lograr tal progreso conductual. Su poder adaptativo es enorme y explica la gran supervivencia y expansión de los homínidos de nuestro linaje. ¿Qué factores generales debieron de intervenir en este proceso de evolución cognitiva? Tenemos varios.
- Sin duda la propia evolución neurológica con el gran desarrollo de las áreas asociativas del córtex cerebral, así como del aumento de la capacidad de interconexión neural.
- Un importante y cada vez mayor tiempo de exposición de estas áreas cerebrales a la información externa. Se trata de la inmadurez neurológica que presentan todos los recién nacidos, como causa del aumento del cerebro y la imposibilidad de progresar en el canal del parto si este cerebro fuera muy voluminoso.
- Unas características de maduración neurológica básicamente desarrolladas en el embarazo (protomapa), que confieren una estructura básica adecuada para procesar la información externa.
- Un sistema que permita trasmitir, almacenar, conservar y utilizar con facilidad la información adquirida. Es el lenguaje, bajo cualquiera de sus formas (sonoro, gesticular, escrito, simbólico, etc.).
Las tres primeras condiciones son de carácter innato, mientras que la última tiene un clarísimo componente adquirido. El lenguaje es el medio que nos permite realizar una definitiva estructuración de nuestro pensamiento (lenguaje humano; pensamiento, lenguaje y conducta, la autoconciencia como capacidad cognitiva emergente), pues con su adquisición lo que hacemos es estructurar el cerebro para que funcione con las características propias del lenguaje. Pensamos como si nos habláramos a nosotros mismos (lenguaje interno); almacenamos los conceptos que aprendemos por el lenguaje de forma que puedan ser mucho más fácilmente recordados por los mecanismos lingüísticos (el lenguaje une gramaticalmente todos las posibles combinaciones que conozcamos); componen los elementos de nuestra conciencia autobiográfica (creada desde que nacemos y permanentemente presente en nuestro pensamiento).
El lenguaje en la cognición y conducta humana
El lenguaje siempre ha sido una constante fuente de estudio, discusión y enfrentamiento entre los autores que han elaborado las diversas teorías que conocemos en la actualidad. Todos somos conscientes de la trascendental importancia que ha tenido en todos los aspectos de la conducta humana, pero sobre su origen, forma de evolución y funciones psicobiológicas las discrepancias y las ausencias son notorias. La producción de tan importante facultad, dentro de las comunidades del género Homo, representa un proceso del que desconocemos muchas de sus claves, y de las pocas que conocemos no todas se utilizan para su compresión. El lenguaje siempre se ha estudiado teniendo como base dos de sus aspectos más aparentes. Primero, en los sonidos que conforman las diferentes lenguas y en las consecuencias que aportan (comunicación, aprendizaje, almacenamiento de información, y todo lo que se pueda adquirir por medio del lenguaje externo). Segundo, representa una capacidad cognitiva exclusiva del Homo sapiens (al menos en la actualidad) y que “todos” los humanos la poseen, por lo que debe de tener un fundamento genético muy importante. Pero casi siempre se ha olvidado su papel en la organización cognitiva del pensamiento humano, tanto que muchos ni siquiera se han planteado tal posibilidad.
La lingüística cada vez es una ciencia con mayor amplitud teórica, lo que obliga a subdividir sus contenidos en función de los métodos o aspectos que del lenguaje se quieren estudiar. La Neurolingüística y Psicolingüística son dos claros ejemplos de tal parcelación teórica. Esto lo podemos ver bien en las diversas definiciones que sobre el lenguaje conocemos. En general, reflejan los fundamentos teóricos sobre los que se estructura, pero no son los únicos. La definición que recoja más y mejor todos los aspectos que el lenguaje pueda representar debería ser el modelo a seguir. Si vemos las diferentes definiciones que encontramos en diccionarios o trabajos generales sobre el lenguaje, observamos una importante variedad de definiciones, dependiendo de las ciencias que se usen en su estructuración.
- Capacidad propia del ser humano para expresar pensamientos y sentimientos por medio de la palabra.
- Sistema de signos que utiliza una comunidad para comunicarse oralmente o por escrito.
- Sistema de comunicación estructurado para el que existe un contexto de uso y ciertos principios combinatorios formales. Existen contextos tanto naturales como artificiales.
- Un recurso que hace posible la comunicación. En el caso de los seres humanos, esta herramienta se encuentra extremadamente desarrollada y es mucho más avanzada que en otras especies animales, ya que se trata de un proceso de raíces fisiológicas y psíquicas. El lenguaje brinda la posibilidad de seleccionar, citar, coordinar y combinar conceptos de diversa complejidad.
- Conjunto de sonidos articulados con que las personas manifiestan lo que piensan o sienten.
- El lenguaje es una forma de conducta que posibilita en los organismos la capacidad para relacionar y relacionarse con los fenómenos del mundo físico de un modo cualitativamente distinto. Es un sistema de expresión, representación y comunicación que se basan en un sistema de signos y reglas formalmente bien definido y cuya utilización por un organismo implica una modalidad particular de comportamiento (Belinchón et al. 1992).
- El lenguaje humano puede definirse como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, idea o sentimiento, por medio de un sistema de representación simbólico (en principio sonoro y/o gestual), con la intención de interferir en la conciencia o atención del oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información y/o la posibilidad de realizar tareas en común). (Rivera, 2009).
- El lenguaje sería la capacidad de unir un signo (auditivo, visual, táctil o gestual) con un componente semántico, con un concepto; es decir, la capacidad para genera símbolos (Arsuaga y Martín-Loeches, 2013).
Todas se basan en la gran funcionalidad que tienen sobre la comunicación, pocas sobre la abstracción y simbolización que conlleva su producción, y ninguna sobre la capacidad de organizar y gestionar el pensamiento consciente de los seres humanos. Hay que profundizar un poco en el origen y funciones del lenguaje, pues la funcionalidad va implícita en su propio origen.
Funciones del lenguaje humano
Las funciones que el lenguaje tiene entre los seres humanos son varias y fundamentales para el desarrollo de nuestro pensamiento y conducta.
* Función comunicativa (formas de expresión). Corresponde al sistema de representación formado por signos (articulados y socialmente consensuados), que estarían organizados por medio de unos elementos formales de combinación (gramática). Permite compartir la experiencia personal, la acumulada por la especie y la expresión emocional. Por tanto, su uso facilitaría un mejor y permanente conocimiento de la realidad. Su estudio entra en el terreno de la Lingüística. Sin embargo, las estructuras anatómicas y fisiológicas que participan en la producción y comprensión de estos signos, serán estudiadas por las disciplinas biológicas que analizan la anatomía y fisiología humana.
* Función social (comunicación externa). Forma una conducta voluntaria que regula la acción conjunta de los componentes de una comunidad. Facilita la interacción social, al desarrollar las conductas personales y sociales. Relaciona la conversación con la conducta simultánea o posterior a la misma, donde pueden valorarse los antecedentes, posibles respuestas y consecuencias de tal acción. Destaca la voluntariedad e intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico, donde entraría en juego el concepto de teoría de la mente. Entra en los cometidos doctrinales de la Sociología y Psicología y estaría muy relacionada con la función comunicativa.
* Función cognitiva (comunicación interna). Sería una interacción cognitiva entre el lenguaje y el pensamiento, facilitando el pensamiento racional por medio de diversos procesos internos, como son el lenguaje interno, el pensamiento verbalizado, el lenguaje intelectualizado, el procesamiento computacional de la información, el desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización, la conciencia reflexiva, el aprendizaje, etc. El tipo de lenguaje que puede utilizar el pensamiento, es el mismo que usamos normalmente con las mismas directrices léxico / gramaticales, aunque con pequeñas variaciones que lo caracterizan como un lenguaje interno. Es como si habláramos con nosotros mismos, consiguiendo adquirir nuevas funciones psicológicas que antes eran externas. Efectivamente, el lenguaje interno es responsable de las funciones mentales superiores, pues transforma la percepción del sujeto, transforma su memoria, y permite la planificación y regulación de la acción, haciendo posible la actividad voluntaria. Nuestro pensamiento está ahora plenamente verbalizado, siendo más fácil pensar, relacionar y expresar todo tipo de situaciones y hechos, con mucha mayor rapidez y claridad. Aparece como una nueva función cognitiva, que facilita el control y regulación de los propios procesos cognitivos, con lo que nuestras acciones, consecutivas a nuestro pensamiento, estarán mejor guiadas y estructuradas (Belinchón et al. 1992; Luria, 1979, Mercier, 2001; Vygotsky, 1920). Igualmente, la transmisión de pensamientos abstractos es muy fácil, al usar el simbolismo que el lenguaje nos permite.
De las tres funciones, la tercera es sin duda la menos conocida y, sin embargo, puede ser la que más ha colaborado en el desarrollo de nuestra cultura simbólica.
Evolución del lenguaje, conducta y cognición en el género Homo
Mucho se ha hablado sobre si las primitivas poblaciones humanas tenían o no un lenguaje, pero poco se ha profundizado en las características de tal lenguaje, si es que lo tuvieron. Se habla del lenguaje de una forma muy genérica, sin matizar la gran complejidad que conlleva, ni analizar las características de su formación. Las definiciones que vimos anteriormente nos indican que en un proceso cognitivo compuesto por la utilización conjunta de diversas capacidades cognitivas (memoria, abstracción, simbolización, coordinación motora del aparato fonador, etc.) que la evolución ha ido desarrollando, pero que no fueron iguales en todos los homínidos. Por lo tanto, no se puede hablar de los genes del lenguaje, sino de los genes que propician estas capacidades cognitivas (utilizadas en diversos proceso cognitivos relacionadas o no con el lenguaje). Naturalmente, si falla uno o varios (mutaciones negativas en alguna de las capacidades cognitivas mencionadas) el lenguaje se alterará.
La complejidad del lenguaje no estaría solo en la cantidad de sonidos que se utilizan ni en la articulación de ellos, sino en los significados que entrañan tales sonidos. Es decir, en las abstracciones que han podido simbolizar las poblaciones que utilizan ese lenguaje. El principal problema que tenemos en el estudio del desarrollo del lenguaje en nuestro linaje es que las palabras no dejan huellas arqueológicas. Sin embargo, si analizamos las últimas definiciones del lenguaje (Rivera, 2009; Arsuaga y Martín-Loeches, 2013) vemos que el lenguaje se desenvuelve en la acción o conducta de las poblaciones humanas. Nace dentro de las poblaciones humanas como consecuencia del intento de comunicar las acciones, siendo por tanto la simbolización de tales acciones. La acción es la base de la propia estructura inicial de lenguaje y de la universalidad de su sintaxis, pues es igual en todos los lugares.
Por tanto, el lenguaje parece estar organizado alrededor de las circunstancias que rodean a la acción (verbo) (Bickerton, 1994; Bruner, 1988; Fillmore, 1968; Marina, 1998) lo que puede referirse con la siguiente expresión básica:
Sujeto (quién hace la acción) – Verbo (acción) - Circunstancias de la acción.
En este contexto, la conducta sí deja huellas arqueológicas que pueden estudiarse, y seguirse a través del tiempo. Las abstracciones que configuran nuestro pensamiento y lenguaje no han existido siempre, sino que ha sido preciso crearlas, mantenerlas y trasmitirlas a las generaciones siguientes, por medio del lenguaje de cada sociedad haya podido desarrollar. Y no todas de estas abstracciones dejan huellas de su existencia, pero algunas (posiblemente las más trascendentes) si lo hacen. Las abstracciones básicas y más elementales que podemos intuir en los primeros lenguajes (comer, piedra, cazar, hambre, peligro, miedo, etc.) son relativamente fáciles de realizar. Solo se tienen que poner de acuerdo sobre que sonidos o gestos (las emociones básicas o primarias ya tiene una representación innata de gestos) los pueden representar, siendo admitidas y conocidas por todos los miembros del grupo.
Desde los primeros pasos de la socialización humana en el Homo habilis la conducta observada en sus yacimientos nos indica que tales simbolizaciones lingüísticas debieron de producirse. Sin embargo, hay otra serie de conceptos mucho más difíciles de crear y simbolizar, los cuales son fundamentales para la conducta humana considerada como de tipo moderno. Me refiero a los conceptos sobre la individualidad social y personal, el tiempo, el espacio, la negación, el engaño y la mentira (todos ellos con un importante componente simbólico). De todos ellos en solo se han podido rastrear conductas relacionadas con los tres primeros (individualidad social y personal, el tiempo, el espacio). Pero estos conceptos son fundamentales para el desarrollo de la autoconciencia y de su ubicación en el tiempo y en el espacio (desplazamiento cognitivo), lo que no se consiguió con unas características que se pueden considerar como modernas hasta la transición al Paleolítico superior. No es este el momento para exponer su posible trayectoria histórica, pero si a alguien le interesa leer trabajos pioneros al respecto puede hacerlo desde esta dirección (Rivera, 1998; 2003-2004).
Estas abstracciones necesitaban unas capacidades cognitivas cada vez mayores, que la evolución proporcionó al desarrollar cerebros con unas áreas de asociación (secundarias y terciarias) más grandes y con una funcionalidad mejorada (menos densas con mayor poder de sinapsis). El desarrollo de las funciones ejecutivas (lóbulo prefrontal) y del precúneo (lóbulo parietal), bien contrastado en el Homo sapiens, parece que fue un gran y necesario avance evolutivo. Los factores generales que intervienen en la evolución cognitiva (aumento de la áreas de asociación y mejor capacidad sináptica; existencia de un protomapa; gran y duradera inmadurez neurológica y existencia de un proceso de simbolización de abstracciones o lenguaje) han interaccionado entre todos el mismo desde el mismo inicio de nuestro linaje. El lenguaje, verdadero motor de todo el proceso, en un proceso netamente social, pues solo se produce dentro de las sociedades con la suficiente capacidad neurológica como para interactuar en procesos comunes. Existen claros antecedentes den los grandes primates, y desde luego en la conducta de los primeros homínidos (Homo habilis y ergaster y/o erectus) ya se manifiesta con elemental y desigual desarrollo de los conceptos básicos del tiempo el espacio y la individualidad. Estas abstracciones se desarrollarían de forma paralela a la paulatina creación de diversas palabras representantes de objetos y acciones, que enriquecen la cultura del grupo y facilitan su convivencia y supervivencia.
* El concepto de individualidad (social o personal) se produce con la adquisición de la idea de diferencia social o individual entre diversos grupos o elementos de los mismos (Elías, 1990). La autoconciencia es una capacidad cognitiva emergente (desarrollo cognitivo), lograda gracias a las capacidades cognitivas del cerebro y desarrollada por la estimulación (dentro del periodo crítico o primeros años de su vida) de un entorno social, cultural y lingüístico adecuado.
* El espacio se objetiva con la referencia a objetos fácilmente observables, inmóviles y permanentes, características constantes en el territorio donde se realiza o puede realizarse la acción (Elías, 1992; Hernando, 1999).
- El tiempo se realiza con la referencia de sucesos móviles de carácter no humano, pero con un tipo de movimiento recurrente, como son el día/noche, estaciones, fases lunares, etc. (Elías, 1992; Hernando, 1999).
La realidad de la propia conducta humana indica que casi siempre se producen con una gran interrelación entre estos dos elementos básicos de ordenación de la acción. Así, con su unión, ofrecen al lenguaje una capacidad interpretativa de gran poder explicativo. Sería el caso del cambio de los lugares en función del tiempo (estaciones), la medición del espacio por el tiempo en que se recorre y el concepto histórico de un lugar en un tiempo preciso. La interacción social aumenta con el desarrollo tecnológico, demográfico y cultural de las sociedades, por medio de u aumento del lenguaje usado. Los mecanismos de feed back positivos estarían continuamente produciéndose. Es decir, la compresión de que las capacidades cognitivas superiores tienen más de potencialidad que de realizad manifiesta en el nacimiento, su desarrollo de estas capacidades cognitivas (racionales y emocionales) por medio del lenguaje, el acervo cultural, la tecnología, motivación, sociabilidad, desarrollo e interacción demográfica, y las características medioambientales, interactuando continuamente, son las que vas a ofrecer ese aspecto de heterogeneidad espacial y temporal en el desarrollo conductual que vemos en el registro arqueológico.
Conclusiones
La evolución cognitiva y cultural humana está muy relacionada con la evolución biológica, pero con formas y características que las separan en el tiempo y en el espacio. No cabe duda de que ambas están íntimamente relacionadas, pero no podemos seguir insistiendo en que nuestra cognición y cultura es una simple manifestación de las capacidades cognitivas de origen innato y evolutivo. El carácter emergente de muchas de las capacidades cognitivas que más nos diferencian del resto de los entes biológicos (p. e. autoconciencia y lenguaje) es la clave de nuestras propias características como seres humanos. Esta emergencia nace de la interacción de las capacidades adquiridas evolutivamente y de la acción del medio ambiente creado y mantenido por nosotros mismos. En este contexto, el lenguaje adquiere un gran protagonismo, pues éste, junto con el desarrollo social, cultural y económico, va a ser el responsable de la emergencia de nuestra autoconciencia, del desplazamiento cognitivo y del desarrollo de un mundo simbólico (el lenguaje es la primera conducta simbólica creada por los seres humanos) que, para lo bueno y lo malo, nos ha conducido hasta lo que en la actualidad somos. Un esquema de como se produce la evolución cognitiva lo podemos ver en el siguiente cuadro:
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